El perreo hasta el suelo


Bad Gyal entra, según ciertos estigmas, en la cada vez más difusa (y estúpida, bajo mi parecer) definición de «placer culpable». La artista de éxitos como Santa MaríaMercadonaFiebre, presente sobre estas líneas, revoluciona el panorama urbano desde hace más de un lustro. Pese a ello, y hace un tiempo yo me incluía en ese grupo, muchos reniegan y disfrutan de su música y figura en privado. Sin embargo, una vez trasciendes y alcanzas un nuevo plano astral, comprendes que lo que hace Alba Farelo i Solé es magia y, como tal, nunca debería esconderse.

El viejo estigma del placer culpable

Poca gente esconde su efusividad por 22 personas detrás de un balón o varias subidas a un ring dándose hostias. La popularidad de estos eventos, ligados a ciertas corrientes en las que no me adentraré porque ser breve es una virtud (y Days Gone no se termina solo), chocan de forma directa con esas modas o aficiones que escondemos. Cuando tenía 16 años, de cara a la galería Justin Bieber me parecía un «gilipollas endiosado por las crías». Lejos de las interacciones sociales, BabyLove Me y otras canciones del canadiense era lo que escuchaba mientras jugaba al FIFA. A lo que voy, aunque me ande mucho por las ramas y siga sin adentrarme en el fenómeno que es Bad Gyal, es a que el término «placer culpable» debería ser abolido de la faz de la tierra. A fin de cuentas, ¿por qué esconder algo que te apasiona?

Mucho antes de esta ola de popularidad que la industria surfea desde hace años, jugar a videojuegos era algo propio de «raritos y marginados». Por mi condición y género, siempre he tenido la fortuna de escapar de tropos manidos, insultos sin sentido y, por encima de todo, no tener que justificar ni restar valor a lo que me gusta. Mas, aún con esa suerte, hasta hace algunos años una parte de mí era incapaz de reducir a lo «irónico» muchas de las cosas con las que disfrutaba a diario. Bad Gyal, la artista que da título a este capítulo, es un ejemplo de ello. Y los videojuegos, como ya os imaginaréis ya que esta santa casa es un portal dedicado a ellos, son otro.

Descubrir Fiebre fue una de las etapas más fascinantes de mi vida. Tras años renegando de estilos urbanos, este tema, con un símil perfecto con su título, se apoderó de mí durante semanas. Día tras día disfrutaba en silencio de una canción que, a todas luches, me hizo reconectar con una parte que creía olvidada. iPod en mano, cada mañana escuchaba lo nuevo de Arcángel, Tego y Farruko junto a mi amiga Sara antes de entrar al instituto. Y allí, en las clases de Atención Educativa, jugábamos a Pokémon Amarillo en una BlackBerry llena de vídeos estúpidos y memes. Después, de golpe y porrazo, eso desapareció hasta que, con la misma intensidad, la Fiebre de una catalana apareció en mis recomendados de YouTube.

Bad Gyal y los videojuegos te hacen mejor persona

No soy muy de dogmas o frases incendiarias (conocidas como «hot takes» por aquellas personas que, por algún motivo u otro, prefieren términos foráneos). Sin embargo, me veo en la potestad de afirmar que Bad Gyal y los videojuegos te hacen mejor persona. Antes de aceptar que Flow 2000 es un himno que ni Mozart firmaría y que bajo el cobijo del Fortnite se está muy bien, yo era un ser sin importancia en el mundo. Hoy, que puedo alzar la voz y no esconder que «el perro hasta el suelo y el ego hasta el cielo», creo que soy capaz de conseguir cualquier cosa. Si eso se lo debo a alguien, por descontado, es a la increíble Alba Farelo. Mas, como dije unas líneas atrás, no todo el mundo tiene mi suerte.

Por mi condición y género, vuelvo y repito, no me veo obligado a justificar muchos de mis gustos. Si digo que soy «Team Edward», por ejemplo, puedo obviar decir que es «de forma irónica». Si comparto canciones de Rocío Jurado o escribo sobre Chelo García-Cortés, por citar otras muestras, se sigue el mismo camino. Sin embargo, no todas las personas tienen la suerte que yo poseo. Para muchos, Sálvame es un placer culpable que disfrutan tras una jornada larguísima que te deja sin aliento. Cuando buscas desconectar y no pensar en nada, ahí están sus debates cíclicos y sus memes para hacerte pasar un rato ameno. Pese a ello, afirmar que ves este programa esconde un estigma por el que te juzgarán y señalarán. No lo hará la mayoría, pero no podemos olvidar que la vida no es Twitter y existen muchos grupos sociales.

Esto último es, quizás, lo más importante. Escribir durante años (y lo que queda) numerosas piezas centradas en videojuegos me ha hecho conocer a todo tipo de personas. Gracias a ello, sumado a que la edad te hace más selectivo (o cascarrabias, depende de cómo se vea), he terminado asumiendo que no puedes caerle bien a todo el mundo. En la fecha en la que esto se publica, hay personas enfadadas en Twitter porque a Alexelcapo no le ha gustado Horizon: Forbidden West. Yo, que lo instalé y ni lo empecé, soy incapaz de entender los motivos por los que algo así te enfadaría. Sin embargo, parece que aunque la vida nos dé muchos palos siempre es mejor quejarse por estupideces. Y en el proceso, siempre que se pueda, se seguirá vertiendo odio bajo el falso escudo de la justicia, porque de los suicidios por acoso nunca aprendemos nada.

A lo que voy, tras danzar mucho entre pensamientos y creer que siento cátedra, es a que el mundo sería más fácil si todos escuchásemos a Bad Gyal y disfrutásemos de los videojuegos que nos gustan. Independientemente, claro está, de lo que esté socialmente aceptado. Estamos en 2022, ya está bien de seguir acuñando el término «placer culpable».


  • Serie ‘Deformación profesional’