"La caja, LA CAJA"
Siempre he pensado que las opiniones externas vienen bien al no estar condicionadas por ciertos límites que inconscientemente ponemos; sin embargo, también viene bien tener una mínima idea de lo que se está hablando si estamos en un apartado más técnico. Ayer, Josh Hawley, senador republicano de Missouri, anunció un proyecto de ley por el cual las loot boxes y las microtransacciones Pay-to-Win estarán vetadas en juegos para menores de edad y jugados por los mismos (sorprendentemente, algunos padres aún no saben lo que es el PEGI). Pone ejemplos como Candy Crush, el cual puedes comprar un pack con diversas ventajas “valoradas” en 150 dólares. Según ha dicho, los desarrolladores no deberían monetizar la adicción de ninguna forma, y que si niños juegan a videojuegos para adultos deberían estar alejados de dichas microtransacciones y, por supuesto, que haya consecuencias legales para los desarrolladores. El golpe de gracia viene cuando The Entertainment Software Association responde que, en muchos países (como Alemania o Reino Unido), no se contemplan a las loot boxes como juego, y que ya hay formas de evitar que los menores se acerquen a este tipo de contenido gracias al control parental de muchos juegos, y a la vez mostrar las herramientas ya existentes para evitar que los niños hagan compras compulsivas.
Quitando la inevitable sonrisa que se me viene al pensar en la maravillosa frase de “es que nadie piensa en los niños”, el tema cada vez se está volviendo más peliagudo. Empezando con lo de Pay-to-Win, la descripción que da el senador no es muy acertada que se diga, ya que al definirlo como transacciones por las cuales tienes acceso a contenido ya en el juego, rompiendo la progresión del mismo, implica que los micropagos para, por ejemplo, acelerar el proceso de construcción de tu aldea, están en el mismo saco; sin embargo, en mi humilde opinión, esto último no está tan pegado al juego como una loot box que te puede dar un arma rara y casi imposible de conseguir progresando de forma normal. Ambas prácticas son insufribles, tóxicas y crean claras brechas de poder entre jugadores, pero me es difícil decidir que se trata del mismo problema.
El problema es que legislar todo esto es un caos, ya que habría que definir hasta qué punto el porcentaje hace que algo sea imposible de conseguir; por esa misma regla de tres, todos los juegos que te dan una caja (gratis, sin pagarla) y tiene un porcentaje ínfimo para un objeto poderoso, no se podrían considerar dichos objetos como imposibles de conseguir. Algo que me sorprende es que cada vez más, cuando oímos hablar de un Pay-to-Win, huimos de él, y eso está bien porque por increíble que parezca estamos aprendiendo. Otro problema legal que esto va a generar son los juegos de cartas, puesto que, si te cargas los sobres y tienes todo el arsenal en tu poder, quita bastante gracia en lo que se refiere al misterio de conseguir una carta rara. Y no hablo solo de videojuegos, sino también de juegos físicos. Sería romper una parte esencial de un género que se basa en, con los pocos recursos que tienes, planear una estrategia con la que salir adelante (aunque un buen juego de cartas tiene que estar siempre balanceado para que puedas ganar hasta con un mazo base).
Es muy difícil poner barreras al campo, y por eso me duele que la ESA haya dicho lo que ha dicho. Para empezar, me parece muy irresponsable poner como argumento que “todos mis amigos lo tienen menos yo“, y más ahora que en Europa salen cada mes estadísticas de cómo cada vez hay más menores de edad adictos al juego y las apuestas y a los videojuegos – porque aunque nos duela reconocerlo, es la pura verdad. Es cierto que no es la solución y que ya se han tomado medidas (demasiado flojas y que se parecen al cartel de Pokémon Go de “no juegues mientras conduces“) a la hora de alejar a los más pequeños de estas compras, pero el problema no es que pueda generar adicción a los más pequeños: el problema es que genera adicción en sí; y lo que no pienso apoyar nunca es que se defienda a los que dirigen una industria que nunca han necesitado de estos servicios y ahora los plantean como necesarios para que tengamos “la experiencia completa de juego”. Y ya que estamos, también habría que mirar eso de contratar psicólogos a la hora de diseñar videojuegos. Por si acaso. Me da pena que sea noticia que un juego no va a tener micropagos, pero lo queramos o no, es el aro por el que decidimos pasar, así que solo puedo decir “Para nosotros, jugadores”.