"Y los cielos temblarán"

El pasado mes de octubre, yo mismo tuve el placer de hablaros en profundidad sobre The World Ends with You, y sobre su fantástica (y muy necesaria) llegada a la actual consola híbrida de Nintendo. La semana pasada, por su parte, pude hacer lo propio con Dark Souls, cuya remasterización, si bien no estaba exenta de fallos, supo divertirme y emocionarme durante decenas de horas. A lo largo de este último año hemos podido comprobar de primera mano cómo Nintendo Switch se ha convertido en una consola ideal para los ports; un receptivo sistema donde las remasterizaciones sí suelen tener sentido, permitiendo disfrutar de grandes clásicos en cualquier parte y llevando prestigiosas producciones, como la citada obra de FromSoftware, a una comunidad que nunca antes había podido hincarle el diente.

Así, siguiendo las migas de pan que dejaron estas propuestas en su camino a la eShop, llega ahora a las tiendas de todo el mundo Diablo III, con una Eternal Collection de la que ya os hemos hablado en numerosas ocasiones, y cuya existencia prácticamente conocíamos desde febrero. Una conversión que vuelve a dejar patente la buena mano que siempre tiene Blizzard – incluso para los trabajos más pequeños -, y que nos demuestra una vez más cómo aquella polémica aventura que se lanzó para PC en 2012 poco o nada tiene que ver con la obra maestra que es a día de hoy.

Para empezar, este salto cualitativo está intrínsecamente relacionado con las actualizaciones de contenido, las temporadas y las expansiones que han ido llegando paulatinamente a todas las versiones de la obra, expandiendo notablemente su duración y habilitando nuevas mecánicas y campañas que han acabado haciendo de matar demonios una labor extremadamente divertida y satisfactoria, especialmente si se lleva a cabo en buena compañía. Como no podía ser de otra forma, todo ese contenido está disponible en esta nueva edición portátil, incluyendo los ambiciosos y reconocidos contenidos Reaper of Souls y Rise of the Necromancer, que acaban conformando una densa e interesante historia dividida en cinco actos y una plantilla total de siete clases jugables (Bárbaro, Cruzado, Cazador de demonios, Monje, Nigromante, Médico Brujo y Mago), que a buen seguro requerirá muchas horas de nuestro tiempo libre para ser explorada por completo.

Pero las bondades de esta conversión van mucho más allá de su contenido, idéntico (e incluso superior) al del resto de versiones. Una de las mayores sorpresas que me he llevado en lo que respecta a esta adaptación ha sido culpa de su esquema de control, que se basa con tino en una distribución prácticamente idéntica a lo visto en el resto de plataformas de sobremesa para ofrecernos una experiencia muy intuitiva, optimizada a los Joy-con. Está claro que, para bien o para mal, no nos encontramos ante un control como el de PC – pues aquí el mapeado es fijo, hay autoapuntado, etcétera – pero realmente sentimos que se ha hecho un trabajo casi inmejorable en este sentido, y es que resulta difícil pensar en una mejor adaptación a los mandos. Además, el título se puede disfrutar de cabo a rabo haciendo uso de un solo Joy-con (sí, de los chiquititos). Una locura, vamos.

Exclusivas de Switch

Ganondorf DiabloDiablo ha tardado más de la cuenta en llegar a Nintendo Switch, sí, aunque la espera se ha visto parcialmente compensada por diversos añadidos estéticos que mejoran la experiencia de juego – además de por el genial trabajo de adaptación, que no es poco -.

Independientemente de nuestra clase, una vez contemos con los suficientes recursos la propuesta nos permitirá transformarnos en Ganondorf, némesis de la franquicia The Legend of Zelda, así como presumir de una mascota Cuco, de un marco especial inspirado en la trifuerza y de unas alas exclusivas, ‘Ecos de la máscara’. Un paquete de inclusiones completamente anecdótico, que por sí mismo no debería de ser una razón de peso a la hora de decidir si pasar una segunda vez por caja, pero que no resta y que, por tanto, se agradece de igual forma.

