Y para expresarse mejor
“Juguemos sin más”, ese el llamamiento que nos traslada Javi en su último artículo, en el que nos explica cómo en los últimos meses ha estado jugando a títulos más amenos en contraposición a otros más densos debido al cansancio por la pandemia. En mi caso, banco a mi compañero y creo que todos nos hemos visto en las mismas, quedando atrás aquellos años en los que teníamos la fuerza para enfrentarnos a cualquier aventura, en cualquier momento. En general, soluciones como la de Javi son perfectas para no agobiarnos y seguir pegados a nuestro hobby. Precisamente, leyendo su texto pensaba en otros instantes en los que he sentido fatiga con los videojuegos y daba con uno: la pesadez de jugar siempre a lo mismo. Sí, ya sé que debajo de esta opinión pone que “disfruto con cualquier género”. No miento, ya que me encanta tanto Mario Kart como Titanfall 2. Sin embargo, últimamente me he anclado bastante a JRPG’s como Final Fantasy VII Remake o a algún juego de acción-sigilo tipo The Last of Us. Sí, he disfrutado de ellos, pero también he notado una falta de imprevisibilidad.
De este mal no es culpable la industria, sino yo al quedarme en mi zona de confort. ¿Para qué explorar nuevas experiencias si lo habitual me gusta? Es una posición razonable, pero que me estaba desgastando. Necesitaba algo fresco y, por suerte, hace unos días me dio por instalarme un emulador de Gameboy Advance en el móvil. Buscando entre los lanzamientos más destacados me encontré con las batallas tácticas de Advance Wars. Si bien había oído hablar de él, jamás me había interesado al tratarse de un juego de estrategia que, además, era exclusivo de una consola portátil cuando un servidor es un claro fan de las sobremesas. Pero cómo me equivocaba al ignorar esta propuesta de Intelligent Systems. Y es que pocas horas me han bastado para engancharme a esta visión tan particular de la estrategia.
Advance Wars me ha sorprendido con su peculiaridad desde el principio con base a un tutorial que en sí mismo es una modalidad. El modo entrenamiento nos enseña a manejar las maniobras que podemos llevar a cabo con nuestro ejército para derrotar al bando contrario. A priori, alargar tanto un tutorial debería ser cansino -detestamos bastante que nos den la lata-, pero es que en este caso se trata de una decisión creativa acertada. Hay que recordar que estamos ante un juego de estrategia en el que es vital controlar muchas mecánicas para ganar el combate, lo cual nos puede acabar abrumando. Sabiendo de la dificultad que encierra el género, desde Intelligent Systems fueron muy listos al priorizar una educación lenta en vez de optar por un tutorial dinámico. Supieron que era mejor dividir la teoría con sus correspondientes prácticas en varias píldoras que no soltar toda la explicación de golpe.
Lejos de estar ante una accesibilidad pasajera, este elemento se traslada al aspecto visual de la obra. En vez de inclinarse por unas imágenes crudas y con sangre de por medio, la producción de Nintendo apuesta por una estética muy colorida, propia de los dibujos animados. Esta determinación no es ninguna casualidad considerando la voluntad de ofrecer un videojuego táctico, que nos penaliza si no pensamos nuestros movimientos, al mismo tiempo que resulta agradable. En este sentido, hubiera sido contraproducente presentar un aire bélico impactante, pues de esta manera se hubiese roto ese campechanismo que rodea al producto. Que no se me malinterprete, aquí seguimos haciendo la guerra y matando gente, pero es que en ningún momento pensamos en ello y eso es gracias a la coherencia de la aventura con su esencia.
Jugar a Advance Wars me ha servido para erradicar el agotamiento y, de paso, he descubierto que puedo disfrutar de la estrategia. No obstante, lo más sorprendente de esta experiencia ha sido que me ha hecho mejor articulista. Lo digo porque pienso que es igual de significativo señalar la estructura de un juego que expresar lo que te produce; lo que sientes con él. En relación con esto, considero que cuantas más clases de lanzamientos controles, más referencias tendrás para transcribir tus emociones. Por supuesto, para explicar lo vertiginoso que es Sonic the Hedgehog debes indicar las fuentes de ese dinamismo, aunque el lector quiere más. Entiende que ese plataformas es dinámico, ¿pero qué impresiones te ha dejado?
Pues me he sentido como si estuviese jugando a un juego de carreras dada la velocidad de Sonic. La partida ha sido trepidante, sobre todo cuando he superado esos giros en el terreno que parecían parte de una montaña rusa. Haciendo un símil con un representante de las carreras, afrontar esas rotaciones de los escenarios con tal rapidez ha sido similar a la espectacularidad de tomar las curvas de los circuitos de F-ZERO. Esta comparación, que deja claro los sentimientos que puedes percibir al ponerte a los mandos del erizo azul, no hubiera sido posible si no tuviera algo de conocimiento sobre el género de las carreras. Por ello creo que es bueno probar diferentes categorías de títulos. Al fin y al cabo, te estás sirviendo de un método que te da la posibilidad de ejemplificar tus sensaciones.
Todo este aprendizaje del que he gozado me ha recordado al mensaje de Green Book, una película que he vuelto a ver hace poco. En este filme, dos personajes pertenecientes a dos culturas distintas entran en contacto. Esta relación que puede parecer potencialmente conflictiva se erige como una fuerza que hace mejorar a ambas personas, aprendiendo uno del otro. Pues bien, con Advance Wars me ha sucedido algo similar a lo que les pasa a Viggo Mortensen y Mahershala Ali. Ahora, afronto con más vivacidad cada juego, disfruto de una variedad de planteamientos y mejoro mi forma de expresarme. Volviendo a citar a mis sabios compañeros, ya nos decía ayer Marta que para crecer hay que arriesgar. Sin duda. Dejar de lado lo rutinario y abrazar lo extraordinario solo me ha servido para una cosa: mejorar.