Mucho color rodeado de niebla
Todo seguidor de cualquier MMO está acostumbrado a cruzarse tanto con expansiones sorprendentes como con otras algo decepcionantes. Es algo habitual, a la hora de exprimir un juego durante años y años que el nuevo contenido no consiga superar las expectativas y experiencias previas. No obstante, no todos los batacazos son iguales, los hay de algunos inolvidables, destinados a dejar huella en la historia del medio y otros que se conforman con ser sencillamente, mediocres.
Es esta la sensación que tengo con Eclipse, la nueva expansión de Destiny 2, penúltimo capítulo de la actual narrativa. Entré con muchas ganas a Eclipse, principalmente provocadas por las buenas sensaciones que me dejó La Reina Bruja. No hay mucha duda de que la historia de Savathûn dejó al todo el mundo con buen sabor de boca, algo que ha servido para alimentar la buena prensa del título, pero ahora se convierte en una zancadilla en el camino. No quiero alarmaros, Destiny 2: Eclipse está a años luz de ser una mala expansión, aunque he de admitir que no es exactamente lo que esperaba.
Los pilares del guardián
Como todo MMO, este necesita de una serie de elementos que tengan la calidad y la fuerza suficiente para sostener al coloso, hacerse sitio y aguantar. Principalmente, destacaría su narrativa, sistema de juego y todo lo relacionado con el contenido PvE y PvP. Viniendo de Bungie, estamos acostumbrados a un gunplay de calidad, que una vez más pretende demostrar lo disfrutable que puede ser empuñar un arma. No tengo quejas respecto a las sensaciones de juego, una vez más.
De hecho, en esta nueva campaña, los niveles de desafío y dificultad se atreven a mostrarse todavía más implacables que en la anterior expansión, donde ya se notaba un aumento general en la dificultad. Las misiones de esta nueva campaña demuestran gran habilidad en el diseño de niveles, con escenarios muy bien planteados para ofrecer enfrentamientos de todo tipo y ponernos a prueba hasta llevarnos al límite.
Para desfacer el entuerto en el que nos hemos metido, contaremos con un nuevo poder, la Atadura. Presentando como una apuesta por la movilidad y el frenetismo, ofrece toda una nueva forma de jugar, simple de aprender, pero difícil de dominar. De primeras, puede parecer que la presencia de El GanchoTM sirva como punto de partida para acercar más el estilo de juego al visto en los shooters de los últimos años, pero realmente no nos encontramos delante de una aproximación tan directa. En este caso, este desplazamiento sustituye a la granada y cuenta con un cooldown considerable, por lo que, si nuestra única intención es hacer virguerías por el mapa, tendremos que buscar otras formas.
Lo que sí me ha molestado de este nuevo poder es la forma en la que se introduce a los jugadores, donde la mayoría de la campaña se convierte en una suerte de tutorial, en la cual accedemos a nuestras nuevas habilidades durante unos instantes y las volvemos a perder, prácticamente en todas las misiones. Si bien de una forma más controlada no resultaría tan molesto, también es cierto que el público habitual del título cuenta con muchas horas de juego a sus espaldas y no necesita que lo lleven tan rígidamente de la mano.
Disparando a los focos
A excepción de esta situación, la campaña conforma una experiencia muy divertida, pero que no ve acompañado el ritmo jugable con el narrativo. La campaña de La Reina Bruja, tanto como el resto de descubrimientos realizados desde entonces, con la típica evolución temporal del juego dejó el listón muy alto. Junto a esto, Eclipse pretende plantear las bases del fin. La próxima expansión, La Forma Final, pondrá fin a la trama iniciada con el primer título. Es natural que, con esta premisa de base, los jugadores esperasen una aclimatación excepcional, preparada para comenzar a cerrar cabos y terminar de atar el resto. No obstante, tengo la sensación de que he salido de esta aventura con más preguntas que respuestas y, sobre todo, con muchas dudas acerca de como introducirán el broche final.
