Naturapunk en todo su esplendor

Queda medio mes para que Endling – Extinction is Forever salga a la venta. En este título, el equipo español de Herobeat presenta un viaje por la supervivencia en un mundo agotado. No hemos tenido todavía la oportunidad de probar la versión completa de esta aventura, pero en los pocos compases accesibles a través de la demo, es posible apreciar las bases de esta historia, que difícilmente puede dejar indiferente a nadie que le ponga la vista encima.

Desde el primer contacto, Endling entra por los ojos. Una madre zorro, caminando con sus cachorros por un mundo regido por un precioso estilo artístico que mezcla el cel shadding con escenarios más artesanales. Todo en el título es precioso, salvo por un pequeño detalle: la naturaleza se va al traste. Los bosques arden, fruto del fuego generado por los humanos en un nuevo intento por explotar todos y cada uno de los recursos disponibles, sin pensarlo mucho, ya que preocuparse es cosa de otros.

Es por ello que transmitir de una forma efectiva lo que los desarrolladores pretenden se vuelve una tarea complicada, que han sabido resolver eficazmente. El mundo es frío, el invierno ha llegado. Una gran parte de los escenarios presenta paletas azuladas que transmiten esta sensación. En contraposición se encuentra el calor, presente de dos formas: el calor industrial, el fuego, fruto de la actividad humana, en forma de energía térmica tan necesaria para mantener en movimiento los engranajes que rigen la sociedad de consumo y el calor del hogar, la calidez del refugio donde madre e hijos descansan. Es el amor el que termina moviendo el mundo, al menos hacia delante. En un afán por conseguir más y más, jugamos a ser dioses escogiendo arbitrariamente que consumimos y que no. Más producción, más dinero, más libertad. Todo escala rápidamente hasta que esa libertad tan sólo nos permite pasearnos por el páramo que hemos dejado atrás.

Endling es la contraparte de Firewatch. En este segundo, controlamos a un guardabosques cuyo cometido es vigilar un parque nacional estadounidense con el fin de evitar incendios o daños a la naturaleza. Los días son cálidos y las noches frescas. Desde nuestra caseta en las alturas alcanzamos a ver el peso de la naturaleza, la calma en su esplendor. Exploramos, sin demasiados riesgos, un mundo que nos abre paso. En cambio, en Endling no hay naturaleza que salvar, ya no queda; estamos condenados a intentar sobrevivir, hacer caso a nuestros impulsos biológicos para dar unos últimos estertores en un mundo condenado. Más allá de sobrevivir, nada importa; de hecho, aunque sea duro de aceptar, que cuatro zorros culminen su ciclo vital poco afecta a la preservación de una especie.

Belleza en el desastre

Hay un chiste en el medio que achaca la gran mayoría de títulos independientes el centrar su narrativa en temas como la depresión o la tragedia. Además de gracioso, es cierto. La alegría queda reservada para las grandes producciones. En este pequeño mercado venimos a llorar, casi tanto como lo hacen sus desarrolladores para, tras años y años de esfuerzo, sorprendernos con propuestas únicas, potentes y emocionales. Es pronto para saber hasta que punto nos forzará Endling la lagrimilla, pero ya os digo que, yendo la cosa de crías y madres zorro, conmigo lo tienen fácil.