Esta última implementación cobra un peso especial cuando nos fijamos en la naturaleza cooperativa de la que constamente saca pecho la aventura, y que, en esta ocasión, se siente mejor exprimida que nunca. Para sorpresa de muchos, Diablo III puede ser jugado íntegramente de manera cooperativa tanto en línea como de manera local, siendo esta última opción compatible con un total de cuatro jugadores, nada más y nada menos. Una decisión de diseño ejemplar que, en la práctica, funciona como un tiro (al igual que ocurre con su vertiente online), y que hace del juego una opción verdaderamente a tener en cuenta a la hora de pasar un buen rato con familia o amigos. Si bien en esta industria las transiciones de este tipo suelen pecar de ser bastante farragosas, en este port, por el contrario, todo se siente fluido, orgánico y natural. Ni una queja mía encontraréis por aquí.

Cambiando de tercio, llega el momentoo de plantar cara al campo técnico; usualmente, uno de los grandes óbices que impiden a esta clase de ports alcanzar el Valhalla de los videojuegos. No es así con esta Eternal Collection.

La tercera entrega numerada de la franquicia de action-RPG de Blizzard ha llegado a nuestras consolas híbridas haciendo gala de una tasa de imágenes por segundo estable como una roca, que siempre mantiene los 60fps sin importar el modo en el que estemos jugando, o el caos que esté teniendo lugar en pantalla. Partiendo de dicha base, cabe destacar que, con la consola conectada al dock, el juego se mueve a unos detallados 960p, luciendo extremadamente bien en modo portátil, donde las escasas carencias del modo TV (como ciertos dientes de sierra y algunos modelados de baja calidad) dejan de ser visibles. Nos hubiese gustado, eso sí, que el tamaño de la fuente fuese dinámico, adaptándose con soltura a un modo portátil en el que en ocasiones es difícil leer los numerosos textos que hay a nuestra disposición, pero, por lo demás, el trabajo realizado a nivel técnico es sensacional.

Dejo para el final un factor que a muchos se les antojará agridulce, y es que todo este ingente nivel de buen contenido tiene un precio. Y no me refiero a los 60 machacantes que cuesta el título, disponible desde un inicio a precio completo, sino a los 13,3GB que ocupa en la memoria de nuestra tarjeta SD. Un buen pellizco al que, por si fuera poco, deberemos de sumarle los 5GB que ocupa el genial doblaje al castellano, que – junto al resto de componentes del ámbito sonoro – ha sido muy bien introducido en esta ocasión, pero en el que, al parecer, no se ha escatimado en recursos. No puedo comentar nada en contra de la optimización, pues no dudo que se haya realizado un trabajo de compresión a la altura, pero eso no quita que nos encontremos ante uno de esos pocos proyectos que precisan de una SD de gran capacidad para ser disfrutados, ya que simplemente no caben en la memoria base del sistema. Tocará pasar por caja.

Buen vino

Galardón-Plata-HyperHypeTras arrasar en el resto de plataformas, Diablo III debuta en el ecosistema Nintendo con el pie adecuado, brindándonos una conversión que demuestra de la manera más explícita posible la capacidad de Blizzard para desarrollar obras imperecederas, que casi parecen mejorar con el inevitable y amarco paso de los años. Un primer contacto inmejorable con una comunidad usualmente exquisita que, sin embargo, debería de caer rendida ante el universo de posibilidades que se abren ante ella, pues ahora puede disfrutar de un verdadero juegazo – que no llega a poder ser considerado como una obra maestra, pero al que siempre apetece volver – donde, como, cuando y con quien quieran. Coged vuestro hacha, espada o cetro, porque es hora de desatar el infierno.


Este análisis ha sido realizado con un código de descarga para Switch cedido por Ziran.