Creo que podemos hablar de la campaña de Eclipse como una búsqueda de gamusinos. Durante todas las misiones andamos al acecho de un elemento, aparentemente fundamental, cuya función es bien conocida por todo el mundo excepto por el propio jugador. Así pues, parecemos más un mercenario que disparar sin preguntar que el héroe elegido (nuestro papel, en teoría). Mientras avanzamos en la trama, atravesaremos las calles de Neomuna, una ciudad escondida en Plutón y protegida por los surcanubes, una especie de surferos ciberpunk extremadamente poderosos, que se las han apañado para mantener la ciudad y sus habitantes alejada de todo el percal.
Aunque en un principio el color y el brillo del neón nos atrapa sin esfuerzos, no tardaremos en cruzarnos con zonas extremadamente despobladas, cuya única función es la de actuar como punto de paso, que no aportan nada más allá de robarnos algo de tiempo. Una vez más, estamos enfrente de una exposición de sombras y luces, ya que las zonas más concurridas, así como los escenarios de las misiones cumplen con creces y llegan al nivel artístico al que estamos acostumbrados. Si con La Reina Bruja nos habituamos al lúgubre arte de H. R. Giger, en Eclipse estamos en la fiesta del neón. Grandes rascacielos, bien iluminados y acompañados de brillos que abarcan todo el espectro cromático, capaces de dejarnos ensimismados en más de alguna ocasión.
Una lenta apuesta por la cooperación
Siempre he tenido sentimientos encontrados con el sistema de búsqueda de grupos de Destiny. Pese a presentarse como un MMO y plantear sus niveles como una experiencia apta para varios jugadores, nunca se ha permitido comenzar un nivel de la aventura con personas aleatorias. La única opción, buscar amigos (o conocidos) con los que recorrer los escenarios en equipo. Esto provoca que muchas de las misiones y grindeos habituales se realicen en solitario, algo posible, hablando respecto a la dificultad, pero que aleja a los jugadores de la comunidad. Lo mismo sucede con las raids, posiblemente el contenido más buscado por los jugadores.
De esta forma, son muchos años en los que el público se ha visto obligado a recurrir a páginas externas, así como servidores de Discord, para servirse de una suerte de matchmaking. Ciertamente no se trata de algo complicado, pero se presenta como una barrera más frente a los nuevos jugadores y a todo aquel que quiera sencillamente jugar un rato, sin pensar mucho. Con la llegada de Eclipse, el equipo de desarrollo pretende introducir por fin un sistema de mathchmaking, que debería de haber llegado como feature junto al lanzamiento de la expansión, posiblemente, como uno de los puntos más fuertes de esta. Pero de momento, tenemos que esperar.
Por otra parte, no se aprecian cambios en el horizonte del PvP. No se ha introducido contenido en ninguno de sus modos. Siguen manteniendo la misma tendencia vista en anteriores expansiones, por lo que los jugadores competitivos no tienen mucho que hacer una vez más. Ciertamente disfruto más de resto del contenido, pero es una pena que un gunplay tan bien trabajado como es el de Destiny 2 no permita más variedad y progresión en los enfrentamientos entre jugadores.
El principio del fin
Las expectativas frente a Eclipse eran muy grandes. Con El Testigo llamando a la puerta y El Viajero en peligro, todos interpretamos esta nueva expansión como el broche final del vestido de gala, ese que todos nos pondremos el año que viene. Desgraciadamente, Eclipse no ha podido llegar al nivel, pero no deja de ser una experiencia entretenida para todos los seguidores del juego. Todavía queda esperar y ver como se desarrollan los eventos durante los próximos meses, de hecho, en ello se sostiene el equipo de desarrollo, que no ha terminado de aceptar las tendencia negativa de muchas críticas.
No todo puede salir perfecto, y espero que el regusto que la experiencia inicial nos ha dejado mejore con el venir de los meses y, en caso contrario, que La Forma Final reciba todo el mimo y el tiempo que esta no ha podido percibir. De momento, sigue siendo una buena oportunidad para cargarse el rifle al hombro y empezar a grindear como si no hubiera un mañana.
Esta crítica se ha realizado con un código de descarga para Steam cedido por PR Garage.