Juega como un pato. Piensa como un pato. Sé el pato.

La lluvia golpea la ventana. El olor a tabaco y café inunda la sala, una no especialmente limpia en un ambiente que solo podría describirse como viciado. Eres un pato. No un pato cualquiera: un detective pato. La vida no es fácil. El pan está bien caro, pero los vicios no se pagan solos. No tienes dinero patodo, así que toca resolver casos para, literalmente, ganarse el pan. El teléfono suena por fin: ha llegado la hora de investigar.

Duck Detective: The Secret Salami es un juego de contrastes. Por un lado tenemos una estética que abraza lo cute, pero por otro tenemos personajes que, una vez hablan, parecen pasar por problemas crudos y reales, aunque se camuflen en un tono jocoso y una apariencia amigable. El detective, de hecho, está… regular. Digamos que las cosas no van demasiado bien en lo personal, lo que afecta directamente a la forma de tratar con los demás. Por si fuera poco, llegar a la escena de un crimen, que se supone que es la parte sencilla de las pelis de detectives, aquí se nos hace bastante cuesta arriba. El detective tendrá que vérselas con una serie de individuos cada cual más excéntrico que complican saber si quiera quién demonios ha contactado con nosotros en primer lugar.

Pero ¿cómo se juega a Duck Detective? La mecánica es bastante sencilla: tenemos que ir recorriendo el escenario entrando en diferentes habitáculos para revisar detalles que otros hayan pasado por alto, pero que no se escaparían al ojo de un buen pato detective. Ampliando con la lupa en los lugares correctos veremos más en detalle lo que tenía un aspecto simplificado, pudiendo leer algún documento, revisar manchas en la ropa de los individuos, etcétera. Esto, junto a las conversaciones que podemos tener con los personajes, generarán una serie de conceptos que se apuntan como palabras y que podemos utilizar luego para repasar la situación.

Este “repaso” es lo que nos permite hacer deduckciones. De manera similar a como ocurría en The Case of the Golden Idol, las palabras que hemos ido recopilando sirven para construir frases que explican un suceso o que describen lo que está pasando. Esto nos irá abriendo nuevas vías de investigación para resolver el caso. Al principio, la cosa parece sencilla: llegamos a la oficina de la empresa de autobuses donde se ha denunciado el crimen y tenemos que realizar nuestras pesquisas para resolver un… ¿robo? Bueno, todo se irá complicando conforme avanzamos y, si bien la recolección de pistas es sencilla, darles un sentido requerirá algo de intelecto por nuestra parte.

Relacionar conceptos con lo que ocurre es la parte más interesante del juego. Los ojos tristes de un personaje pueden mostrar lágrimas al verlos bajo la lupa, pero solo si asociamos la idea con algún detalle que hayamos encontrado en su escritorio o similar podremos llegar a dilucidar el origen de su tristeza, que puede (o no) estar relacionada con el caso. El juego, a la hora de relacionar conceptos y elucubrar una deduckción no nos dirá exactamente dónde está el error, sino que nos indicará simplemente si tenemos algún fallo. Si son dos o menos sabremos que vamos por el buen camino y tal vez nos hayamos equivocado en un nombre o en un objeto, pero si nos indica que andamos bastante equivocados quizás debamos volver a echar un vistazo por ahí. En líneas generales no deberíamos atascarnos más de unos minutos, lo cual garantiza una sensación de progreso bastante correcta en los puzles. Aunque reconozco que lo he pasado regular con un par de deduckciones en las que, posiblemente, no presté la atención necesaria, pues resultaron ser bastante sencillas al final. Siempre podemos, eso sí, solicitar una pequeña pista para que el detective reflexione un poco sobre qué podríamos estar dejando de lado.

Cuando pensamos en diseño de niveles podemos imaginar a los desarrolladores planteándose cómo guiar al usuario por la sección jugable para que no vaya hacia muros invisibles de manera continua (entre otras cuestiones). Esto agiliza la jugabilidad y permite que el usuario entre en el universo de una forma más efectiva, fluyendo por el escenario. Aquí, el diseño de niveles tiene cierto interés, pero es la construcción de los arquetipos de personaje lo que genera esa sensación de fluir de manera efectiva. Todos tienen voces características, estilos de físico diferentes (como animales diferentes que son) y están muy bien diferenciados con colores, además de tener personalidades completamente descriptivas de su comportamiento. Esto, muy común en los juegos detectivescos, funciona estupendamente para asociar ideas con individuos de manera rápida. Por tanto, si vemos café sabremos posiblemente que pertenece al personaje más nervioso de la oficina, mientras que una llave inglesa es lógico asociarla con el de mantenimiento.

Un Sherlock algo patoso

La trama de Duck Detective es ciertamente interesante. Van apareciendo nuevos hilos conductores para el caso que nos atañe y se produce algún giro de guion que complica bastante el asunto, descubriendo una trama criminal más profunda de lo que podría parecer a simple vista. Sin embargo, habrá quien sufra por la escasa duración de la narración. Terminamos el caso, realizamos acusaciones y, al final, podemos ver qué decisiones tomaron otros jugadores. Pero todo acaba ahí, con el planteamiento de futuros capítulos, pero sin más contenido por el momento.

Happy Broccoli Games avisa en la descripción del título que esto es un juego corto de detectives y lo cumple a la perfección. Los más ansiosos quizás prefieran esperar a un siguiente capítulo, que se vende por separado y saldrá en unos meses, llamado Duck Detective: The Ghost of Glamping. Quién sabe, quizás el pato detective siga haciendo de las suyas por ahí y, si se suman varios casos puede que lleguemos a tener una aventura episódica bastante amplia tras un año o dos. Nosotros lo esperaremos con ganas.


Esta crítica ha sido realizada con una copia para Steam adquirida por la propia redacción.