Reinos de terror que deben de caer
Bueno, aquí estamos de nuevo ¿no? Es triste decirlo pero es más común ver malas noticias de gran impacto en este medio que buenas nuevas, uno en constante expansión y en cuyos recovecos más oscuros proliferan las malas prácticas como si de setas se tratase, esparciendo métodos cuanto menos cuestionables por todos los lados. Estos se acaban traduciendo en muchas cosas, como los famosos retrasos, los altibajos en el desarrollo, o incluso en problemas estructurales que acaban afectando de manera directa a las empresas que acogen estas prácticas, como podría ser la mismísima Activision – Blizzard, aunque la repercusión, aunque parezca que no, acaba siendo infinitamente menor de la que, en mi opinión, debería de ser. Y es por ello por lo que en muchos estudios se siguen llevando a cabo, se sigue explotando laboralmente a los trabajadores una y otra vez, a pesar de las malas críticas, a pesar de las denuncias, pues al final les acaba rentando de una manera u otra. Uno de los ejemplos más claros que podemos echarnos a la cara es Ubisoft y los problemas de base que sufre sobre todo relacionados con el abuso sistemático y la explotación laboral, los cuales, más allá de alguna acción disuasoria y comunicados vacíos, sigue teniendo entre sus filas a algunos de los denunciados, y cuyos actos no son ni de lejos salvables.
This, from a studio head, is crunch culture defined. Of course nobody is “forced” to work insane hours. But imagine the reduced bonuses and lack of promotion opportunities if you don’t? “You do it because you love it.” Weaponized passion. This is why people burn out of gaming pic.twitter.com/seyE7tkPuf
— Jason Schreier (@jasonschreier) September 3, 2022
Se dice que los seres humanos somos los únicos que tropezamos dos veces con la misma piedra, y aunque esto es verdad en la mayoría de los escenarios, lo que sí que es cierto es que seremos de los pocos que le pongamos dicha piedra a los demás. No voy a venir con el típico discurso de que en los estudios indie todo es magia y no hay explotación laboral, porque está claro que la hay y en algunos casos esta llega a ser irreal. Pero, por suerte o por desgracia, los casos que nos atañen vuelven a tener nombres propios, pues no son empresas pequeñas las implicadas, ya que volvemos a tener en la parrilla de salida a la mismísima Ubisoft, aunque en esta ocasión contará con un compañero en la pole, el cual no es otro que Strinking Distance Studio, encargados del título de terror The Calisto Protocol, y del cual nos llegó constancia de su caso de explotación laboral después de que uno de sus responsables pusiese como ejemplo las eternas jornadas que se hacen por amor al arte, algo que ahora han confirmado sus empleados y que vuelve a traer a la palestra estos casos de explotación laboral tan asiduos en los noticiaros. Pero no es el único con el que contamos en el maravillo día de hoy, pues de vuelta a tierras francesas nos topamos de cara con los nuevos Assassin’s Creed en desarrollo, concretamente Assassin’s Creed Red, uno de los anunciados en este último directo y que tomaría como referencia a la antigua Japón, aunque parece que toma más referencias de la moderna gracias a las polémicas surgidas sobre los problemas de desarrollo y salidas de los trabajadores del estudio debido al abuso y explotación laboral del mismísimo Jonathan Dumont, el cual, mediante un clima de terror, parece que se aferra a su puesto de todas la maneras posibles, incluso tras las denuncias recibidas en 2020 tras acosar a sus empleadas.
Esta es la industria que tenemos, y no creo que sea la que nos merezcamos. La misma gente en los puestos de poder, defendiendo a sus compañeros, esquivando todas las balas posibles, y perpetuando el lado más oscuro de esta industria, una explotación laboral sistemática que se ha infiltrado hasta las mismísimas raíces y se han convertido en el día a día de más de un estudio, y esto no puede seguir así. No sé cuánto tiempo debe pasar, y siendo sincero, no sé qué más se podría hacer para lograr acabar de una vez por todas con toda esta gente problemática lo antes posible, lo que sí que tengo claro es que la solución perfecta no tiene por qué ser la más sencilla, y el trabajo comunitario, no solo entre los trabajadores, sino con los seguidores también, es una pieza fundamental para arrasar los cimientos corrompidos de esta industria a la que el fuego se le queda pequeño.