El juego en la nube y un futuro que no acaba de llegar
¿Cuál es el futuro de los videojuegos?¿Los disfrutaremos de las mismas maneras que lo hacemos ahora?¿Estamos destinados a vivir en este sistema de consolas tradicional durante muchos mas años? Es curioso hacerse estas preguntas cuando hace, literalmente, dos semanas que han llegado las nuevas PlayStation 5 y Xbox Series X, pero creo que deberíamos empezar a pensar cómo será el panorama para nosotros, los jugadores, de aquí a unos años. Cierto es que Sony sigue apostando mas que nunca por este sistema de exclusivos blockbuster con los que pretenden arrasar otra vez esta generación, al igual que lo hicieron en la anterior con PlayStation 4: lanzamientos multimillonarios y campañas de marketing excesivamente agresivas para unos juegos que se lanzarán en exclusiva para su ecosistema. Porque sí, ya no hablamos de exclusivos de consolas -muchos de los lanzamientos de PlayStation 5 están saliendo y saldrán también en la 4-, sino de ecosistemas, y eso es, en gran parte, gracias a una Microsoft que lleva ya unos años jugando en otra liga muy distinta de la que estamos acostumbrados: la de los servicios.
Xbox One, Xbox One X, One S, Series X, Series S, Game Pass, xCloud,… Todo está unido, nadie ni nada se queda fuera. Una filosofía que poco a poco va atrayendo a todo tipo de usuarios con la promesa de crear el ecosistema de juego definitivo, en el que se valoran cada una de sus necesidades. Consolas de gama alta, de gama baja, servicio de suscripción con todo el catálogo a su disposición y el juego en la nube. Básicamente lo que están intentando potenciar desde el equipo comandado por Phil Spencer son las opciones y las facilidades a las que un consumidor de videojuegos tiene que enfrentarse día a día, y ahí es donde esta última opción va a empezar a tener una gran importancia. Un clic y estás dentro de ese videojuego al que le tienes unas ganas tremendas desde hace meses, sin necesidad de consolas, ni descargas, simplemente necesitas una buena conexión a Internet y un móvil o televisor.
Mucho se está hablando del nuevo Netflix de los videojuegos últimamente y, como es lógico, Microsoft no ha sido la primera, ni será la última, en subirse al carro de los videojuegos por streaming. Google con Stadia, Amazon con Luna, nvidia con Geforce Now e, incluso, hemos llegado a ver ports para Nintendo Switch que, debido a las evidentes limitaciones técnicas de la consola, han llegado a su catálogo a través del juego en la nube, como es el caso de Control hace unos meses. El futuro es este, ya no cabe ninguna duda, por ello todas estas compañías han apostado por una tecnología con muchísimo potencial, que será una de las opciones principales para consumir videojuegos con una mayor, mejor y sencilla accesibilidad gracias a la continua evolución de nuestra manera de consumir internet. Sin embargo, hoy en día no han conseguido pasar de ese punto: el de las promesas y el del potencial futuro, porque el juego en la nube solo ha empezado por un leve chispeo.
Es una auténtica maravilla retomar tu partida que habías parado en tu consola o PC con solo darle un botón en el móvil, tal y como permiten servicios como los de Xbox o nvidia, siendo quizás este último el que mayor potencial tiene para los que usamos el PC como principal herramienta de juego. Poder sincronizar los juegos compatibles de tu biblioteca de Steam, o incluso de Uplay, era algo impensable hasta ahora. Acabar esa sesión larga de Assassin’s Creed Valhalla, ir a otra parte de la casa, o en la propia calle, iniciar sesión y cargar esa misma partida para seguir jugando donde quieras. Echarte unas carreras en Forza Horizon 4 en el autobús de camino a casa porque no puedes esperar. O meterte en Destiny 2 durante el descanso del trabajo porque es cuando tus amigos están disponibles durante un rato. Es, simple y llanamente, algo maravilloso, algo que expande a nuevos límites los muros que los propios videojuegos nos han plantado siempre debido a su naturaleza de entretenimiento mas tradicional. Juega donde, cuando, y como quieras. Todo ello sin gastarte los tradicionales 500 euros o tener que montarte un PC en condiciones.
