Hasta librar la Tierra de las ruedas negras
Corría el año 1997 cuando el primer manga de Digimon llegaba a las tiendas niponas, cosechando un enorme éxito entre el público más joven que posteriormente fue replicado merecidamente con el estreno del anime. Sin embargo, pese a su boom televisivo y literario, la saga creada por Akiyoshi Hongo nunca consiguió hacerse un hueco entre los grandes juegos de rol que se lanzaban para Nintendo 64 o para la primera PlayStation, pese a sus encomiables intentos. Es por ello que la franquicia siempre se ha confirmado con satisfacer a la audiencia casual, lanzando propuestas variadas y de escaso presupuesto para dispositivos móviles y consolas portátiles.
Todo cambió con el lanzamiento de Digimon Story: Cyber Sleuth, que finalmente aterrizó en Occidente a principios de 2016, y que finalmente consiguió reivindicar el potencial de la franquicia ofreciéndonos un JRPG notable de pies a cabeza, que logró divertir – y durante muchas horas – tanto a desconocedores como a los adeptos de la serie. Un par de años después, y tras probar suerte con un mejorable Digimon World: Next Order, llega ahora a nuestras tiendas la secuela directa de la citada entrega, aunque con un impacto mucho menos notorio que su predecesor.
El argumento de Hacker’s Memory transcurre de forma paralela durante los eventos del Cyber Sleuth original. Sin embargo, me gustaría destacar desde un principio que no es necesario haber jugado a éste para meterse de lleno en la nueva entrega, pese a que se hayan incluido ciertos guiños al primero que harán del viaje un tránsito más disfrutable para los veteranos. Dicho esto, resta comentar que el título comparte decenas de características y localizaciones con la primera parte, aunque en esta ocasión está protagonizado por un joven que, tras ser acusado de llevar a cabo un crimen que no cometió, deberá de unirse al grupo de hackers Hudie para tratar de buscar al culpable y resolver el dilema, ya sea dentro o fuera del entorno virtual EDEN.
Sin entrar en más detalles, no me tiembla el pulso a la hora de admitir que la narrativa de esta aventura tiene bastante más peso del que yo esperaba, pues lejos de ser un mero conductor entre los combates, aporta detalles muy interesantes sobre el universo, y su comprensión resulta de vital importancia si no queremos perder horas vagando de un lugar a otro sin saber qué hacer, y es que, salvo excepciones, ningún menú nos indica nuestro objetivo exacto. Sin embargo, pese a que me haya parecido un gran acierto el enfoque tomado, he de decir que no estamos ante una historia sobresaliente, en términos generales; ni mucho menos una verdaderamente memorable, pues, a mi parecer, se encuentra incluso un peldaño por debajo de su predecesor.
Se trata de un conjunto narrativo que funciona muy bien, y que sabe fluir, pero que, no obstante, presenta una buena cantidad de clichés, y se acaba haciendo mucho más previsible de lo que nos gustaría. Además, los personajes principales, incluido nuestro protagonista mudo, pecan de estar faltos de carisma, y en cuanto a las misiones secundarias, el argumento pasa a ser directamente una anécdota. Por todo ello, está claro que, pese a que lo intenta, no tiene la magia de los primeros Digimon, ni de la serie de televisión (hasta la temporada Frontier, al menos), aunque como ya hemos concretado más arriba, tampoco nos vemos capaces de decir que estamos ante una mala historia. Simplemente, el universo Digimon es un universo que todavía tiene mucho que contar, y creo que este Hacker’s Memory ha desaprovechado su oportunidad para alzarse como una de las mejores historias basadas en el manganime.
Dadas las circunstancias, lo que sí creo que es indispensable para cualquier jugador que quiera entrar en la propuesta es una agilidad considerable a la hora de desenvolverse con la lengua de Shakespeare, pues estamos ante una entrega que fácilmente nos tendrá más de 40 horas pegados a la pantalla, y durante las cuales, si queremos disfrutar del título, tendremos que leer centenas de textos, todos ellos en íntegro inglés, y acompañados mayormente por un doblaje en japonés.
