Una disculpa basta para olvidar
Siempre me ha gustado ABBA. Me aficioné desde bien chiquitito gracias a mis padres. A día de hoy el grupo sueco sigue sacándome una sonrisa cada vez que escucho sus melodías. Especialmente su ópera prima, Waterloo. Esta atemporal canción me ha acompañado durante buena parte de mi adolescencia, y ha rondado por mi cabeza en incontables ocasiones, obligándome a tararear su pegadiza melodía como un disco rayado. Su letra, aunque sencilla, está cargada de divertidas referencias a nuestro pasado y contiene una frase que repito a modo de mantra antes de tomar ciertas decisiones: «the history book on the shelf is always repeating itself», que vendría a decir «el libro de historia de la estantería se repite una y otra vez».
¿Y qué tiene que ver todo esto con los videojuegos? Muy sencillo: una noticia reciente me ha hecho recordar esta frase de la popular canción de ABBA. Hablo de las disculpas que ha pedido (otra vez) CD Projekt RED por el incalificable lanzamiento de Cyberpunk 2077. Un juego que apuntaba al cielo y terminó cavando su propia tumba. La compañía polaca asegura que esta complicada experiencia les ha enseñado una lección que nunca olvidarán. La verdad es que temo que CD Projekt no aprenda de sus errores, al igual que me espanta pensar que la comunidad de jugadores tenga una memoria a corto plazo, o una indiferencia aplastante, que permita que se nos vuelva a engañar como si fuéramos tontos.
Lo cierto es que no me extrañaría que esto pudiera suceder en un futuro. Quizá no con CD Projekt, empresa con la que (espero) seremos más cautelosos de ahora en adelante, pero sí con otras compañías. Seguramente el libro de historia se repita otra vez, y nos dejemos engañar colectivamente ante una campaña de marketing apabullante y unas promesas que excitarían a cualquiera. Porque todos nos hemos perdido alguna vez en el humo que nos vendían las desarrolladoras. Watch Dogs y sus gráficos next-gen que nos dejaron boquiabiertos, para que al final no tuviera ni reflejos en el agua. Aliens: Colonial Marines y su ambientación que prometía transportarnos a la mítica película de Ridley Scott, y cuyo resultado no se acercó ni a un filme de serie B. No Man’s Sky y el infinito por descubrir, para que al final nuestra nave fallara más que las misiones del SpaceX.
Efectivamente el caso de Cyberpunk 2077 no ha sido un hecho aislado. En la última década podemos encontrar ejemplos de compañías de renombre anunciando a bombo y platillo un videojuego, y creando unas expectativas irreales que se presumían imposibles de satisfacer. Porque todos tenemos claro que estas prácticas se realizan sabiendo que el videojuego no cumple para nada con lo prometido. Estas empresas saben que la polémica que van a suscitar sus obras será notable, pero más lo serán los beneficios, incluso restando el daño reputacional.
La compañía francesa Ubisoft ya sabe cómo funciona este asunto. Su extensa trayectoria está plagada de borrones y cuentas nuevas. Puntos apartes que iban a dejar atrás errores del pasado. En una entrevista a The Guardian en 2013, el por aquel entonces CEO de Ubisoft, Yves Guillemot, afirmaba lo siguiente: «Hemos aprendido de los errores que cometimos con Watch Dogs». Palabras casi idénticas pronunciadas menos de una década después por CD Projekt para reflejar una situación similar: una enorme campaña de marketing que ha desembocado en un aluvión de críticas porque no se cumplían las promesas realizadas previamente al lanzamiento del juego. Dos modus operandi similares que se han saldado con resultados parecidos. Watch Dogs, aún con el downgrade que sufrió, ha vendido más de 10 millones de copias, mientras que Cyberpunk 2077 ya ha sobrepasado los 13 millones de ejemplares. ¿Les afecta realmente que el lanzamiento sea controversial si luego acaban ingresando grandes cantidades de dinero?
La respuesta es no. Siguiendo con Ubisoft, el año 2014 se perfiló como uno de los más controvertidos para esta desarrolladora. Si en mayo percibieron críticas por Watch Dogs, en noviembre las recibían por Assassin’s Creed: Unity. La Francia revolucionaria del siglo XVIII resultó no ser tan innovadora como prometió. El salto a la siguiente generación de consolas no hizo las delicias de los jugadores, sino más bien recreó sus peores pesadillas. Un juego al que la palabra «roto» se le antojaba pequeña. Si bien es cierto que bastantes de sus carencias fueron solucionadas en gran medida a través de parches y actualizaciones, la realidad es que todos nos echamos unas risas (o lamentamos tremendo despropósito) con los desternillantes vídeos sobre los bugs más divertidos e increíbles del videojuego. ¿En qué quedamos, Ubisoft? ¿Has aprendido de los errores? ¿O los beneficios siguen siendo superiores a las posibles pérdidas?
Ubisoft y CD Projekt RED tienen algo en común: son grandes compañías del sector con beneficios millonarios. ¿Qué significa esto? Que pueden permitirse tener alguna mancha en sus currículos. Además, el gran músculo para el marketing de estas empresas hace que la sensación de engaño generalizado se agudice, pues los casos en los que ocurre esta mala praxis son especialmente virales. Compañías de menor calibre no pueden permitirse errores ni polémicas que les roben posibles ventas, pues esto podría ser un detonante para el cierre del estudio. Además las expectativas que se depositan en estos videojuegos no son tan intransigentes e inverosímiles como en títulos provenientes de desarrolladoras consagradas.
Mientras que el historial de CD Projekt es, cuanto menos, más confiable que el de Ubisoft, no quita que lo que han hecho con Cyberpunk 2077 esté mal. Muy mal. La campaña promocional rimbombante, la falta de información sobre las versiones de pasada generación, la promesa de una experiencia jugable inigualable que cayó en saco roto. Todo parte de un plan urgido sin miramientos empujado por el gran tirón monetario que esperaban percibir. Sinceramente, creo que CD Projekt RED no nos defraudará en el futuro. Sobre todo en sus lanzamientos más cercanos. Porque necesitan redimirse, lavar su imagen. Creo que la desarrolladora tendrá cuidado de no tropezar dos veces con la misma piedra, porque aunque poderosa, no es invencible.
Hay que recordar que esto seguirá pasando. Quizá no por culpa de los trabajadores de la compañía, sino de las personas que realmente controlan la empresa, a saber: accionistas, directivos, empresarios… Personas que en muchas ocasiones no tienen el amor por el medio (y parece que tampoco escrúpulos) que sí tienen los desarrolladores y compradores del producto. Esta situación tampoco es exclusiva del medio de los videojuegos, pero, al ser la cuestión que nos atañe, solo quiero despertar la visión crítica de los compradores. La pujanza por la seguridad de las compras. La certeza de que es un buen producto y no solo un videojuego sacacuartos. Aunque sé que no es una posición del todo realista, en un mundo en el que nos venden el producto antes de que lo podamos ver.
La de veces que nos han tomado el pelo a los jugadores es innumerable. Promesas incumplidas. Videojuegos deplorables. Tráileres irreales. Pero parece que no aprendemos. Seguimos tragándonos las elocuencias de aquellos que nos quieren engañar, con todas las letras. Porque no hay otra palabra para describir esta situación. Un burdo engaño que nos venden envuelto en papel dorado para que lo compremos sin pensar. Esta situación me ha recordado a un refrán que refleja la corta memoria y el escaso autocontrol de unos jugadores que compran por impulso y sin cuidado: «Pan con pan, comida de tontos». Si el pan fuera una mentira nos comeríamos las barras de un bocado.