Crónica de una muerte anunciada
El E3, un evento que prácticamente se había convertido en una costumbre para la comunidad de jugadores y amantes de los videojuegos por todo el planeta, cierra sus puertas este año. Esto mismo ha sucedido con numerosas conferencias, ferias, eventos y, actualmente, en España nos encontramos en un estado de cuarentena frente a la pandemia que durará varias semanas, así como en otros países. El mundo se confina en sus hogares mientras el omnipresente Coronavirus se extiende por todas partes. Menuda semana.
Previamente a la cancelación oficial del evento, mi compañero Rubén López acertaba a la hora de plantear una interesante reflexión, a la que no he podido resistirme: El E3 ha ido perdiendo el interés por parte de los aficionados y el evento ha perdido fuelle, dejándonos una edición de 2020 que tampoco parecía llamar demasiado la atención. Sony ya había resignado de aparecer por la feria y las especulaciones sobre la nueva generación de consolas dejaban al evento angelino en una posición complicada, pues varias compañías no se planteaban asistir. Bueno, todos conocéis más o menos la situación pero, ¿qué es lo interesante de todo esto?
Recuerdo uno de mis primeros artículos aquí, en HyperHype, donde cavilaba sobre la última edición de este evento en junio de 2019. Una experiencia cuanto menos agridulce, pues las filtraciones ya habían dejado entrever casi todo el contenido verdaderamente atractivo de la feria y, pese a algunas sorpresas, todo estaba dicho con anterioridad. Sí, se amplió la información que ya teníamos en cierta medida y hubo algún que otro anuncio, pero las conferencias se estaban tornando exageradamente aburridas y cada vez nos acercamos más a una dinámica de espectáculo vacío de contenido, en el que el bueno de Phil Spencer nos cuenta cosas durante una hora pero los anuncios son lo menos ilusionantes que cualquier jugador pueda imaginar.
Seamos sinceros: a día de hoy solo veíamos el E3 por pura tradición, porque ya se ha inculcado en nuestras costumbres relacionadas con esta industria y, como apasionados del mundo videolúdico que somos, nos gusta formar parte de una comunidad, comentar cosas con nuestros amigos y, a ser posible, disfrutar de algunos días en los que podemos echar un buen rato entre conferencias viendo retransmisiones en directo. Era la semana de las noticias, de los anuncios. En mi caso, la coincidencia con los exámenes finales de la carrera era casi insalvable, por lo que he llegado a ver algunas conferencias entre tema y tema a las dos de la mañana. Al fin y al cabo es una experiencia que, como muchas otras, formaba parte de la industria, al menos hasta ahora.
La dichosa pandemia vírica que nos ha obligado a resguardarnos en nuestros hogares y que tantos problemas está causando a la estructura económica global y particular, ha supuesto, como ya hemos mencionado, la cancelación de cualquier evento que se presentara como una concentración de personas. El E3 de 2020 no llegará a celebrarse. Pero esto tiene implicaciones más profundas. Nos encontramos en una etapa de cambio generacional, asistiendo a las últimas coletadas de la PlayStation 4 y de la Xbox One, a la espera de finales de año, donde supuestamente tendremos acceso a una nueva y flamante oleada de consolas para jugar a lo último. El hecho de que cada vez haya más sintonía entre los ordenadores de sobremesa y estas consolas, como el anuncio de la llegada de Horizon Zero Dawn a PC o la dinámica que sigue Microsoft de crear un ecosistema entre su consola y los ordenadores no es algo casual. Es más bien consecuencia de la muerte de lo analógico, de lo físico. Muerte relativa, eso sí, pues a todos nos gusta tener algo material en cierta medida. Pero sería absurdo no asumir que lo digital, a día de hoy, tiene todas las de ganar.
Esto tiene multitud de perspectivas entrecruzadas. Por un lado, el servicio de juego en streaming va ganando fuerza y los intentos, aunque aún sean inmaduros, tienen potencial. Por otra parte, tenemos la cuestión de estos eventos y ferias de los que hemos venido hablando. ¿Es necesario un E3? Escuché hace poco un planteamiento que me hizo reconsiderar mis ideas: los estudios independientes tienen ahí un pequeño foco de oportunidades. Es cierto: todos los pequeños proyectos que triunfan deben parte de su éxito al hecho de haber sabido moverse entre ferias y el mundo de los grandes desarrolladores, donde conseguir contactos y repercusión. Las grandes compañías preparan retransmisiones en directo que tendrán, posiblemente, el mismo público que tendrían en las conferencias de Los Ángeles y que podrán gestionar a gusto para lanzar a la opinión pública lo que consideren necesario. La dinámica del E3 parecía tender hacia una muerte por agotamiento, en la que quién sabe si de aquí a uno o dos años desaparecería por completo. Sin embargo, la cancelación de este año puede suponer el verdadero punto de inflexión a partir del cual nunca volvamos a presenciar el evento. Y sí, aunque sea una pena perdernos esa experiencia, los consumidores no somos los más afectados, al final es una reducción de oportunidades para los pequeños estudios y son ellos los más perjudicados, con las consecuencias que esto tiene a la hora de aportar frescura al panorama anual de lanzamientos.
La cancelación de este año puede suponer el verdadero punto de inflexión a partir del cual nunca volvamos a presenciar el evento
Con todo, no merece la pena desanimarnos por el devenir de los acontecimientos pues si algo caracteriza a esta industria es su capacidad de evolución y de originalidad en los planteamientos. Muy posiblemente, los estudios encuentren las alternativas necesarias para volver a despertar la magia que recordamos de ediciones pasadas de la feria angelina y, como no puede ser de otra forma, nuestra percepción de cómo se juegan y se disfrutan los videojuegos irá cambiando con el tiempo. Por lo demás, disfrutemos de la inmensidad de títulos que salen cada año sin preocuparnos demasiado por sagas de las que no sabemos demasiado desde hace mucho y hagamos un pequeño esfuerzo por buscar juegos independientes a los que seguirle la pista, porque al final son uno de los motores principales de nuestro querido ecosistema jugable.