¿Cuál es el significado de la vida?
La duración de un juego no es directamente proporcional a lo que nos hace sentir. Puede que muchos de vosotros no tengáis problemas con esta afirmación, mientras que otros argumentarán que una obra necesita durar mucho porque, teniendo en cuenta el coste, debe entretenernos durante horas. Pero ¿qué buscamos en el videojuego? A menudo escucho a gente a mi alrededor repetir que solo va al cine si lo que ve le va a divertir. Si una serie es excesivamente dramática la elude porque quiere pasarlo bien o, en su defecto, si un videojuego no conlleva una distracción simplista de la realidad en la que vive, no lo toca. Esto, en cierto modo, es disfrutar de la creación como un mero entretenimiento pasajero sin trascendencia y no podemos culpar a nadie de ello. Pero, ¿queremos limitarnos a eso?
No pretendo sentar cátedra sobre qué deberíamos hacer con los productos culturales que consumimos — desastroso verbo para asociar con el disfrute, por cierto — pero sí aprovecharé las reflexiones de Ozzie Sneddon, que ya conocemos por The Müll Littoral, para indagar en ciertas ideas, esta vez de la mano de Existensis, otra de sus obras implicadas en el universo de The Age of Empathy.
Existensis nos pone a los mandos de un peculiar artista en busca de inspiración. Otro “peregrinaje” similar al que vimos en The Müll Littoral que nos da el mensaje claro de cómo Ozzie aprecia estos viajes en busca de algo como medio para redescubrirnos a nosotros mismos. Aquellas formas sintientes nacidas de los pensamientos siguen existiendo como es lógico en este universo común, siendo nuestro objetivo interactuar con varias de ellas en busca de respuestas a la gran pregunta que encabeza estos párrafos: ¿cuál es el significado de la vida?
Cuando nos adentramos en una nueva saga de videojuegos siempre tenemos varias formas de afrontarla. Podemos ser “completistas”, intentando simplemente llegar al 100% de cada título y tacharlo de nuestra interminable lista, pero también podemos dejarnos llevar. Si hacemos esa asunción inicial que todo interesado en la creación cultural debería hacer, no tendremos problema. Esta no es otra que asimilar el hecho de que nunca, por mucho que nos esforcemos, acabaremos por degustar todos los contenidos que nos interesan. El mundo es cada vez más capaz de crear productos audiovisuales de forma masiva y la literatura es prácticamente infinita, por lo que debemos ser conscientes de que es mejor disfrutar de lo que buenamente podamos, sin nunca perder el interés por ir más allá siempre que nos sea posible. Preguntaba en el primer párrafo por el objetivo de nuestra inmersión en los videojuegos. Bien, para mí no es otro que disfrutar de lo que alguien quiere hacerme llegar, bien sea el hack and slash más puro o bien sea un título con una jugabilidad limitada y cuyo contenido se base en imágenes y texto con algo de movimiento, como es el caso de Existensis. Creo que Ozzie Sneddon quería transmitir algo: una intencionalidad hacia el descubrimiento, hacia el saber más y ver más allá de lo que nuestros límites regionales o culturales nos imponen.
La creación artística ha sido siempre un motor muy potente. Tal vez no tenga repercusiones directas y evidentes como sí puede tenerlas una declaración política, pero cualquier creador a lo largo de la historia ha sido capaz de transmitir algo con sus ideas. Ya sea pintura, literatura u, hoy en día, desarrollo de videojuegos, siempre se busca inspirar a los demás con conceptos que se exploran a través de la expresión artística. Aunque pueda parecer algo metanarrativo, Existensis es precisamente uno de esos juegos pequeños que muchos descartarían por no ser un aporte expresamente recreativo. Curiosamente, su protagonista, en esa búsqueda de inspiración que mencionábamos anteriormente, no dejará de indagar sobre otras culturas, por lejanas que parezcan, en pro de averiguar todo lo posible sobre sus costumbres, su forma de hacer las cosas, su cosmovisión y, en definitiva, el sentido que le aportan a la vida.
Veremos personajes que ya conocemos de The Müll Littoral a modo de guiño que se siente familiar y cercano, además de seguir indagando en ciertas cuestiones sobre la empatía, tal y como se profundizaba en dicha obra. Al final, todo pasa por lo mismo: por el entendimiento de lo ajeno. Es difícil dotar de un sentido definitivo a nuestra existencia si no conocemos qué sentido le proporcionan individuos de otras partes del mundo que han vivido experiencias completamente distintas a la nuestra. Es por eso que podemos recorrer diferentes caminos: podemos adquirir inspiración de un par de conceptos por zona, desplazándonos pues al lugar del que hemos aprendido. Esto va abriendo ramas y en cada uno de los puntos podemos llegar a encontrar esa inspiración definitiva que necesitamos para la majestuosa obra magna en forma de torre que nuestro artista pretende construir.
“Que tu arte mueva montañas y que las montañas muevan a otros”
¿Es la creación artística aquello que da sentido a la vida? Bueno, es una pregunta que, al fin y al cabo, llevamos haciéndonos siglos. Para Ozzie parece pasar por transmitir, por llegar a los demás y recibir también de ellos. Por crear, compartir y alcanzar a ver más allá de las ideas que uno puede tener en un principio, desgranando todo lo que tienen que decir personas de la otra parte del globo. Suele decirse que no buscamos el “destino” sino el “viaje”, intentando ser partícipes de esos momentos que consideramos “humanos” y disfrutando de lo que los demás tienen que ofrecernos. En lugar de consumir una historia siempre podemos optar por integrarla, hacerla nuestra, criticarla y reconocer sus puntos débiles si es preciso, pero evitando que resbale por ese flujo incansable de contenidos ilimitados.