Vivir la vida, vivir el momento

Deshielos, saltos temporales, viajes al espacio. No todos estos elementos han estado presentes en las últimas entregas de Fast and Furious, pero, desde luego, a nadie le habría extrañado que así hubiese sido. Lo que empezó a principios de milenio como un acercamiento del cine de acción policiaco al mundo automovilístico – y, en primera instancia, a la creciente tendencia del tuning – ha acabado desbocando, por suerte o por desgracia, en un universo salvaje donde todo es verosímil; todo está permitido. Y aún obviando la ingente fuente de ingresos que supone la marca de Gary Scott Thompson para Universal Pictures, no es de extrañar que, por tanto, sin reglas ni limitaciones de ningún tipo, dicho paradigma haya dado lugar a numerosos spin-offs y productos culturales como el que tratamos a día de hoy, basado en la serie de animación de Netflix Spy Racers, y cuyo prelanzamiento podemos cubrir gracias a una demo hands-off comentada por los desarrolladores de 3D Clouds a la que pudimos asistir el pasado miércoles 8 de septiembre invitados por la buena gente de Bandai Namco (<3).

Rise of Sh1FT3R se postula como una adaptación fidedigna del programa de televisión, de carácter infantil, y ubica su target entre los chavales de seis a catorce años. Como tal, sería injusto e incongruente pedirle una profundidad jugable como las de sus hermanos racers mayores (vease Forza Horizon 4, el juego de confort perfecto, pero también Mario Kart 8 Deluxe o Burnout Paradise), una narrativa sofisticada o las más nimias trazas de madurez en su trama, pues son otros los elementos que toman fuerza, y que deben de ser capaces de sustentar el grueso del conjunto. Porque desarrollar un juego infantil de una licencia importante no te desresponsabiliza de hacer un gran juego; de hecho, te responsabiliza de hacer que tal marca siga siendo memorable para las generaciones venideras.

Con estas bases, pienso acerca de tres pilares que deberían de configurar el núcleo duro del juego, y que no deberían de descuidarse en ninguna circunstancia. En primer lugar, creo que Rise of Sh1FT3R debería, como mínimo, de ser capaz de satisfacer narrativa y visualmente al fan de la serie. Tras ver algo más de una hora el juego en acción, admito que es algo que no me preocupa demasiado, pues a nivel artístico el título parece rayar a buen nivel manteniendo las señas de identidad de la animación (como el diseño de los personajes y vehículos) y técnicamente, si bien está muy lejos de poder ser considerado un título propio de la generación actual, parece lo suficientemente pulido como para no defraudar a lo más pequeños (incluso durante sus cinemáticas in-game, que quizás tengan el dudoso honor de coronarse como los peores momentos de la propuesta a nivel gráfico). Asimismo, como cabría esperar, se trata de una obra protagonizada por Tony Toretto, Echo, Cisco y Layla Gray, dream team de la Spy Racers original – que en inglés hace gala del mismo cast de voz, incluyendo a Tyler Posey y a Renee Elise Goldsberry -, y antagonizada por una banda conocida como SH1FT3RS con cuyos integrantes (Shashi Dar, Moray y Rafaela Moreno, entre otros) hemos de acabar uno por uno, en un marco temporal indeterminado e independiente de la producción disponible en Netflix. Toda reminiscencia a Need for Speed: Most Wanted es siempre insuficiente, pero he de admitir que con esta suerte de blacklist, en compañía de una banda sonora agresiva repleta de buenas melodías, Rise of Sh1FT3R ha llenado el cupo mínimo que le pido a esta clase de propuestas.

Algo igualmente imprescindible, especialmente teniendo en cuenta las necesidades y actitudes de los pequeños de la casa, es que la propuesta logre ser tan variada desde el primer minuto como le sea posible, tanto en lo que respecta a vehículos y habilidades como a su oferta de modos de juego. Si bien en el sistema jugable coexisten un total de 18 power-ups (entre los que se encuentran los clásicos escudos traseros, los socorridos turbos y las características pistolas de pintura de los Spy Racers), he de decir que no he quedado del todo satisfecho con lo visto en el resto de áreas, encontrando únicamente cuatro personajes jugables en la demo y habiendo lugar en el menú principal para únicamente cuatro modalidades (Spy Tournament, la campaña que puede disfrutarse tanto de forma individual como a pantalla partida; Quick Race, para disfrutar de carreras sin mayores pretensiones; Multiplayer, donde podemos conectarnos de manera online con jugadores de todo el mundo, y Yoka Shop, una tienda en la que intercambiar nuestros puntos de buena conducción por skins, habilidades y elementos con los que decorar nuestro garaje). Asimismo, parece ser que no contaremos con más de cinco localizaciones diferentes en las que conducir, una por cada misión de la campaña principal, ambientándose estas, eso sí, en lugares tan variopintos como Los Ángeles, Río de Janeiro o el mismísimo desierto del Sahara.

Es de justicia señalar, eso sí, que los escenarios vistos en la demo, ubicados en Los Ángeles y en Brasil, presentaban un muy buen nivel en términos de diseño, con una verticalidad sorprendente y con secciones muy diferenciadas entre sí, que mezclan los grandes espacios abiertos en los que realizar todo tipo de adelantamientos con atajos y otras zonas extremadamente pasilleras donde la pericia al volante se antoja como una característica vital para salir airoso. Se trata de un punto muy importante, y es que, al fin y al cabo, lo último que le pido es que en primera instancia sea divertido. Y todo lo que el juego necesita para que mis deseos se cumplan, aparte de lo citado, es que se haya mimado hasta el más mínimo detalle que ayude a conseguir un buen game feel, algo de lo que nos es imposible hablar dada la naturaleza hands-off de la demo.


Despejadas las cuestiones que lo rodean, podremos determinar, entonces, si Fast & Furious Spy Racers: Rise of Sh1FT3R merecerá o no el nombre de la saga a la que pertenece. Ser parte de su familia; una que está viviendo su momento, pero que no está viviendo su vida al no estar dosificando el pan de hoy para el hambre de mañana. Afortunadamente, un cambio con respecto a la fórmula que tomó Crossroads en 2020 siempre es bienvenido a la hora de insuflar nueva vida a la marca, y ni los peques de la casa ni nosotros tendremos que esperar mucho para salir de dudas. La propuesta estará disponible a lo largo del próximo mes de noviembre para PS4, PS5, Switch, Xbox One, Steam, Xbox Series X | S y Stadia a un precio de 34,99€.