Perdido entre las estrellas
Cualquier aficionado a la ciencia ficción alucinaría con la idea de viajar por el espacio, de llegar más allá de Orión. Con Elite Dangerous es posible. Convertirnos en capitán, comprar nuestras naves y surcar la Vía Láctea en un futuro lejano en el que la humanidad ha colonizado diversos sistemas alrededor del sistema solar, llegando a establecer colonias en lugares ciertamente remotos dentro de nuestra galaxia. Estas son las premisas con las que esta especie de simulador multijugador online nos pretende atraer hacia una galaxia virtual a escala 1:1.
Sí, habéis leído bien. El “mapa estelar” de Elite Dangerous está a escala real, cartografiado con los datos actuales que se conocen, incluyendo en la galaxia 400.000 millones de sistemas basados en nuestro entendimiento de la física, aderezado con la fantasía de poseer naves interestelares que se desplazan a varias veces la velocidad de la luz y pueden realizar “saltos” entre sistemas. Con ello, las vastas distancias se reducen, pues podemos ir de Sol a Altair en pocos minutos. “El viaje” —así es cómo llamaría a la experiencia si hubiera que calificarla de algún modo— no es para todo el mundo. Siempre recomiendo este título a amigos y conocidos, pero junto a la recomendación aviso de la necesidad de ver algún que otro vídeo y conocer bien la experiencia antes de optar por entrar en su universo, pues no es lo que cualquiera podría esperar. Por ello, pese a que mi intención para este tributo era comentar las sensaciones que me ha producido y me produce a día de hoy, estas irán acompañadas de alguna que otra explicación de cómo funciona el juego para todo intrépido aspirante a comandante que dude acerca de si Elite Dangerous merece o no su tiempo.
Tenemos por delante un juego que, como comentaba, se desarrolla en una galaxia, la cual compartimos con otros jugadores de todo el mundo. Esto implica que el desarrollo de la misma es el mismo para todos, los eventos, las interacciones entre potencias, etcétera. Esto recordará en gran medida a EVE Online, aunque dista mucho de él en otras cuestiones. Lo cierto es que las comparaciones han sido contraproducentes con Elite Dangerous, pues a pesar de su reluciente apartado gráfico y sonoro —en serio, cada salto hiperespacial es la delicia de unos buenos altavoces—, su relación con el esperado Star Citizen lo suele dejar en mal lugar. Esto es así porque en Elite Dangerous nuestras posibilidades son más limitadas. Estamos hablando de un título que salió a la venta en 2014 y que, pese a grandísimas actualizaciones que han ampliado mucho la forma de jugar, el usuario no puede deambular como un individuo ajeno a un vehículo, como sí sucede en Star Citizen. No hay ciudades visitables (aunque las veamos a lo lejos en los planetas habitados) y nuestra acción se limita al espacio profundo, a las estaciones orbitales y a los planetas rocosos en los que podemos aterrizar si poseemos la expansión Horizons.
Pero, ¿qué le falta entonces a Elite Dangerous? Bueno, sinceramente creo que los de Frontier han desarrollado un título que no requiere parecerse (ni busca hacerlo) a las premisas de Star Citizen. Son dinámicas distintas y funcionan bien, cada una en su terreno. Estamos ante un juego de simulación de vuelo espacial en el que podemos encarnar varios roles y cuyo objetivo es hacer dinero, introduciéndonos en la comunidad y haciendo frente a los eventos que la narrativa que emerge del propio título nos pone por delante. Ejemplo de ello es el powerplay o sistema de facciones. En esta galaxia todo avanza en tiempo real, pero unos años por delante. El año 3306 para ser concretos, pero la fecha y la hora coinciden con nuestra actualidad. Con ello, el avance de la narrativa depende en gran medida de los actos de la comunidad, algo parecido a lo que sucede con Fortnite, pero a una escala de jugadores bastante más reducida.
