Una experiencia de escala planetaria
Cuando hace unos meses mi compañero Lorenzo analizó Deiland en su versión de PlayStation 4, así como tras leer la entrevista que pudimos hacer al equipo, puse al juego en mi lista de potenciales títulos a jugar, de llegar a PC. Ahora que ya tenemos esta edición entre nosotros, os traigo una segunda opinión del título de Chibig, que ya os adelanto que ha supuesto una sorpresa muy agradable para mí en varios sentidos.
Para empezar, tenemos que comprender que quiere lograr Deiland con sus jugadores, no ya con sus mecánicas, si no con la combinación de géneros, combinando sandbox con rol y aventura, con estos dos últimos se encuentren en menor proporción, pero dando lugar a una mezcla más que viable, como veremos más adelante. Nada más comenzar el juego, comenzaremos en lo parece un título de superviviencia genérico, con un pequeño planeta llamado Deiland junto a sus limitados recursos a nuestra disposición, con unos primeros minutos que nos harán las veces de tutorial, a la par que se nos presenta a Arco, el protagonista de nuestra aventura y único habitante, así como a Mûn, integrante de la Patrulla Intergaláctica, que nos otorgará nuestra primeras misiones mientras nos ayuda a investigar el origen de nuestro personaje y de nuestro planeta.
Recepción interplanetaria
Sin embargo, Mûn, al igual que el resto de personajes que nos encontraremos a lo largo de nuestra aventura, no se encontrará continuamente en Deiland, sino que nos irá visitando periódicamente con nuevas tareas e información acerca de nuestro origen, dejándonos libres de jugar a nuestro ritmo e ir personalizando nuestro plantea, con diferentes cultivos en nuestros terrenos y la posibilidad de plantar árboles y arbustos a lo largo del planeta, además de construir diferentes estructuras, como pozos, para facilitarnos la tarea.
Sin embargo, las visitas interplanetarias no son el único evento en el que podremos intervenir, ya que de forma totalmente aleatoria aparecerán setas en nuestro planeta al igual que caerán meteoritos de vez en cuando. Para evitar posibles destrozos, podremos utilizar una mecánica muy interesante, pero a la par algo desaprovechada: la posibilidad de rotar el planeta a nuestra voluntad, algo que utilizaremos apenas en un par de situaciones más, y que podía haber dado algo más de profundidad a la idea de controlar Deiland por completo.
Volviendo a la parte de supervivencia más pura, que he dejado de lado anteriormente, tendremos que controlar varios recursos, como nuestros puntos de vida o nuestra salud, a la par que los materiales para construir o cocinar, además de las herramientas y sus mejoras, enlazando así con la parte de rol que contempla el título. El agotamiento de estos no suele suponer un problema, ya que los cultivos son extremadamente rentables desde este punto de vista, sumado a que los enemigos aparecen de forma escasa y en pequeñas cantidades, sin que llegue a suponer un problema real. En parte, agradezco este hecho, ya que el sistema de combate, aunque en ningún momento intenta ser un pilar básico en la jugabilidad, es bastante simple, y no es especialmente entretenido. Tal vez sea por esto que los enemigos hacen apariciones muy esporádicas, para que la sensación sea de novedad en vez de aburrimiento, pero esto no lo hace mejor.
Ahora poniendo atención de nuevo en la parte de rol, ésta está relacionada directamente con nuestros huéspedes, cuyos encargos entrelazarán directamente con el descubrimiento de la trama, además de desbloquear nuevas opciones para Deiland, como nuevas recetas, enemigos, mejoras para nuestras herramientas, así como la mina, una nueva localización, o la posibilidad de viajar a otro planeta, Ankora, en el que tendremos acceso a más contenido, así como la posiblidad de hacer magia como parte de nuestros combates. Por otra parte, en estas visitas podremos comerciar y adquirir productos únicos en función de nuestro huesped, así como vender nuestras posesiones, variando los precios entre los diferentes personajes, exigiendo así algo de dedicación e interés al jugador, en vez de permitir un máximo rendimiento con un proceso automatizado.
Por separado, hay elementos que flojean, pero en conjunto…
Y una vez mencionadas prácticamente todas las posibilidades jugables, es turno de empezar a relacionarlas como un conjunto, y comenzar a visulmbrar conclusiones. Para empezar, y a pesar de querer recalcar el punto mencionado anteriormente sobre la dificultad del título, el bucle o loop jugable que supone la mayor parte del juego (recolección de recursos y cultivos, construcción, combates ocasionales y recepción de visitantes con el consecuente intercambio de productos) hace que la experiencia sea bastante llevadera durante la mayor parte del tiempo, siempre con algún objetivo por cumplir o esperando la llegada de novedades por parte del resto de personajes, además del crecimiento de nuestros árboles o cultivos, pero este primer aspecto también tiene sus puntos negativos.
En primer lugar, y por consecuencia hasta cierto punto directa de esa aleatoriedad, es la espera que tendremos que hacer ocasionalmente para poder completar los encargos (incluyendo esperas más largas de la cuenta porque un viajero en concreto no aparece) y tener acceso a los siguientes, al igual que sucede con los combates, escasos, y que en caso de necesitar algún objeto que se consiga derrotándolos, puede suponer una ralentización muy abrupta en el ritmo de juego, especialmente si necesitamos desbloquear (aunque no se nos indique de forma explícita) algún elemento que requiere de esas apariciones. Esto, unido a una falta general de información dentro del juego (punto que sí es solucionable sin alterar la fórmula básica del juego, indicando por ejemplo la procedencia de ciertos artículos, aunque sea a modo de pista) y falta de intuitividad general en este tipo de situaciones, de manera que puede frustrar a algunos jugadores, especialmente a los más jovenes, que a priori deberían ser público objetivo para la producción de Chibig.
Dejando la jugabilidad a un lado, toca hablar de la historia. Pese al parecido evidente con la obra El Principito en la ambientación, y a que su trama me ha atrapado por momentos, vuelve a tropezar con el bache de ser dependiente de la aparición de los aliados, por lo que en momentos de tensión, esta se perderá al poco tiempo, al estar presente en Deiland de forma continuada. Pese a ello, la historia es bastante lineal y sencilla, que no simple, al combinar tantos puntos diferentes para formar un hilo conductor que consigue lo que pretende, mantenernos jugando. Y junto a esto, antes de pasar a la conclusión final, quiero hacer una mención aparte al apartado artístico, para que no quede un mal sabor en este texto, siendo lo más destacable del juego con diferencia, con cada detalle perfectamente cuidado, cada modelo 3D, sonido o textura mostrando el mimo que se les ha dado en el desarrollo, haciendo de Deiland un juego colorido y alegre, al que uno se siente feliz de volver, aunque sea por poco tiempo.
Una experiencia agradable por encima de todo
Deiland, a pesar no título excepcional por algunos errores que empañan el conjunto final, supone una apuesta muy interesante para todo tipo de jugadores, que en el peor de los casos encontrarán un sandbox entretenido que les robará algunas horas, y en el mejor, un mundo en el que recrearse de forma indefinida, haciéndolo nuestro en el proceso. Mención aparte para los más jovenes, que pueden encontrar en él una buena entrada hacia los videojuegos en consola, y, especialmente, hacia productos desarrollados en nuestro país.
Este análisis se ha realizado con una clave para la versión de PC cedida por Chibig Studio.