El problema viene, aún así, por las propias limitaciones que este juego en la nube trae consigo. El mas evidente: no todo el mundo tiene, o puede permitirse, una tarifa de internet tanto de móvil como en casa, con la que pueda jugar donde, cuando y como quiera. Algo muy habitual en un territorio como España, donde ni siquiera el 5G está aún instaurado en su totalidad. Lag, desconexiones, imput lag y, en definitiva, nuevos problemas que en las consolas tradicionales no solíamos tener, al menos en lo que a juegos no multijugador se refiere.
Durante los últimos días, de hecho, he tenido la suerte de tener entre manos el mando para móviles Kishi por cortesía de Razer España, con el que podemos jugar con nuestro dispositivo como si de una Nintendo Switch se tratara. Un agarre sencillo, ligero y muy funcional para conectar ambos extremos del Kishi alrededor del teléfono con una salida USB tipo C que se conecta directamente al dispositivo, sin necesidad de carga, ofreciendo una comodidad a los mandos que no se consigue con los típicos adaptadores para mandos tradicionales o por Bluetooth. El Razer Kishi convierte nuestro móvil en una consola portátil, con un diseño familiar si somos jugadores asiduos, que encuentra su mayor punto a favor en su total compatibilidad con los servicios de juegos en streaming como Xbox xCloud, Nvidia GeForce Now o Stadia. Por ello mismo, aprovechando la oportunidad de probar este particular mando, me dispuse a introducirme por primera vez en el juego en la nube y así ver de primera mano su estado actual en las distintas plataformas.
Con una tarifa de 600 megas contratada en casa, mientras con algunos juegos menos exigentes no tuve ningún tipo de problema, como es el caso de indies o en los que el movimiento a los mandos no es lo mas relevante, hay otros en los que se notaba que al juego en la nube le queda mucho camino por recorrer. El mayor problema, el input lag, muy notable en un Forza Horizon 4 -entre otros- que veía registrados mis movimientos con el mando un par de segundos después de que yo los realizara con el Razer Kishi, sin importar el lugar de la casa en el que estuviera mas o menos cerca del router. Imagino que esto depende también del tipo de proveedor que tengamos contratados, lo cierto es que no lo sé, y el simple hecho de encontrarme con problemas a los que no le encuentro explicación no hace otra cosa que enturbiar mi experiencia con estos servicios. Con una consola, raro es si algo no funciona como debe, pero con el juego en streaming entran en juego un sinfín de nuevas variables a las que hacer frente. Si un día no tienes internet por cualquier razón, no puedes jugar a nada, y eso es ahora mismo un problema bastante importante para una tecnología que se empieza a a denominar como la sustituta de estas consolas tradicionales. Obviamente no es algo a lo que achacar por completos a estos servicios como tal, sino a las propias infraestructuras de internet que tenemos en estos momentos. Unas que no avanzan tan rápido como las necesidades de un sector como el de los videojuegos que no hace mas que crecer a pasos agigantados año tras año. Y, a veces, esas prisas por sacar un producto que no está todavía preparado para el mercado al que va a hacer frente nos hace tomar decisiones equivocadas, como es el caso de Stadia.
Porque si de verdad queremos olvidarnos de las PlayStation o Xbox de turno tenemos que introducir unas infraestructuras lo suficientemente extensas y accesibles para todo el mundo con las que de verdad no necesitemos gastarnos un dineral cada pocos años en un nuevo hardware para disfrutar de nuevos juegos. Y eso, ahora mismo, simplemente no es así. En el momento en el que no tienes una tarifa de internet en condiciones, te quedas fuera de ese futuro de los videojuegos. Y es una verdadera pena, porque viendo inventos como el Razer Kishi que intentan potenciar al máximo nuevos mercados como el juego en móviles, podemos ver el verdadero potencial que estas tecnologías tendrán de aquí a unos años. Porque sí, el Netflix de los videojuegos ha llegado para quedarse entre nosotros durante mucho tiempo, pero a día de hoy no es mas que esa tormenta que vemos acercándose a lo lejos pero que no acaba de romper.