Existe algo llamado “la burbuja”, la zona colonizada por la humanidad, donde las distintas potencias luchan entre sí por el control de los diferentes sistemas. Como jugadores, podemos afiliarnos a los líderes de las potencias y contribuir a su dominación para obtener más beneficios, siempre que queramos participar de ello, aunque no sea necesario para la experiencia. De hecho, lo más interesante es sin duda el establecer nuestros principales roles a los que dedicar nuestro tiempo, construir poco a poco una nave apta para el rol y despegar rumbo a nuestras tareas en busca de los beneficios y la reputación que nos permitan hacernos con mejores naves. Estos roles irán desde comerciante, comprando barato en algunos sistemas e intentando venderlos en otros a mayor precio, hasta pirata espacial, asaltando a otros jugadores. Lo cierto es que también podemos dedicarnos a la minería o, la que considero más especial: la exploración. El entramado de sistemas estelares está perfectamente hilado. Cada uno suele asociarse a una potencia, tiene facciones internas propias y dedica su actividad a una de las diferentes ramas. Hay sistemas en los que la industria es química, por lo que venderán a buen precio productos de esta índole, mientras que comprarán a toda costa cualquier materia prima que llevemos y les sirva. Todo ello proporciona la sensación de una galaxia viva y activa, en la que cada cosa que sucede tiene sentido.
Tenemos una enorme cantidad de naves entre las que elegir, cada una con unas características específicas para cada rol, pero altamente modificables para que cada usuario tenga la libertad de emplear la que considere más adecuada. Pese a que la mayor parte del tiempo lo pasaremos viendo todo desde el interior de la cabina, podemos activar la cámara libre cuando queramos para apreciar el increíble entorno – con nuestra nave incluida -, aprovechando además un “Modo Foto” que no pausa la acción, pero que igualmente nos permite tomar instantáneas como las que ilustran este artículo.
Por supuesto, podemos salir de la burbuja. Lo cierto es que podemos ir a cualquier sistema de la galaxia, siempre que estemos preparados para un trayecto arduo. Salir de la zona más habitada implica menos posibilidades de repostar y, aunque podemos aprovechar la energía de cada estrella para recargar nuestro combustible, una mala gestión puede dejarnos perdidos en el espacio. La exploración es la actividad más contemplativa en Elite Dangerous, así como una de las más arriesgadas, pues implica alejarnos para sacar mayor beneficio. Pero merece la pena dar varios saltos entre sistemas y de repente encontrar una estrella de neutrones, un agujero negro o simplemente planetas que cartografiar para poder vender esos planos. Si hay un título apto para desconectar de lo real y disfrutar de ratos de soledad contemplativa, es este.
La comunidad de Elite Dangerous está bastante activa. Grupos como Fuel Rats pueden sacarnos de un apuro si nos quedamos sin combustible rescatando nuestra nave, mientras otros organizan expediciones al centro de la galaxia. Todo ello se acaba trasladando al juego y la intervención de los jugadores altera la economía, así como afecta al mencionado powerplay. Ejemplo de ello es la aparición de los Thargoides, unos alienígenas que comenzaron hace tiempo a hacer acto de presencia atacando a jugadores en los sistemas más amenazados por su actividad. Ahora, parte del trasfondo del título se orienta hacia ellos, mientras en Frontier preparan las próximas actualizaciones que implican la posibilidad de obtener grandes cruceros que permiten almacenar nuestras naves y que, una vez más, cambiarán la jugabilidad por completo.
En definitiva, Elite Dangerous es un juego al que conectarnos en busca de la desconexión. Se trata de un título gratamente contemplativo que nos puede poner en situaciones muy peliagudas y de tensión, pero en el que pasaremos más tiempo admirando nuestro entorno, pretendiendo ser los primeros en encontrar lo que nadie ha descubierto aún en un sistema alejado de toda actividad, o bien simplemente llevando objetos de un lado a otro y cumpliendo algunas misiones por el camino para poder comprarnos esa nave tan grande que vimos en la estación. Bueno, quizás nuestra pasión sea cazar a los principales piratas espaciales de la zona, o pasar de contrabando mercancías que solo son legales en el territorio de nuestra facción, pero por las que obtenemos gran beneficio en otros lugares. Todo apasionado del espacio disfrutaría de una experiencia así, perdido entre las estrellas.