Take it easy
Dishonored fue una de las mayores joyas que nos dejó la pasada generación. Arkane Studios, padres del pseudo-TES Dark Messiah of Might & Magic y del peculiar KarmaStar, debutaron en el género del sigilo en primera persona con una propuesta para PC, PS3 y Xbox 360 que no dejó a nadie indiferente, alzándose como uno de los juegos de culto de los últimos tiempos gracias a su pulida jugabilidad, a su enorme personalidad artística y a su cuidada narrativa. Fue un título que no llegó al mainstream, que quizás no recaudó tanto como se merecía, pero no por ello tuvo una mala acogida, pues la aventura arrasó entre la crítica popular y especializada. Tal fue su éxito que, tan solo unos años después – eso sí, tras haber disfrutado de la aventura original de nuevo en la actual generación de consolas – Bethesda nos sorprendió con una segunda parte numerada de la franquicia que pudo presumir de contar con un tratamiento muy similar a su predecesor: perfectas críticas, perfectibles ventas.
Nunca llegué a entender el por qué de dicha situación. Cuanto más trataban los chicos de Arkane de acercarse al nuevo público, más reticente parecía mostrarse, perdiendo el poco interés depositado sobre una franquicia que, no obstante, nunca dejó un mal sabor de boca (ni siquiera con sus contenidos descargables). Sin embargo, la gota que colmó el vaso no fue el estreno de Dishonored 2, sino el último lanzamiento de la franquicia. La muerte del Forastero, el peculiar spin-off que llegó a nuestras tiendas a lo largo de la segunda mitad del año pasado bajo el modelo de expansión standalone, supuso un punto y aparte en una franquicia que, ciertamente, llevaba tiempo precisando de una oxigenación. Un respiro necesario, muy merecido, que, recientemente confirmado, permitirá al estudio expandir sus horizontes contemplando nuevas mecánicas, políticas, formas de expansión y sistemas de juego.
En una reciente e interesante entrevista publicada por el medio VG247 (cuya lectura, de paso sea dicho, recomendiendo encarecidamente a poco que dominéis la lengua de Shakespeare), Ricardo Bare, jefe de diseño en Arkane Studios, ha hablado largo y tendido sobre la necesidad de un descanso para la licencia. No se descarta, así, un hipotético Dishonored 3, aunque a título personal, yo no la esperaría para esta generación de consolas. Eso no implica, claro está, que Arkane vaya a dejar de hacer juegos por un tiempo, pues seguirán produciendo shooters de calidad, “construyendo mundos, escenarios e historias de forma coherente, independientemente de que estos se llamen Dunwall o Talos 1“.
Los descansos son necesarios para volver con fuerza. Algo me dice que esta decisión relativa al desarrollo ha estado motivada por ciertas presiones por parte de Bethesda, productora y distribuidora de la franquicia, pues realmente es dicha empresa la que pone el dinero, facilitando el estreno de estos proyectos. Precisamente por ello me parece una decisión acertada, que parte de los errores del pasado y que halla su concepción en una lógica fundamentada, siguiendo los pasos de propuestas como The Elder Scrolls que, pese a llegar a cuentagotas, siempre cuentan con una expectación exorbitada. Explotar un género o una saga es algo que no suele salir bien, y es que la falta de originalidad y el estancamiento es uno de los mayores enemigos a los que una licencia puede enfrentarse. Las cosas de palacio van despacio, y, por mí, a la hora de hablar de unos auténticos maestros como los que conforman Arkane, pueden ir todo lo despacio que quieran. Sé que la espera merecerá la pena.