Lo mismo de siempre, pero de otra forma
Es irónico que una obra que trata sobre la revolución, ese cambio violento y revulsivo, se mantenga tan fiel a sus orígenes, tan estancada en una fórmula. Pero, como dice la cita, cuando la tiranía es ley, la revolución es orden, y la saga Far Cry lleva cómodamente adherida a ese orden desde 2012. Sí, han ido llegando cambios por el camino, pequeñas adiciones con cada entrega desde que nos enfrentamos a Vaas Montenegro, y hemos viajado por entornos radicalmente diferentes, desde los valles de Kyrat hasta las calles de Yara. Sin embargo, la raíz siempre ha sido la misma, incluso las ramas han sido siempre las mismas, si acaso han cambiado las hojas con cada entrega. Y así llegamos a Far Cry 6, título que no compré de salida, a pesar de ser asiduo de la saga, y que he jugado recientemente. Precisamente por ese motivo, porque de alguna manera sabía lo que me iba a encontrar, no había expectativas por la novedad o la sorpresa. Pero, a pesar de todo, Far Cry 6 sí que me sorprendió después de todo, porque puede que no sea un título revolucionario, pero si refrescante.
Aunque añade algunas mecánicas nuevas en la saga, como puede ser la construcción de campamentos, se mantiene adherido a la raíz tradicional. Sin embargo, sí que es refrescante y novedoso en otro sentido, no respecto a la saga, sino respecto al medio, en general. Al menos así lo sentí yo mientras lo jugaba. Especialmente en la ambientación y en cuanto a las referencias culturales que toma para construir su mundo “ficticio”. Algo tan simple como la música que escuchamos por toda Yara, en coches y campamentos, me hizo sentir Far Cry 6 de forma diferente. Y es que la revolución, la destrucción, la violencia y, en general, el género shooter, ha estado asociado por norma general al rock y el metal, con las inspiraciones culturales que ello conlleva. Y con la representación que ello conlleva. Quiero decir, la gran mayoría de obras que incluyen estos géneros musicales hacen de escaparate cultural de esos géneros y, al final, la mayoría de las obras dan visibilidad a los mismos estilos de siempre. El resto de los estilos musicales modernos, con las raíces culturales que van asociados a ellos, quedan olvidados o sin una representación seria. Y creo que eso es lo importante, precisamente, la seriedad y el respeto con el que se trate.
Desde la versión latina de Bella Ciao hasta canciones de Gente de Zona, pasando por temas de rap compuestos específicamente para el juego, e interpretados por artistas latinos, la banda sonora de Far Cry 6 hace de expositor de géneros musicales latinos, normalmente repudiados o ridiculizados en el medio. Porque ya habíamos visto música latina en títulos como Just Cause, pero en ese caso, la obra al completo se trata como un chiste, una comedia. En Far Cry 6 siento que, a pesar de los componentes de humor que ya son inherentes a la saga, el juego se toma en serio a sí mismo, y como pieza de la obra, la música conforma una muestra de esa representación cultural. Se representa desde el respeto, con temas de artistas mundialmente reconocidos, y también con canciones tradicionales propias de las raíces latinoamericanas. También ayuda a esta sensación el hecho de que la localización de voces al español se haya llevado a cabo con voces y acentos latinos. No hay español de España, ni siquiera como alternativa, solo hay una opción de doblaje al español, y es la que recoge las voces, acentos y expresiones latinas. Puede parecer un detalle sin importancia, pero contribuye a la sensación de inmersión y de credibilidad de la ficción que se nos presenta. A través de la música (y de otros aspectos) se representa la historia de autodeterminación de los pueblos latinoamericanos, su espíritu de lucha.
Y ojo, que aunque me vaya por las ramas, no vengo a hablar de Far Cry 6, por su profunda y cuidada representación cultural, pues estoy seguro que está llena de errores y licencias. Hablo de Far Cry 6 porque ese “simple” cambio de aires le sienta tremendamente bien, por como afecta ese cambio de escaparate a las sensaciones que deja su gameplay en el jugador. Y es que el último título de la franquicia que jugué fue Far Cry 4 (sí, jugué Far Cry 4 después de Far Cry 5 y New Dawn), y lo completé a duras penas, aburrido de su fórmula repetitiva. Llegué a su conclusión casi por obligación, por no dejar un juego a medias. Y, sin embargo, esta sexta entrega numerada me atrapó de principio a fin, empujándome a completar prácticamente todas las actividades que me ofreció. ¿Y por qué? Pues, al menos en mi caso, porque el envoltorio ambiental y cultural que presenta la obra es tremendamente estimulante para enfrentar la historia y actividades del juego. No sé si por la realidad de nuestro mundo, en la que me resulta mucho más creíble la lucha de un pueblo latino contra un tirano opresor y los bloqueos internacionales. Más inmersiva y capaz de despertar la empatía del jugador que la aventura de unos niños ricos de vacaciones en una isla paradisiaca.
Creo que, en general, con toda su ambientación, Far Cry 6 es un juego que ha llegado en un contexto adecuado, en el tiempo adecuado. El más capaz de la saga de expresar esa idea de revolución y lucha que la franquicia siempre ha tenido como seña de identidad. Y puede que esa representación “más profunda” de la lucha de un pueblo tenga más fallos y licencias de las convenientes. Puede que yo la considere interesante desde la ignorancia de no pertenecer a esos pueblos, de conocerlos desde la distancia. Pero además de ese factor, el simple cambio de aires y ambiente resultante de una banda sonora latina y de un doblaje al español con voces latinas, hace que Far Cry 6 se sienta refrescante y satisfactorio. No es revolucionario, pero si refrescante.