Cada noticia de este título me desilusiona un poquito más
Generalmente cuando le preguntas a alguien qué videojuego de Zelda es su favorito te responderá que Ocarina of Time, Breath of the Wild, o A Link to the Past. Vamos, los típicos. Luego están los Zelda de segundo rango que, sin ser alabados unánimemente por los jugadores, son títulos bastante queridos por la comunidad. Y luego tenemos a Skyward Sword, la oveja negra de los Zelda tridimensionales, que por las limitaciones del control por movimiento y la linealidad del título no tuvo la buena acogida que muchos de sus fans más acérrimos hubieran deseado. Yo soy uno de ellos: Skyward Sword es mi Zelda favorito, no me escondo. La primera aventura que disfruté en el enigmático mundo de la Trifuerza supuso un antes y un después en mi vida como aficionado a los píxeles. Portar la Espada Maestra y sentirla en mi mano ̶nunca tuve excesivos problemas con los controles de movimiento̶ fue todo un descubrimiento que logró adueñarse de una parte de mi corazón. Me pasé el juego en múltiples ocasiones, en modo héroe y completándolo al 100%. Se convirtió en el videojuego de mi vida y me introdujo en una saga que amo con locura. En el Nintendo Direct del pasado febrero estaba preparado para recibir el anuncio del lanzamiento de una versión mejorada para Switch, pero la forma en la que se mostró me fue un auténtico despropósito.
«Lo siento mucho ̶dijo Eiji Aonuma̶. El desarrollo de la secuela de Breath of the Wild sigue su curso y confiamos en proporcionaros más información este año». Un jarro de agua fría que me privó de disfrutar del anuncio de la nueva versión de uno de mis videojuegos favoritos. La rabia del momento me impidió ver con buenos ojos Skyward Sword HD. De hecho, me impide hacerlo hasta a día de hoy. No solo porque cada vez que veo el juego recuerdo ese amargo momento, sino porque las escasas ̶por no decir ausentes̶ novedades del videojuego hacen que me replantee su compra. Y el hermoso amiibo de Zelda con un pelícano ha añadido una gota más al vaso del desencanto.
¿He dicho ya que el nuevo amiibo me parece precioso? ¡Me encanta! No puedo decir otra cosa. Ese diseño de Zelda es mi preferido, y la calidad de la figurita es notable. Un precio algo elevado para un amiibo (25€) que desembolsaría con gusto como buen fanboy de la aventura celestial de Link que soy. Y aunque esta cuestión ha sido criticada por los usuarios, la mayor polémica ha venido por la funcionalidad exclusiva del coleccionable. Teletransportarse rápidamente entre el hub principal y los mundos en los que transcurre la mayoría de la aventura. Porque, vamos a enumerar las novedades del título: gráficos mejorados, controles por movimiento afinados y la posibilidad de jugar sin esta característica… Y… ya está. No hay más. Ahora paga 60€ y observa como Nintendo se ríe en tu cara. De nuevo.
Estas novedades son paupérrimas. Después de 10 años ¿no hay nada más que mejorar del juego, Nintendo? Gratis, me refiero. Porque la funcionalidad del amiibo te cuesta prácticamente la mitad del título. Aunque, no, no voy a tirar por ahí. No voy a criticar que hayan recortado una mecánica bastante útil dentro de la aventura que nos permitiría ahorrar cierto tiempo. Creo que no es para tanto. No siento que sea excesivamente pesado recorrer cierta distancia para transportarnos a través del mar de nubes. Seguramente la situación hubiera sido muchísimo más frustrante si a este juego, con una acusada falta de novedades, le hubieras recortado una nueva mazmorra o una mecánica más relevante. Imaginemos que hubieran decidido rellenar el vacío mundo de Celéstea con una mazmorra inédita, y que esta estaría a disposición de quien adquiera el amiibo de Zelda (ejem Twilight Princess).
No voy a defender lo indefendible. Este videojuego es una desfachatez en sí mismo, y lo dice alguien que realmente adora este título. A la falta de novedades y al excesivo precio se une la polémica del amiibo de Zelda, que realmente solo completa la Trifuerza de la decepción que ha supuesto este Skyward Sword HD. La cuestión de la figura podría haber sido peor, y mi desencanto por ello ha sido minúsculo, pero, sumado a una serie de despropósitos previos, solo tengo una gran tristeza en mi interior como amante de este juego que soy.