Estas secciones de puro diálogo, con grandes reminiscencias a ‘visual novel’, se intercalaran con fragmentos de mazmorreo puro y duro, en los que deberemos de recorrer un amplio -y normalmente vacío- mapeado mientras aparecen ante nosotros encuentros aleatorios de todo tipo. Es aquí cuando entra en acción (nunca mejor dicho) el sistema de combate, que, aunque trae consigo alguna que otra novedad como los movimientos Cross Combat, resultará muy familiar a quienes disfrutaron del primer Cyber Sleuth. Se trata de un sistema por turnos bastante simple, muy guiado, y muy basado en las afinidades elementales; en el “piedra, papel, tijeras”. De hecho, en ocasiones puede pecar de facilón, pues no duda en dar ayudas al jugador cuando lo necesita – por ejemplo, existe un Modo Automático, y en la parte derecha de la pantalla se muestra el orden de los turnos para que sea aún más sencillo planear nuestra estrategia correctamente; toda una declaración de intenciones. Pero es precisamente esto lo que hace que esté algo falto de profundidad, aunque funcione la mar de bien, especialmente durante las primeras horas de juego.
Lo que más nos ha sorprendido en el terreno jugable, eso sí, ha sido la mecánica de la digievolución, así como todo lo que la rodea. Si queremos desencadenar el máximo potencial de una de las tres criaturas que podemos utilizar simultáneamente en combate, primero tendremos que entrenarla, así como cumplir unos determinados requisitos. Lo fascinante de todo esto es la sensación de satisfacción que está implícita en el proceso, y que llega a su culmen, tras varias horas de esfuerzo, con la transformación. Además, si queremos completar todo el registro, tenemos juego para rato, ya que en esta ocasión la cifra total de Digimon ha ascendido hasta los 320, y para capturar a cada uno de ellos tendremos que hacerle frente las suficientes veces como para que podamos escanearlo, digitalizarlo e integrarlo en nuestras filas.
Concluyendo el apartado, no podía acabar el artículo sin mencionar las batallas contra hackers, probablemente la mayor novedad de la entrega en el campo jugable, y en las que tendremos que conquistar diferentes nodos a través de un tablero, como si de un juego de mesa se tratase. Se trata de un minijuego asequible, pero que brinda frescura y variedad al conjunto, como ocurre con la modalidad online PvP que se ha introducido. Nos gustaría hablar bien de ella, porque ciertamente, lo poco que la hemos podido probar, nos ha gustado, aunque al menos nuestra experiencia ha sido bastante pobre en cuanto a matchmaking. Tampoco se trata de un modo excesivamente trabajado, pero, tratándolo como lo que es (un extra que, además de permitirnos jugar con amigos, puede aportarnos un par de horas más de diversión), siempre es bienvenido.
Visualmente, Hacker’s Memory no podría ser más semejante a su predecesor. Tanto los escenarios como los personajes presentan elementos reciclados, y aunque el diseño de éstos no está nada mal, los pobres efectos de iluminación y lo básicas que llegan a ser las texturas en ciertos momentos restan enteros al conjunto. No debe de extrañar a nadie, ya que nos encontramos ante un juego que sale también, recordamos, en PSVita, aunque la versión para PS4 pueda presumir de moverse a 60fps estables y a una resolución de 1080p. Si algo tenemos que destacar en este apartado son, sin lugar a duda, las secuencias de corte anime, que rebosan carisma y esfuerzo por los cuatro costados, y, aunque escasas, ayudan a conducir la trama de una manera envidiable.
La banda sonora, por su parte, vuelve a correr a cargo del maestro Masafumi Takada, que, lejos de ofrecernos una composición magistral, ha sabido reunir una variedad de temas de electrónica y pop muy acertada, que acompañan francamente bien a todo lo que desfila por nuestra pantalla. Igual ocurre con los efectos especiales, que no son nada del otro mundo, pero que rayan a buen nivel.
Margen para la digievolución
Con un guion poco explotado y un sistema de combate algo simple, Hacker’s Memory, que ya no goza del impacto que tuvo el primer Cyber Sleuth, se alza como una propuesta divertida, que sabe entretener a los aficionados de la saga, y que tampoco tiene ningún problema a la hora de recibir con los brazos abiertos al nuevo público interesado. Sin embargo, se muestra también como una entrega extremadamente continuista; como ejemplo de que a la saga todavía le queda mucho camino por delante. Está claro que buenas ideas hay, e intenciones para llevarlas a cabo sobran, por lo que esperamos que Bandai Namco sea mucho más ambiciosa de cara a una futura y más que probable secuela.
Esta review se ha realizado con una copia adquirida por la propia redacción.