Uncharted llega a los cines, Indiana Jones vuelve a los videojuegos
El cine y los videojuegos siempre han sido dos medios hermanos. Lo audiovisual visto desde dos prismas. Dos perspectivas que fueron muy diferentes hace años, pero que cada vez están más cerca el uno del otro. No es casualidad que empresas como Sony o Disney naden cada vez más entre los dos medios. Pero hoy vamos a empezar recordando a una un tanto especial. LucasArts fue una de las desarrolladoras más célebres de la década de los 90. La rama videojueguil de la empresa madre de StarWars cambió la forma en la que se contaban historias en el medio. Gracias a sus ya míticas Grim Fandango, Monkey Island o Maniac Mansion, las aventuras gráficas vivieron su época dorada. Y fue entre esta gran colección de joyas donde tuvimos las primeras adaptaciones de una de las franquicias más importantes de Lucas: Indiana Jones. Con The Fate of Atlantis como la más celebrada por los fans.
Indiana Jones es una de las marcas más icónicas de nuestra generación. Ya no solo por las grandes cantidades de dinero que generó o porque marcara una época, sino porque supuso la creación de prácticamente un género. Puso en el imaginario colectivo las historias de aventureros en busca de tumbas y templos antiguos. Algo así como hizo StarWars con las películas del espacio o Harry Potter con las historias de magos y varitas. A partir de ese momento sería imposible no pensar en un látigo y en un sombrero de cawboy si hablábamos de una historia con un protagonista intrépido en busca de descubrimientos arqueológicos.
Pero hubo alguien que se atrevió a hacer frente a uno de los personajes más famosos del cine. Creada por Core Design y Eidos, Tomb Raider fue la gran representante de las aventuras arqueológicas en el mundo del videojuego. Esta vez no había látigo, ni sombrero. Porque lejos de ser simplemente la versión femenina de Indiana, Lara Croft presentaba a una buscadora de tumbas mucho más dura, más ágil y más letal que su hermano en la gran pantalla. Fue aquí cuando vimos que las historias de aventureros no tenían por qué quedarse simplemente en eso, historias. Sino que, si nuestro personaje era un explorador, ágil y ducho con las armas, esto podía trasladarse a la jugabilidad. Plataformeo, puzzles, disparos, en Tomb Raider éramos nosotros los que vivíamos la aventura y los que teníamos que descubrir los misterios que escondían estos templos llenos de trampas y secretos.
Fue precisamente algo obvio, el salto de la franquicia al cine. De la mano de la siempre icónica Angelina Jolie, pudimos disfrutar de una Lara Croft que traspasaba la pantalla y se hacía con el público. Con su ya emblemática coleta y su pistola en cada mano, quizás no ocupó el lugar de Indiana, pero sí se hizo su propio hueco en la industria.
Pero fue en PS3 cuando, si me permitís la expresión, la reina fue destronada. Naughty Dog había terminado su trilogía con Jak & Daxter y repetido la jugada de Crash Team Racing en Villa Refugio. Era el momento de presentar al gran público su nuevo paso a delante; su nueva IP: Uncharted. Un juego que no solo iba de un arqueólogo en busca de aventuras, sino que era en sí mismo, un homenaje a las películas de los 80. En definitiva, un homenaje a Indiana Jones. El videojuego y el cine se daban la mano en un videojuego que, de nuevo, cambió la forma de contar historias en el medio. Quizás el primero peca de ser poco más que un shooter en la selva, pero Uncharted 2 creó una fórmula infalible. Tiroteos encima de un tren, edificios que se derrumban, helicópteros en llamas; en las aventuras de Nathan Drake todo remaba hacia un mismo objetivo: la espectacularidad.
No es casualidad que la mismísima Lara Croft, bajo el ala de Square-Enix, tuviera que cambiar su fórmula reiniciando las bases de la saga. Tanto de sus videojuegos como de las películas. Los estándares habían cambiado. Cuando hablábamos de historias de exploradores, ya no pensábamos en un látigo y un sombrero, tampoco en unas pistolas y una coleta. Lo cinematográfico de la propuesta de Nathan era incontestable, más si miramos a la cuarta parte. Probablemente el cénit de un género. Es por eso que el salto de Uncharted a los cines era un paso más que orgánico.
