Edición Especial: Nintendo Switch y la legislación alemana
Cuando ya no puede ni hablarse de auge del formato digital en la industria del videojuego, sino más bien de retroceso del formato físico (que viene también de lejos, pero con una pandemia de por medio que dificultaba el acceso, este tipo de procesos se aceleran), ha llegado Dying Light en su versión para Nintendo Switch para recordarnos que lo físico, por más que pueda llegar a ser residual, siempre tendrá un valor inherente a si mismo, que no es otro que, ahora mismo, ser la única vía de jugar al juego en Europa (y fuera de Alemania).
En este caso, se debe a que la versión original del título, publicada allá por 2015, entró dentro de las restricciones alemanas por su representación de la violencia. Esta ley, la misma que ha provocado cambios en títulos que muestran elementos de la tiranía nazi (como Wolfenstein, por ejemplo) se ha relajado en los últimos años, pero al ser la versión original anterior a estas modificaciones, se sigue viendo afectada. Esto no supondría un problema mayor si no fuera porque la matriz de Nintendo en Europa se ubica en Alemania, y al depender de dicho país la distribución en todo el continente, el resultado es que ahora mismo el título está vetado en la eShop, y solo puede accederse a dicha versión del título adquiriendo la edición física.
Golosina para especuladores aparte, pues este problema logístico tendrá una solución más pronto que tarde, lo cierto es que la situación pone de manifiesto la fragilidad del formato digital. Evidentemente, que un juego sea “secuestrado” por la legislación no deja de ser la excepción a la norma, pero nadie tiene el futuro cubierto ante el cierre de servidores (como ya pasó con la tienda digital de Wii, por mantenernos en territorio Nintendo) o una revocación de las licencias de uso que son a la hora de la verdad nuestras adquisiciones digitales.
En el caso de Nintendo Switch, además, esto resulta más paradójico, siendo (en términos de espacio físico) prácticamente lo mismo llevar los cartuchos en los que se distribuyen los juegos que tarjetas SD, las cuales necesitaremos en cantidad si optamos únicamente por adquirir los juegos a través de la eShop, teniendo en cuenta el ínfimo espacio que ofrece la consola de serie, se trate del modelo original o del OLED, que alcanza una irrisoria cifra de 64 GB de almacenamiento.
Efectos de la propaganda antichina promovida por los EEUU y replicada por sus esferas de influencia, supongo.
En otro orden de cosas, es llamativo cómo cada vez que se da a conocer que un juego ha sido censurado en China se critica por la inmensa mayoría de los usuarios (algo de lo que ya hemos hablado en la web nu–me–ro–sas veces), pero cuando se trata de una democracia liberal occidental, no se trata de la misma manera. Y en este caso, siendo algo regulado por ley, sin atender a motivos concretos de un juego u otro en específico, no se yo que consideraría más preocupante para la “libertad de expresión” que se defiende según el día de la semana.
Dado que esta situación va a tener arreglo en algún momento (aunque de momento no haya fecha para ello), tal vez sea turno de reflexionar tanto sobre formato físico y digital, el valor que se le da a cada uno (y por qué, preferencia aparte, no son contrarios mutuamente excluyentes, sino complementarios), así como la situación de la censura en videojuegos fuera de los marcos culturales y de crítica establecidos en la cultura occidental.