Manolo cabeza huevo
Paren rotativas: Elon Musk ha comprado Twitter. Detrás del movimiento milmillonario por una red social que es un estercolero, se esconde la crisis de un hombre incapaz de asumir la fuerza de naturaleza. Por mucho que lo intente, por más que quiera revivir lo que está muerto y experimentar su propia pasión turca, la realidad es que su cabeza es un tobogán de piojos. Sin embargo, como lo fácil es cubrir (y nunca mejor dicho) todo con dinero, el bueno de Elon piensa que puede tapar el sol con el dedo gastándose más de 40.000 millones de dólares. Y, aún así, aún con toda la pasta del mundo y medio planeta a sus pies, cuando se vaya a dormir seguirá preso de su propio desierto (tranquilidad, en algún punto enlazaré esto con los videojuegos).
Gente, que Elon Musk ha comprado Twitter porque se lava la cara hasta la nuca
Libertad de expresión. Quitar las vallas al campo. Cabalgar sin rumbo por el infierno de internet. Esto, en resumidas cuentas, es lo que busca Musk. Tras esta transacción histórica encontramos un sinfín de hipotéticas ventajas que revolucionarán Twitter tal y cómo lo conocemos. Se acabaron los bots, el reinado de las cuentas pagadas llegará a su fin. Los bulos, las mentiras o, como dirían los que reniegan del español, las fake news, dejarán de existir cuando nuestro amado líder, Elon Musk, descienda y nos bendiga con su gracia. Oh, alabado seas, salvador.
Gracias a ti, lo que antes era una ponzoña ahora será un sitio puro y libre de insultos y juicios vacíos. Tras conocer la noticia, pude al fin descansar en paz. Años y años de navegar por gusto en este pozo infecto encontrarán, al fin, un sentido tras tu compra. Desde hoy, sé que Twitter está en buenas manos. Incluso, en la soledad de la habitación, durante mis largos sueños húmedos, pensé en cómo traerías a Donald Trump cual caballo de Troya. Como adalid de la libertad de expresión, devolverás al pueblo lo que es del pueblo. Por suerte, doy gracias a Dios de haber nacido en la época correcta y poder experimentar todo esto. Sin Musk y sin Trump, los faros y guías de mi camino, no sé qué sería de mí.
Paciencia, en breve lo enlazo con videojuegos
Tengo tantas dudas en mi cuerpo que no sé por dónde empezar. Desde que sé que Elon Musk compra Twitter porque tiene muchos flecos que ocultar, me siento intranquilo y expectante. Lo primero, por desconocer cuál será la siguiente compra estúpida que se haga en el mundo; lo segundo, por desconocer cuál será la siguiente compra estúpida que se haga en el mundo. Pese a que sucedió hace escasas horas, los ríos de tinta ya han corrido y dictaminado su juicio sobre la adquisición. No es para menos, hablamos de un caramelito para el SEO, el posicionamiento y generar clicks. De no ser así, ¿por qué iba a existir este artículo en una web de videojuegos? (Tranquilidad, queda menos).
A nadie se le escapa que se podrían hacer muchas cosas con el dinero que ha costado Twitter. Entre las muchas opciones que he leído, existen dos que destacan por encima del resto: acabar con el hambre en el mundo y/o tumbar a un sistema obcecado en enriquecer a unos pocos a coste de endeudar al grueso de la población mundial. Sin embargo, estamos en un portal centrado en juegos, aquí no tocamos esos temas. ¿Política? ¿Injusticias sociales? Por favor, aleja eso de mí, yo solo quiero quejarme del rumbo de Kingdom Hearts y fantasear con una consola portátil que no puedo comprar en el Carrefour. Ya está, ya hemos hablado de videojuegos, ¿contento?
A lo que voy, por si no había quedado claro, es a señalar un dogma, una verdad irrefutable que no podrá enterrar todo el dinero del mundo: Elon Musk es un cosplay viviente del Dr. Maligno y por eso se ha comprado Twitter. Fuera de eso, poco o nada importa. Así, en la vida hay dos opciones: asumir que no tienes un pelo de tonto y ciclarte (véase a Jeff Bezos o Johnny Sins) o evadir la realidad y jugar a ser dios mientras eres incapaz de superar tus crisis (véase a Elon Musk o Santiago Abascal).
Yo, puestos a elegir bando, me quedo en el de los ciclados ya que es la decisión que tomarían los de Jersey Shore. Dios, qué programa tan bueno, quizás alguien debería dedicarle un Deformación Profesional…