Desde las entrañas
Estaba pensando en lo deprimente que es escribir y leer HyperHype. Somos una web tremendamente curiosa, un hecho que atonta y que me produce discapacidad para argumentar. No conozco ninguna otra web como HyperHype, aunque tampoco conozco a HyperHype. Podría decir que la he visto por ahí, que le envió cartas que son artículos y textos de opinión, que nuestro encuentro siempre halla una forma de no suceder. Quizá conozca a HyperHype por las cosas que me han contado acerca de ella, por lo que los colegas al otro lado del mar y de esa otra también desconocida Latinoamérica me han dicho que es. Adivino que en HyperHype hay unos textos intensos, que orientan sus discursos y cavilaciones hacia una profundidad tanto del vértice como del horizonte. Me alegra pensar que HyperHype es tridimensional, que en sus dimensiones se hacen un espacio algunos de los textos más humanos, más honestos y más reales. Me siento bien cada que otra página, de esas grandotas y con un nombre de diccionario, nos recomienda, nos comparte y nos retwittea. Me alegra contarle mis cosas a HyperHype, y que esas cosas le interesen a gente. Pero HyperHype es reacia, viene de otro lado, de otras costumbres, de otras formas de dibujar el mundo; viene del periodismo sobre el mundo de videojuegos. No sé si sé lo que es HyperHype, pero en cambio sé lo que es deprimirse según HyperHype.
Primero que nada, HyperHype es una encorsetamiento de horarios, etiquetas y calendarios. La planificación y la producción ininterrumpida de contenido periodístico es vital. Todos los días un tapiz infinito de notas de prensa, actualidades, opiniones y análisis; todo el tiempo enlaces y hashtags. Escribir para HyperHype es volverte un servidor del T I E M P O, lo cual es algo tristemente normalizado en la experiencia de estar vivo, pero que, quizás, por tratarse de una página independiente, podría intentar erradicarse. La sección de Actualidad, una de las especialidades de la casa, es quizá la expresión más directa de esta servidumbre al calendario; hablar de lo de hoy como si fuera más que lo de ayer, enaltecer la velocidad asquerosa con que la industria atiborra a los fanáticos; darle a ella lo que busca, que es una cobertura compulsiva, un querer estar ahí, significando un algo que no sabemos qué es, pero que sabemos es importante. Opinar como sea de lo que ocurre, aferrarse a los resquicios de información y dosificaciones de datos para construir una cotidianidad que, poco a poco, se va volviendo plana, uniforme, como volcada fuera de la lógica. Darle al lector una dieta infinita de opiniones sobre ese nuevo precio de esa nueva compañía que es la misma de siempre; ofrecerle un eco engrandecido de algo que ya se dijo; intentar ganarlo con reflexiones salidas al día, a la hora de aquello sobre lo que se está reflexionado.
Actualidad que entristece y que se entiende perfectamente. Yo soy el primero en criticar esta forma de hacer contenido, pero también el primero en entenderla y saber que todo se reduce a una carrera por ser escuchados, por tejer comunidades que vivan debajo de nuestros escritos. Entender la realidad es deprimirse sobre la marcha. HyperHype, de momento, necesita las actualidades, aunque también necesita las notas de prensa, porque la óptica mercantilista, corporativismo pasivo-agresivo, nos arrincona hacia una necesidad de claves, de juegos que no podemos pagar porque somos gente joven, y nos toca el trabajo pesado. Ahora no redacto notas de prensa, existo en un limbo extraño en la redacción de la página, pero mis primeros días aquí me recordaron a muchas de mis experiencias de trabajo, escribir cosas vacías y repetitivas para que una compañía pueda seguir vendiendo, convertirme en una herramienta porque para tener una voz audible primero he de sacar adelante esas tres notas, esos cuatro anuncios, cuidar cada apartado de la publicidad que le estoy regalando a la empresa, ser un buen sirviente y, si acaso, quizá, disfrutar de aquello para lo que he venido, que es para hablar sobre una de mis pasiones, cara de costear y de transmitir. Yo he aceptado la naturaleza de HyperHype, al igual que mis camaradas que día tras día están aquí, manteniendo todo en pie, dando de qué hablar, saliendo de toda esa madeja de anuncios necesarios y divagaciones cuestionables para traer piezas decentes que provoquen al pensamiento y que hagan nacer nuevas preguntas.
La idea de escribir esto sale de tener que escribir un slider (término anglosajón que, traducido, deja bastante para reflexionar sobre su naturaleza manufacturada) para esta semana. Tenía que escribir algo para hoy, día lunes, y ese algo debía de ser un slider. Realmente este artículo es un slider, un deslizador, un hipervínculo en el que tu dedo se desliza hacia abajo, consumiendo un contenido que te llamó la atención. Por eso tratamos de hacer cosas que no sean deslizadores, que de deslizadores sólo tengan el nombre.
No sé qué imagen pondré para acompañar este texto. No sé si en esta clase de textos las imágenes son tan necesarias como nos hemos hecho creer. No creo que necesites una imagen para darle forma a mis palabras, pero seguramente la ponga, porque eso es lo que me pide el formato. HyperHype, nombre anglosajón que por alguna razón significa ‘Híper-Expectativa’, es precisamente eso: un exceso de expectativas por producir contenido. Ahora creo que sé mejor lo que es ‘Híper Expectativa’: es un desafío hacia sí misma, un rechinar de sus engranajes para que todo, por extraño que parezca, funcione mucho mejor. Constantemente ocurren malentendidos entre los miembros de la redacción, por no saber lo suficiente cómo adherirnos a las reglas y a las expectativas. ‘Híper Expectativa’ es una víctima silenciosa del mercado, por eso los redactores intentamos llevar la contraria, ser revolucionarios desde dentro de la jerarquía. ¿Seguiremos siendo víctimas de las imposiciones del capital? ¿La grieta que se abre a lo largo de nuestros artículos desembocará en una fractura, en una reimaginación de ‘Híper Expectativa’ como mecanismo periodístico? No tengo ni la más mínima idea. Al menos, yo seguiré intentándolo, sé que mis camaradas seguirán intentándolo, una y otra vez, cada día una vez más, siempre. Porque aunque sigamos anclados a muchas de las maniobras más nocivas del medio, la posibilidad de algo diferente, de algo mejor, nunca desaparece.
No tengo mucho más por decir. Sé que quería decir más cosas, pero ya no me acuerdo. Quiero mucho a ‘Híper Expectativa’, me siento en casa dentro de ella. Por eso la critico y la justifico a la vez, porque la siento mi hogar. Al final, quizá ‘Híper Expectativa’ sea eso, un hogar. Tampoco lo sé.
Fin del artículo.