La marca de Mojang, más a allá de Minecraft Legends
Allá por 2009, se puso el primer bloque de tierra, se picó la primera piedra y se taló el primer árbol en Minecraft. Hace trece años, “Notch” permitió que los usuarios accediéramos a la versión beta del que sería uno de los mayores fenómenos de la década en el mundo de los videojuegos. Muchas actualizaciones han venido desde entonces. Más vegetación, más biomas, más infierno, más caballos. Pero parece que la gran popularidad del juego de los primeros años, se ha ido desinflando poco a poco. Cosa natural, por otra parte. Aunque quizás, y solo quizás, Minecraft como marca, podría tener un potencial mucho mayor.
El juego de bloques de Mojang fue lanzado en un momento en el que ocurrió el boom de los gameplays en YouTube. El Rubius, Willyrex y compañía celebraban los 100.000 seguidores como un gran triunfo (cifras muy lejanas a las que tienen ahora) y cada vez aparecían más y más. En ese contexto, apareció un juego que daba libertad absoluta. En el que cada partida era diferente y donde tú individualmente podías marcarte objetivos, seguir narrativas o probar mods de la comunidad. Mención especial a esos Juegos del Hambre, que se convirtió en un modo tan popular como el juego base y prácticamente fue la primera piedra del género que hoy conocemos como Battle Royale. Era tan fértil para crear contenido que prácticamente toda la comunidad gamer se metió de lleno, incluso creando canales independientes dedicados solo a al juego de bloques. Tantos años después y superados con creces los 200 millones de copias vendidas, ¿queda vida en Minecraft más allá?
La estrategia de Microsoft
Mojang pasó a formar parte de Xbox Game Studios en 2014, por nada menos que 2.500 millones de dólares. Una cifra que ahora no nos sorprende tanto (Bungie ha costado 3.600 a Sony), pero que sorprendió mucho en ese momento al no estar tan saturados de titulares relacionados con compras de estudios. Esto permitió que Minecraft extendiera su telaraña llegando a todas las consolas posibles y otras plataformas. Expandiendo su presencia en medios, ampliando el equipo para actualizar el juego y comenzando una estrategia de “subjuegos” bajo el paraguas de la marca. Estrategia que le ha estado dando alegrías a Microsoft, pero unas alegrías algo tibias, si pensamos en el peso y la importancia de una marca como esta. Y sobre todo si lo comparamos con la estrategia que ha seguido Riot con League of Legends. Algo que sobre el papel podría parecer similar, pero que nada tiene que ver a nivel de apuesta firme.
Desarrollado por Telltale Games, Minecraft: Story Mode fue el primer experimento en este aspecto. Cosechando buenas críticas dentro del catálogo de proyectos narrativos del estudio, es verdad que, a nivel de concepto, eliminaba totalmente cualquier relación con la libertad tan inseparable del juego original. Algo similar ocurrió con Minecraft: Dungeons. En este caso, teníamos un juego “tipo Diablo” con perspectiva cenital, esta vez desarrollado internamente por la propia Mojang. Un spin-off muy interesante que, pese a no tener esa parte de creación y construcción, sí que permitía al usuario decidir a la hora de enfocar los combates, equipar a nuestro personaje, etc.
Y ahora nos llega Minecraft: Legends, anunciado en la conferencia de Microsoft para ser lanzado en 2023. Autodefinido como un juego de acción y estrategia, parece algo cercano a un RPG con gestión de poblados y construcción, en el que tendremos que ir conquistando zonas del mapa. Un proyecto que sorprendentemente hizo muy poco ruido, para llevar el nombre de Minecraft en su título. Aunque paralelamente el juego original no se ha quedado parado. De hecho, acaba de recibir la mayor expansión de los últimos años, The Wild Update, que promete revitalizar el mundo con gran cantidad de materiales, seres mágicos y biomas selváticos. ¿Será suficiente para conseguir que nuevos y antiguos jugadores vuelvan a visitar el mundo de Minecraft?
Una marca sin límites
Siempre que veo un anuncio de Minecraft me da la sensación de que quizás está demasiado anclado en esa ambientación medieval. Algo que sirvió en su momento para darle entidad y designar elementos concretos dentro del juego, pero que ahora mismo es una limitación más que una seña de identidad. La esencia de Minecraft está, precisamente, en la libertad. Es el equivalente de LEGO en los videojuegos. Una serie de elementos y reglas que, por lo sencillas que son, pueden dar pie a un sinfín de creaciones, universos e historias. Todo ello cohesionado con el diseño artístico tan característico del juego de Mojang. Minecraft en definitiva es lo que cada uno queramos que sea.
Y si estamos de acuerdo en esto, entonces, ¿por qué no ver diferentes ambientaciones o épocas temporales? Si puedes usar un bloque para hacer un castillo, también lo puedes hacer para construir una nave espacial. Los usuarios llevan años demostrándolo. Pero es que voy más allá y vuelvo a la idea de que Minecraft es el LEGO de los videojuegos. ¿Por qué no ver licencias dentro de Minecraft? Algo parece que se está viendo de Minions en este aspecto. Lo que chocó de Story Mode es que Telltale estaba contando una historia original dentro del mundo del juego. Una historia que “podría vivir” cualquier usuario en su partida; pero en este caso, un usuario que no éramos nosotros. Y la gracia Minecraft precisamente es que cada uno juguemos nuestra propia historia. La estratagema de LEGO para solucionar esa dicotomía fue contar con sus piezas historias que ya conocemos. Recrearlas como podría hacer cualquier niño montándose su propio Hogwarts o su Halcón Milenario. Y, sobre todo, el gran triunfo de la marca de juguetes estuvo en conseguir crear un tono. Porque la gracia de un juego o película de LEGO es que no solo está contando la historia de Batman o de Obi-Wan, sino que la cuenta con su forma ya reconocible de hacer humor y de deformar las escenas que ya conocemos.
El éxito de Minecraft como videojuego es indiscutible. Uno de los más vendidos de la historia, que marcó un antes y un después en el desarrollo juegos que vinieron después. Pero está por ver si Microsoft consigue que trascienda y se convierta en una marca atemporal que llegue a la cultura popular. Con la que hacer películas, juegos, expansiones y merchandising. El potencial está ahí, pero es el momento de tomar decisiones y tener ambición con la marca para dar el salto bloque a bloque.