La recién estrenada película de Uncharted es exactamente lo que nos podíamos imaginar. Una suerte de comedia de aventuras, fresca y espectacular sin mucha más pretensión que hacernos pasar un buen rato. Aunque aquí, ya no vemos tanta emulación de las películas de Indiana Jones de los 80, sino más bien a las aventuras actuales como el propio Spider-Man. La cinta funciona como precuela de los videojuegos, algo que choca con la aparición de escenas calcadas de ellos, como la del avión de los trailers de Uncharted 3 o la de la subasta de A Thief’s End. En cualquier caso, se agradece la vuelta de películas de este género, que se echaba en falta desde Piratas del Caribe. Quizás esta sea la oportunidad de Sony de hacer de esto su nueva gran saga cinematográfica.
Visto lo visto, parece que la franquicia estrella de PlayStation, que quizás es lo más parecido que tiene a una “mascota” ahora mismo, está lejos de terminar. Algo que contrasta mucho con el estado de su precursor, Indiana Jones. Después del resurgir de StarWars y el cierre de LucasArts, como primera medida después de la compra por parte de Disney, podría parecer que Lucas se hubiera olvidado de su otra gran saga. Sin embargo, Mickey Mouse y compañía ya han movido ficha. Se sabe ya que Indiana Jones 5 está en el horno. Y por sorprendente que parezca, la gran presentación de LucasFilm Games, la rama dedicada a la explotación en videojuegos (que no desarrollo) de las marcas de Lucas, no usó sables láser ni naves espaciales. En su defecto solo vimos una mesa con objetos entre los que destacaban dos en concreto: un látigo y un sombrero.
El proyecto desarrollado por MachineGames, con nada menos que Todd Howard a la cabeza, tiene vistas de ser una de las grandes apuestas de Microsoft de cara al futuro de Bethesda. Y podría parecer relativamente obvia la conexión de este juego con la saga de Nathan Drake. Ahora, con la skin del personaje original. Sin embargo, creo que, como he dicho, Uncharted 4 fue el cénit de un género. Ese tipo de juegos que es contraproducente imitar, porque la comparativa no beneficiaría a nadie. Es más, diría que Indiana Jones, el puro Indiana Jones, puede ofrecer mucho más que limitarse a imitar una fórmula híperimitada.
Spelunky tiene todo y nada que ver con el juego de Naughty Dog. La inspiración en Indiana Jones es algo fuera de dudas desde que vemos, de nuevo, el gorro y el látigo. Sin embargo, en este caso el juego de Derek Yu va mucho más allá de lo estético. De hecho, la ilustración que marca toda la dirección de arte, tiene poco que ver con la espectacularidad de una película de Hollywood. Y, sin embargo, al descubrir cada nueva zona, cada nueva interacción con el escenario o con un personaje, nos sentimos más exploradores que nunca.
Jugar a los primeros Uncharted y sus numerosísimos tiroteos ahora mismo, con un medio ya maduro del videojuego, choca frontalmente con la narrativa del juego y del personaje. La espectacularidad por encima de todo, hace que, aunque el tono de la historia sea relajado y con toques de humor, el juego nos premie por pegar un tiro en la cabeza a diez personas seguidas. Logros mediante. Pero, ¿es eso lo que mejor representa a un aventurero arqueólogo como Indiana Jones? Sé que esto es un poco utópico teniendo en cuenta que el estudio encargado ha trabajado en uno de los shooters más encarnizados de la pasada generación. Pero quizás sea hora de, si no dejar los tiroteos a un lado, desde luego sí ceder espacio a otros apartados como el principal pilar de un personaje como Indiana: la exploración.
Artilugios que abren puertas secretas, objetos mágicos que interactúan con el entorno, locuras mitológicas. Si Spelunky acierta en lo que hace, es porque consigue sorprendernos con cada descubrimiento que hacemos entre sus niveles. Uncharted y Tomb Raider han triunfado acercando los videojuegos a una dimensión mucho más cinematográfica, más si cabe, ahora que tenemos la película con Tom Holland. Sin embargo, quizás el éxito del retorno de Indiana Jones a los videojuegos sea precisamente esa, trasladar las bondades del personaje a un terreno jugable, que la exploración, y por supuesto el látigo, sean el eje del diseño y que cada hallazgo sea una sorpresa. El mejor videojuego de Indiana Jones no necesita imitar otros medios ni otras franquicias, sino ser más videojuego.