Relato con argumento y personajes
El A.F.C. Bournemouth es un equipo que juega en la primera división inglesa, la Premier League. Situado en una ciudad costera del sur de Inglaterra de unos 180.000 habitantes, este conjunto nunca había tenido mucho éxito. Eso hasta la llegada de Eddie Howe, entrenador que en tan solo 10 años ha salvado al club de descender al fútbol amateur y lo ha situado en la máxima competición inglesa. Un ascenso basado en una estrategia ofensiva de buen trato de balón, un atributo similar a mi equipo favorito, el Arsenal. Podría haber optado por hacerme un modo carrera en FIFA con los londinenses, pero me apetecía probar con una plantilla más humilde. Tampoco estaba ante el peor equipo de la liga. Con un presupuesto de 47 millones tenía de sobras para hacer algunos retoques. Así invertí en jóvenes promesas de precio bajo como Unai Simón de portero o Callum Hudson-Odoi de extremo izquierdo. Una vez acabada la pretemporada, un período siempre engorroso en FIFA, me disponía a comenzar mi andadura en Bournemouth. El objetivo estaba claro: mantenerse en la mitad de la clasificación de la liga y avanzar en las copas regionales.
Y vaya si cumplimos. El equipo quedó en puestos europeos y ganó las dos copas inglesas. No fue fácil triunfar, no por incapacidad de generar ocasiones y dominar, sino porque la calidad de los equipos grandes podía decantar los partidos en cualquier momento. Pese a ello, superamos las expectativas en un camino donde aparecieron varios personajes: héroes como Wilson o Brooks con sus goles y asistencias, villanos como Francis (el típico que se queja por no jugar) y algunos sorprendentes como Hudson-Odoi, que pese a su edad ya parecía un jugador experimentado. Es cierto que no deja de ser un simple juego de fútbol, pero no voy a negar que se me puso la piel de gallina cuando Aké levantó los trofeos. No obstante, la nueva temporada ya se acercaba. Había que prepararse para el siguiente nivel, Bournemouth debía asaltar Europa.
El segundo año obligaba a hacer muchos cambios para crecer como equipo. El paso de equipo pequeño-mediano a uno de los grandes. Todas las adquisiciones y ventas respondieron a esta cuestión. Vendí a Francis, cosa que me alivió, aunque me deshací de buenos jugadores ahora sin sitio como Clyne. En su lugar llegó Ayoze Pérez, un gran delantero, y sobre todo João Cancelo, uno de los mejores laterales derecho del mundo. La inversión fue de unos 70 millones de euros, una cifra estratosférica que al final resultaría adecuada gracias al excelente rendimiento del portugués. La temporada avanzó de forma distinta, el equipo era fuerte, tenía variantes y las victorias eran más habituales. La dinámica fue tan buena que alcanzamos un éxito rotundo ganando las copas otra vez y conquistando la Europa League. Esos muchachos de la costa sur inglesa ya eran conocidos entre las élites del balompié.
La última temporada jugada trajo consigo unas inversiones monumentales. Tierney, un grandísimo lateral izquierdo; Konaté, con proyección para ser un hito en la defensa; y Rashford, el cual acabaría siendo máximo goleador de la Premier e ídolo de la afición. Lo del atacante inglés fue similar a lo ocurrido con Cancelo, un movimiento muy caro e indispensable en este caso para mejorar en el apartado goleador. En general, el año se desarrolló tan bien como los anteriores hasta que experimenté el sabor de la derrota. Y no un fracaso pasajero, sino la eliminación de las dos copas regionales y de la Champions. El dolor fue especialmente intenso en esta última competición, ya que se dio en los últimos minutos de los cuartos de final en un partido que merecimos ganar. Aún así nos quedaba la liga y había que centrarse. Era la última jornada y cuatro equipos peleábamos por el título. Necesitábamos la victoria y el encargado de traerla fue Ayoze en una cabalgada desde medio campo que acabó en un gol espectacular. La alegría fue tremenda. Cierto que se habían perdido tres trofeos, pero el triunfo liguero suponía la confirmación como uno de los grandes equipos del mundo.
