Cuanto más ambiciosa la búsqueda, mayor el camino de vuelta
Solemos asociar erróneamente la simpleza con la falta de cualidades. La segunda entrada de la RAE para la palabra simple la describe como “sencillo, sin complicaciones ni dificultades”. Si en su momento llegó Fumito Ueda para mostrar lo incorrecto de la primera oración, asombrando con lo que podía llegar a lograrse mediante el diseño por sustracción, esta vez es la segunda frase la que queda anulada con Dome Keeper. Y es que, esta simple aventura, dista notablemente de carecer de complicaciones y dificultades. Dome Keeper, la nueva apuesta de Bippinbits por el género roguelite ofrece muchos metros de entretenimiento, todos cuesta abajo, hacia lo profundo.
Acabamos de aterrizar forzosamente nuestra cúpula en terreno alienígena. Estamos atrapados en un erial, donde lo único húmedo son los restos del pobre desgraciado sobre el que hemos caído. Por desgracia para nosotros, no nos hemos topado con un entorno pacífico, alrededor de nuestra base habitan muchas criaturas, todas ellas hostiles. Suele decirse que “el cielo es el límite”, pero en esta ocasión la máxima altura nos la marca el techo de nuestra pequeña cúpula, lo único que nos separa del adverso clima exterior. Así que para abajo que se ha dicho, yaque si queremos armarnos y mejorar nuestras defensas para resistir las ingentes oleadas enemigas, tendremos que cavar sin parar, rezando encontrar suficientes recursos.
Y estas serían, en resumidas cuentas, las bases de Dome Keeper. Cavar rápidamente mientras buscamos recursos, los cuales deberemos trasladar a nuestra cúpula para mejorar nuestras herramientas, siempre pendientes de la llegada del próximo ataque, el cual no se demorará mucho. De esta forma, al suprimir de raíz el tiempo dedicado a la observación y a la calma, cada partida asegura dosis de acción y frenetismo continuas durante toda su extensión, que no suele ser demasiado larga.
Para el desarrollo del título, existe una característica clave a la hora de diseñar el sistema de progresión, que lo dota de altos niveles de satisfacción: al empezar la partida, no nos dan ni las gracias. Conforme plantemos nuestra cúpula, apenas tendremos recursos y herramientas para facilitarnos la defensa. Si queremos acceder incluso a sistemas simples como un reloj que nos avise de la próxima oleada o un gestor de inventario que indique con cuantos recursos contamos, tendremos que pasar por caja. Para ello, contaremos con tres tipos de recursos, separados por forma y color: amarillos, rojos y azules.
Los cuadrados amarillos, serán el recursos principal y más abundante en la aventura, convirtiéndose en la moneda principal de las mejoras. Las esferas azules aparecerán en mucha menor cantidad y servirán, combinadas con los anteriores para acceder a las ramas más profundas del árbol de mejoras, y los triángulos rojos centrarán su utilidad en permitirnos reparar la cúpula, algo muy necesario porque va a sufrir daños considerables desde el principio. Respecto a la cantidad de estos últimos, no sé a ciencia cierta si es elevada o no, lo que sí que sé es que siempre hacen falta más.
Entre cada jornada de excavación, tendremos que subir a la cúpula y controlar con un ordenador una pequeña torreta láser que se desplaza muy lentamente y consolidará nuestro sistema de defensa principal, responsable de acabar con las distintas criaturas que atacarán nuestro refugio, las cuales sin ser muy variadas, aparecerán en grupos muy diversos que modificarán nuestra estrategia de defensa en cada ocasión. Me veo en la obligación de repetir que la torreta se moverá muy lentamente, esta característica afecta de forma profunda a nuestra estrategia de actuación. Recibiremos asaltos por ambos lados de la cúpula, y en ocasiones seremos testigos de la llegada de una numerosa oleada por el lado contrario al de nuestra defensa, y tendremos que tomar la decisión de si dirigir nuestro cañón al lado opuesto inmediatamente o esperar a acabar con los enemigos que empiezan a aparecer por nuestro lado, que pese a ser menos, dispondrán de mucho tiempo de gracia mientras vamos y volvemos. De una forma o de otra, nunca un sistema de combate tan lento se sintió tan frenético. Cada segundo puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, y fallar el impacto a un enemigo posiblemente significa regalarle una oportunidad más en la frontera contraria.
Más allá del combate, la esencia radica en cavar. No puedo evitar recordar títulos como SteamWorld Dig, cada vez que me adentro en las profundidades del planeta. Ciertamente nos encontramos frente a un entorno mucho menos complejo, pero no carente de interés. A menudo tendremos que tomar la decisión entre cavar más profundo o ampliar el diámetro de nuestro agujero. Es cierto que cuanto más abajo, más posibilidades tendremos de encontrar nuevos recursos, pero también será superior el esfuerzo requerido para ascender con ellos.
Junto a la materia prima principal, también encontraremos otros elementos como antiguas runas que nos otorgarán ventajas muy necesarias, como un sistema de ascensores, o un portal. Además, en algún rincón, muchos metros bajo tierra, se esconde una reliquia cuya adquisición conforma la única forma de completar la aventura. Pero no estamos en una campaña amigos, de forma que, una vez superado el viaje, comienza el verdadero camino.
Completar el juego en su modo principal desbloqueará mapas notablemente más grandes donde la experiencia mejora considerablemente. Cabe destacar que tanto en ambos modos es posible cambiar la dificultad para conseguir mayor o menor accesibilidad (aunque bueno, yo me las he visto canutas en la dificultad más baja). Además, desbloquearemos nuevos elementos como otro personaje (disponible desde el último parche) o nuevos sistemas de defensa para la cúpula. De esta forma podremos asegurarnos unas cuantas horas de diversión, nada desdeñable teniendo en cuenta el precio reducido del título, candidato de convertirse en un buen filón cuando lleguen las rebajas.
Por si todo esto fuera poco, Dome Keeper entra por los ojos y los oídos, con un minimalista píxel art que se esfuerza por mostrarnos cuan pequeños somos en comparación al vasto mundo que nos rodea. A ello se le suman los sonidos en una suerte de baja definición, que no por ello dejan de ser variados y completos, pero ayudan a dotar toda la experiencia de un factor singular considerable. Sumadle a esto más de 15 pistas de una banda sonora en 16 bits que no sufrirá para trasladarnos a una peligrosa odisea espacial.
El valor de focalizar los esfuerzos
Dome Keeper es un gran ejemplo acerca de apostar por lo sencillo y pulirlo al máximo. Con sus pocas mecánicas, sabe ofrecer un sistema de juego y de progresión muy satisfactorio y ofrece un reto a la altura de las manos más expertas. Bonito y apto para partidas cortas, es una buena opción para los seguidores del género roguelite, tanto si buscan un pequeño entretenimiento como un acceso de mayor profundidad. Termino estás líneas con gran presteza puesto que en pocos segundos tendré que ascender de nuevo a luchar contra el enemigo, así que deseadme suerte.
Esta crítica ha sido realizada con una clave para Steam cedida por Bippinbits UG.