¿Casos aislados o una tendencia dentro de la industria?
Si hace unos pocos días os hablábamos del caso de Tekken y los comentarios de su director sobre cómo la gente se ofende cada vez más y el impacto que tiene esto en la libertad creativa, hoy nos toca hablar de la censura en los videojuegos. Dentro del alcance de este fenómeno, que siempre ha estado presente de alguna forma u otra en la industria, lo cierto es que en los últimos años es algo que ha ido en aumento. De hecho nos encontramos con un nuevo caso en uno de los títulos más esperados del año; Devil May Cry 5, ya disponible desde el pasado 8 de marzo. En el nuevo título de la mítica saga Hack ‘n’ slash de Capcom, se ha incluido una escena, de carácter no sexual, en la que se censura el trasero de una de las protagonistas. Una decisión que por cierto ha sido tomada por Sony, y no por la propia Capcom. A raíz de esto queremos reflexionar acerca de este tipo de decisiones por parte de las empresas, y el impacto que pueden tener a largo plazo.
En este caso no vamos a entrar a hablar de casos más radicales como por ejemplo Rape Day, cuya discusión ya planteamos en otro artículo de actualidad. Pero si vamos a tratar de hablar de como en algunas ocasiones, esta práctica está llegando a rozar lo absurdo y paradójico. Sin irnos muy lejos, podemos encontrar un ejemplo como el de Assassin’s Creed Origins Discovery Tour. En este modo del título de Ubisoft, podemos recorrer las localizaciones del juego sin ninguna clase de combate o restricción de tiempo. Con fines de educativos y de entretenimiento, tenemos la posibilidad de visitar el Nilo, o los desiertos y ciudades más icónicas del Antiguo Egipto. Hasta aquí todo suena genial, ¿verdad? Pero si nos fijamos mejor, nos daremos cuenta de que todas las estatuas de hombres y mujeres tienen partes de sus cuerpos censuradas, como por ejemplo los pechos y genitales, ahora cubiertos con conchas.
Incluso si este modo está específicamente elaborado para enseñarse a todos los públicos, y dejásemos de lado el hecho de que se trata de un juego con clasificación para mayores de edad (PEGI +18), algo no acaba de encajar. Es cuanto menos curioso ver como, en un título en el que la violencia y el asesinato de personas es algo usual, se censuren partes del cuerpo humano de esculturas que forman parte de la historia del arte. Ya no hablamos de mostrar desnudos en escenas eróticas o de temática sexual, algo para lo que ya existe la clasificación PEGI, sino de la censura de nuestra historia como civilización. Con episodios similares como el que tuvo lugar con la censura de las esvásticas en Call of Duty WWII, nos hace falta plantearnos por qué están volviendo a tener lugar esta clase de prácticas. Algo más propio de la doble moral de la época victoriana que de una sociedad moderna y supuestamente abierta.
Vivimos en un momento histórico en el que la libertad de expresión y el progreso social en temas como la libertad sexual están supuestamente a la delantera. Consideramos la violencia como algo normal en cualquier forma de entretenimiento, pero a la vez percibimos una regresión en la expresión de nuestro cuerpo en obras artísticas, incluso en las que forman parte de la historia de la humanidad. Tal vez a primera vista esto pueda parecer una nimiedad. Algo que fácilmente se puede dejar pasar por alto. Pero lo cierto es, que esta clase de fenómenos suelen suceder paulatinamente a lo largo del tiempo y sin que nos demos cuenta. Hoy esto es algo polémico. Mañana puede que lo veamos como algo totalmente normal y extendido en la industria.
Como siempre, la capacidad para que esto no siga sucediendo reside en cada individuo y en sus decisiones como consumidor. De la misma forma que se ha luchado contra el abuso de políticas monetarias en algunos videojuegos a través de la presión en comunidades online, también podemos evitar que la censura vaya en aumento. No solo se está limitando nuestra libertad de expresión, también se está modificando nuestra historia. Aquello que constituye el pasado de la humanidad, no solo nos hace ser conscientes de todo lo que nos define como especie. Asimismo, nos ayuda a afrontar nuestro futuro con tal de no cometer los mismos errores de nuestros antepasados.