Una obra dirigida por el jugador
Lo que os he contado no deja de ser un relato con su propia narrativa, con su ciclo aristotélico formado por un planteamiento, un nudo y un desenlace. Un inicio con un equipo más bien débil, un desarrollo donde el sujeto se hace fuerte a través de las experiencias y el logro de convertise en referencia. Aunque FIFA no es un juego que identifiquemos con la narrativa, lo explicado no difiere mucho de otras obras conocidas del sector. Por ejemplo, en Metal Gear Solid de PSX tenemos que impedir un ataque nuclear y sortear dificultades en un aventura con su correspondiente final. Pese a que la estructura del relato es similar, existe una diferencia abismal entre ambas obras en cuanto al cómo, a los mecanismos necesarios para articular la narrativa.
Unos recursos distintos con los cuales se articulan dos tipos de narrativa en los videojuegos. La primera de ellas es la embebida, “que se plantea desde el videojuego de manera estructural”, según expone Josué Monchán en una clase magistral en la Universidad de Málaga que recoge Deus Ex Machina. Este modelo es el que adopta el periplo de Solid Snake por Shadow Mosses. Hideo Kojima crea en su totalidad la narrativa y la desarrolla a través de un guión cargado de diálogos, temas y personajes. Interactuamos para saber más sobre la trama, empero es el creador quien nos guía con su plan. Es interesante señalar que este tipo de narrativa es similar a otros medios, tal y como explica África Curiel en una conferencia en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga. Respecto a MGS, es evidente la utilización del lenguaje cinematográfico en el desarrollo. Una narrativa, explícita, a la que estamos muy acostumbrados.
Por otra parte está la emergente, “la que crea el jugador para sí mismo”, de acuerdo a las palabras de Monchán. Aquí entra el modo carrera de FIFA. Sin disponer de una estructura narrativa, con el Bournemouth he creado una narrativa sobre la marcha que ha resultado en una creación única. ¿Y cómo lo he hecho? Recogiendo la explicación de Monchán, a través de unos narremas definidos como “la unidad mínima de estructura narrativa”. Los hay de dos tipos: de existencia pretextual y de integración intertextual, siendo estos últimos los que dan pie a un significado derivado de la interacción entre ellos. En FIFA los narremas surgen a partir de mecánicas y personajes. Por ejemplo, podríamos identificar como un narrema al fichaje de Rashford. De forma individual la adquisición tiene significado: hemos triunfado al fichar uno de los mejores delanteros del juego. Ahora bien, a la hora de interactuar con otro narrema como es el rendimiento futbolístico se genera una narrativa más rica. Ya no es solo un fichaje, es el relato del máximo goleador y del futbolista más idolatrado entre la afición. Los fichajes, las victorias, las derrotas… todas estas piezas ayudan a conformar una narrativa donde al final nuestro personaje (el equipo) consigue triunfar.
La narrativa emergente, valor único de los videojuegos
La historia del Bournemouth es un ejemplo del poder de la narrativa emergente. Es un relato creado por el jugador. Las emociones surgen gracias nuestras acciones. Los personajes a priori poco trabajados acaban guardándose un hueco en nuestro corazón. Parece una historia simple en su desarrollo, pero trae consigo una característica sorprendente: la capacidad de emocionar, de connectar con nosotros. La felicidad de ganar la liga o incluso de fichar a Messi, el mejor de todos los tiempos (spoiler de la siguiente temporada). Estamos ante un recurso que nos hace diferentes, que es único de los videojuegos. Con la interacción creamos historias hasta en títulos que no tienen como prioridad este objetivo. Además, a esta capacidad se le suma la riqueza de una narrativa variada. Cada jugador es diferente y cada narrativa generada se crea a medida de nuestras preferencias. En estas líneas hablo del Bournemouth, pero seguro que otros jugadores han elegido escuadras más pequeñas como el Wycombe Wanderers (3 división inglesa) y lo han llevado a la élite. O también otros han obtado por un equipo grande como el Barça o el Madrid y los han desmantelado, creando así una tragicomedia. En fin, las combinaciones son infinitas. ¿Y vosotros, sois habituales del modo carrera de FIFA? ¿Cómo habéis utilizado el poder de la narrativa emergente?