Aunque sea un videojuego, sigues siendo tú
El siguiente artículo no es nada de otro mundo. No te voy a enumerar diez juegos distintos y comparar a los jefes finales de estos. Tampoco te voy a contar mi primera experiencia con un ordenador. Lo que quiero que hagamos los dos ahora, tú y yo, es que reflexionemos de forma profunda. Yo lo estoy haciendo mientras explayo letra por letra todo lo que está en mi cabeza en estos momentos y a ti… a ti te pido que lo hagas tranquilamente después de leer este artículo, si no te mueres antes del aburrimiento, claro. En este pequeño instante, querría tocar un tema que suele ser bastante polémico, un tema que trata de los vídeojuego y las trampas. Sé que estarás pensando algo como: “¡otro que quiere quejarse de los hackers, anda a casa llorica!” Pero no. No es eso de lo que realmente quiero hablar esta vez. Lo que quiero hacer en este momento, es concienciar a todos los jugadores (o al menos a los que les llegue este artículo y esto sea algo nuevo para ellos) de que la forma de jugar es un reflejo casi perfecto de nuestra personalidad y del tipo de persona que somos en el día a día. Parece un poco de flipado, ¿eh? Te diré porque llegué a esta conclusión.
Resulta que justo anteayer, estaba jugando unas partidas con un colega a uno de los últimos Call of Duty’s que realmente disfruté, Call of Duty: Modern Warfare 3. Todo iba bastante bien, hasta el momento en el que entramos a una partida en la que había un jugador que tenía un alto número de bajas y un número notablemente inferior de muertes. Hasta ahí todo correcto. Puede haber perfectamente gente con mucha habilidad que se ha pasado muchísimas horas dándole fuego al asunto para pulir los reflejos. Conforme seguíamos en la partida, comenzamos a darnos cuenta que cada vez teníamos más cámaras de muerte de ese sujeto que de cualquier otro. La tensión seguía subiendo. Y a decir la verdad, a mi personalmente tampoco me gusta suponer que alguien es un tramposo o que utiliza alguna especie de ventaja ilegal. Pero por suerte, acabamos la partida y pensamos que en la siguiente, nos iría algo mejor, al menos contra ese jugador. Pero nos equivocamos de forma bestial. Al comenzar la siguiente partida, cuando algo más de la mitad de toda la lobby conseguían sus primeras y segundas bajas, aquel tipo ya tenía unas cinco o seis y varias asistencias. En ese instante, a mi amigo y a mi, ya nos había quedado claro quien era ese tipo. El típico ‘pro’ de poca monta que lo único que sabe hacer en sus ratos libres es ir fastidiando partidas por los diferentes títulos.
Nosotros dos y algunas personas más, incluso de su equipo, comenzamos a acusarle de que llevaba algo que le hacía volar cabezas como si de globos se tratara. Y en cambio, él respondía con frases propias de un amateur poniéndose un inyector (un programa externo que se ejecuta después de haber iniciado la aplicación con la cual va a interactuar) en el juego para ver a través de las paredes tipo – ¡Vaya, que raro que me llamen hacker! ¡Si, gracias, soy un hacker! Frases que lo único que hacían era cabrear a la mitad de los jugadores de la partida. Todo eso, más la forma de comportarse al ver las cámaras de muerte y los comentarios de su perfil en los que la gente le acusaba de hacer trampas… Todo apuntaba a uno. Después, sus amiguetes intentaban meternos a la fuerza la idea de que ese tipo era bueno y que nosotros eramos unos mancos. Iban pasando las partidas y yo seguía poniéndole a prueba con diferentes clases y ventajas para ver si su ‘tremenda habilidad’ era real y lo único que hacía era ayudarse con radares o UAV’s. Y todo eso en vano, ya que realmente se trataba de un irritante tramposo.
Ahora que ya sabéis la historia, puedo seguir con la reflexión. Después de varias partidas de apretar mandíbulas y decir muchas palabras malsonantes, estando una vez en el menú a punto de salir del juego, le dije a mi colega (palabras textuales): “Tío, ya no se trata de utilizar hacks o no, ser bueno o no, directamente todo esto trata de tener principios morales. Que más da que seas malo o bueno, lo que importa es que no engañes a los demás ni a ti mismo”. Me quedé un rato pensando en lo que dije, sintiéndome un poco mejor ya que puedo decir con la mano en el corazón que mi conciencia está totalmente limpia y más en ese tipo de asuntos. Entiendo (dentro de lo que cabe) que puedas ponerte un hack de nivel para desbloquear títulos, armas y emblemas… Pero ¿ver a través de paredes y jugar con apuntado automático? Me parece que las personas que lo hacen son las típicas que no tienen principios y todo lo que han conseguido hasta ahora es a base de hacer trampas. Sea en los estudios, en el trabajo, en la vida privada… Quizá ese tipo de personas no quieren tomarse las molestias en mejorar su existencia con esfuerzo y directamente acuden a chanchullos y engaños. Claro, si en clase me copio y apruebo sin hacer nada en todo el año, en un videojuego me pongo trampas y soy el mejor de todos, ¿verdad? Ojalá el mundo fuera solo eso, ser el primero y el mejor… Cada uno tiene sus principios y su orgullo. También existen personas que buscan elevarse por encima de todo y todos, sin importar el precio de ello, sea de forma lícita o no. Pero si hay una forma más fácil y rápida, aunque no sea legal, mejor que mejor, ¿no es cierto? Entonces no sé con qué objetivo sigue jugando este tipo de personas o estudiando para ser ‘alguien’ en esta vida, como muchos suelen decir. ¿Por qué quieres jugar con trampas, si el día de mañana quizá te toque jugar sin trampas contra una persona que realmente se lo haya currado? ¿Porqué quieres seguir aprobando a base de chuletas, si el día de mañana puede que vayas a trabajar y fastidies la vida de alguien por tu incompetencia y falta de esa experiencia?
¿Veis? A ese punto quería llegar. Al punto que nos muestra de que realmente todo es un reflejo. La forma que tiene uno de jugar, refleja su personalidad de forma más pura. Obviamente existen muchos casos aparte, pero la gran mayoría de estos cumple con mi pequeña “teoría reflexiva”. Creo que debemos trabajar en nosotros mismos, para que el día de mañana nada nos sorprenda y podamos estar orgullosos de nuestros avances. Ya sea en el trabajo, en la escuela o en un simple videojuego que esconde y muestra mucho más de lo que nuestra mente puede captar.