Start A Fire
Cuando en el momento de escribir estas líneas se me pasó por la cabeza la idea de preguntar acerca de su opinión sobre el E3 2019 a mis allegados – con quienes, cabe destacar, contemplé presencialmente, desde la hospitalidad propia del hogar, el evento angelino -, estos consiguieron definírmelo, tras unos muy breves segundos de deliberación, en dos palabras: insípido e inconsistente. Dos palabras con las que, he de confesar, no me encuentro del todo de acuerdo – dado que, desde mi inusual optimismo, considero que la feria también nos ha dejado noticias fantásticas, como ese brutal Doom Eternal o esa inesperada versión de The Witcher 3 para Nintendo Switch que me hará rejugar por cuarta vez el magnum opus de CD Projekt RED de aquí a unos meses -, pero dos palabras que, al fin y al cabo, son acertadas para extractar el juicio colectivo según lo visto en redes. Y es que, independientemente del grado de satisfacción personal, a nadie debería de extrañar que las conferencias previas a la edición de este año hayan sabido a poco; no necesariamente por la omisión de esperados anuncios, sí por la ausencia de sorpresa proveniente de la anticipación popular o profesional de los mismos.
La era del spoiler – en plena vigencia desde hace más años de los que nos gustaría admitir – y la cultura pop en la que nos encontramos inmersos hasta el cuello han acabado devorando nuestro medio con la misma ferocidad que al resto de industrias, como bien vaticiné – libre de todo tipo de mérito, ayudado por la convención social – el pasado año 2018. La desmesurada cantidad de filtraciones que hemos podido descubrir los días previos al evento, ayudadas por los propios anuncios y avances realizados de primera mano por las compañías asistentes, resultaron en un amasijo de conferencias que, en líneas generales, no sorprendieron ni a propios ni a extraños, y que, de hecho, no lo tuvieron demasiado difícil para decepcionar a todo aquel que esperase cierta información rumoreada – y que muchos medios prácticamente tratábamos como verídica; entonemos un mea culpa – a la que finalmente no hemos tenido acceso, como puede ser el caso de los ansiados detalles relativos a Bayonetta 3, a Metroid Prime 4, a Town (lo nuevo de Game Freak) o a una Project Scarlett de la que apenas se presentó su concepto, fechando el tardío cambio generacional para finales de 2020.
La consecuencia directa de la avalancha de información previa al evento, de esta manera, ha provocado que incluso las mejores conferencias, como bien ha podido ser el caso de Nintendo, Xbox o Square Enix, se hayan limitado a ampliar la información sobre productos cuya existencia ya nos era conocida de antemano, mostrando nuevos materiales pero ofreciendo en muy contados casos fechas, precios y otros valores derivados del estreno. Final Fantasy VII Remake, el que probablemente haya sido el juego que ha marcado este E3 (con el permiso de un potable pero aun mejorable Marvel’s Avengers), lleva anunciado nada más y nada menos que cuatro años, fruto de la actual complejidad de los desarrollos, siendo su mera presencia – igualmente adelantada a través del último State of Play – lo más llamativo de prácticamente toda la feria. Se trata de un acontecimiento relevante, que debería de suponernos un punto de inflexión y apoyo a la hora de ayudarnos a recaer en el mero hecho de que la exposición angelina, o al menos el concepto que hasta hace un par de años teníamos asimilado de la misma, ya no existe. Una perspectiva tan nietzscheana como realista, que, considero, debemos de asimilar cuanto antes para aprender a entender la feria de una forma diferente.
Como parte del proceso, también considero importante dejar atrás a todas aquellas figuras que nos han estado acompañando durante las últimas décadas, y con las que hemos llegado a forjar auténticos vínculos emocionales – de admiración, en el mejor de los casos -, pero que no han escapado a la impasible bravura del tiempo. Es el caso de Shigeru Miyamoto, buque insignia de Nintendo y padre de archiconocidas sagas como Mario, Zelda o Donkey Kong, quien pese a los rumores que indicaban lo contrario no ha logrado lucirse en ninguna de las conferencias previas. Pero también es el caso de Hironobu Sakaguchi, Keiji Inafune, John Carmack, Yuji Horii, Goichi Suda, Michel Ancel y hasta de Hideo Kojima, pese a la incumbecia de muchos de ellos en esperados proyectos como No More Heroes III, Beyond Good & Evil 2 o Death Stranding. A cambio, eso sí, nos hemos llevado el recuerdo de caras nuevas, como la de un afable Doug Bowser que no precisó de más de unos cuantos segundos para conquistar nuestro corazoncito nintendero, sin que ello implicase la exención de esperados reencuentros con auténticos líderes como Phil Spencer, al que desde la comunidad dedicada siempre se le ha reservado un cariño especial.
El plantel de desarrolladores, no ajeno a las reglas de los mortales, muta, así, en función de los vientos de cambio que soplan en nuestra nuca día tras día, y que lo hacen con más fuerza cada vez que Keanu Reeves sale a la palestra para hablarnos de lo guay que es Cyberpunk 2077, cada vez que Ubisoft desarrolla un Watch Dogs que extrapola el concepto de avataridad a una sociedad de ‘hacktivistas’ que se rebela contra un sistema político en un Londres futurista post-Brexit donde existe un riesgo real de morir por la defensa de tus creencias y derechos – pero, ojo, siempre desde una perspectiva apolítica – y cada vez que un forero desesperado fabrica con sus manos de artesano un meme de dudosa comicidad sobre Fallout 76. Menos mal que los memes siempre estarán ahí.