Del barrio a Hollywood como el perico
El desarrollo de Factorio comenzó hace mucho, mucho tiempo. Corría el año 2012 cuando un pequeño estudio checo bautizado como Wube Software se planteó formalmente el hecho de desarrollar un sandbox de estrategia, repleto de contenido. Desde entonces, hemos podido disfrutar de una exitosa campaña de financiación colectiva a través de Indiegogo, y, posteriormente, de un lanzamiento en el acceso anticipado de Steam, donde ya se puede jugar desde hace cuatro años. No obstante, hemos tenido que esperar hasta hoy, 1 de abril de 2018, para conocer la fecha de estreno final de la propuesta, que se actualizará a la versión 1.0 el próximo lunes 16 de abril.
Pese a la intención de muchas compañías por ocultarlo, un lanzamiento final no tiene nada que ver con una estancia en Early Access. Una de las mayores diferencias que encontramos, de hecho, está en su mero significado; en el rol que cada parte juega durante el desarrollo. Mientras que en un estreno al uso el equipo recoje los frutos que siembra, el hecho de permanecer al acceso anticipado no deja de ser apoyo directo para el desarrollador. Un proceso retroactivo en el que el producto es moldeado entorno a una comunidad, que le proporciona feedback constante, que sustenta a los trabajadores y que es jurado y verdugo de un título que suele estar bastante verde.
Precisamente por ello, nunca me he mostrado demasiado partidario de esos títulos que optan por alargar innecesariamente su estancia en el servicio preview. No hay que irse muy lejos para encontrarse con grandes nombres como PlayerUnknown’s Battlegrounds, que siguen otorgándose el título de “juego en desarrollo”, pero que, al final del día, no dudan en cobrar al jugador el precio de un juego completo y acabado. Por estas ‘injusticias’ técnicas y por el apoyo directo que se le da al estudio, siempre me ha parecido correcto y ético que el precio de los juegos anticipados no sea el mismo que el de su lanzamiento final, y eso es precisamente lo que hace este Factorio, que pasará a ver su coste incrementado en diez euros [20€ ⇢ 30€] dentro de, justamente, dos semanas.
Entiendo que mucha gente vea la parte negativa de todo esto, y es que estoy seguro de que no tardarán en llegar los típicos haters para protestar por la subida de precio de un producto que, a fin de cuentas, sigue siendo el mismo. Mi perspectiva, sin embargo, es otra. No creo que este incremento se deba a la avaricia del estudio, sino al compromiso de ofrecer el juego rebajado a aquellos que colaboraron el desarrollo. Pese a su escasísima repercusión, Factorio ha sido construído a base de sangre, sudor y lágrimas, y solo por las críticas de Steam podemos descubrir que realmente es un título que vale hasta el último céntimo de lo que cuesta. Valoremos a aquellos estudios que tienen sus ideales claros. Que confían en la calidad de su obra, y a los que no le tiembla el pulso a la hora de tomar esta clase de decisiones. Tengamos un poco de cabeza y, sobre todo, de respeto por el trabajo ajeno.