Rolero, punk y grotesco
Hablar de Fallout es hablar de unos juegos ampliamente recomendados por mucha gente y gran parte de la crítica. Sin embargo esto ocurre mayormente con la tercera y cuarta entrega, quedando los dos primeros relegados injustamente a poco menos que una anécdota, como si no hubiesen sido nada antes de Bethesda. Idolatrados por los jugadores de antaño e ignorados por los actuales, aquellos títulos de Brian Fargo bajo el sello Interplay definieron y asentaron no sólo el estilo de la franquicia, sino que ayudaron a consolidar la temática post-apocalíptica. Su estilo y ambiente únicos se empezaron a edulcorar en Fallout 3, dejando huérfanos a los amantes de ese feeling más macarra que ofrecieron las aventuras del Morador del refugio número 13, de las que si queréis saber un poco más podéis leer un merecido tributo que les hice en Medium.
Pero vayamos a lo que importa. Death Trash es un videojuego indie muy interesante, hecho casi en su totalidad por una sola persona, y que bebe de ese estilo inconfundible de Fallout 1 y 2. Lleva al menos tres años de desarrollo y en las últimas semanas ha estado especialmente activo en sus redes sociales. Stephan Hövelbrinks, el autor, lo define como una obra influenciada por la ciencia ficción, el cyberpunk, el terror cósmico y el humor negro. Por otro lado, salta a la vista el ya mencionado estilo de los Fallout clásicos: los mapeados desérticos, la forma de jugarlo e incluso la música ambiental que se ha escuchado en los trailers recuerda irremediablemente a ellos. Aunque esta vez no vagaremos en un mundo devastado por una guerra nuclear, sino que presenta su propio contexto en el planeta Nexus, el cual fue colonizado por la humanidad hace un tiempo. Nexus alberga extrañas ruinas y criaturas que parecen ser muy antiguas, y para colmo las máquinas utilizadas por los colonos han empezado a fallar debido a un error, sumiendo todo en un ambiente caótico y peligroso.
Con toda esa amalgama de cosas, Death Trash nos ofrecerá jugar en la piel de un saqueador de ruinas, el cual podremos personalizar con diferentes aspectos físicos, parámetros, habilidades y armamento. Su fuerte estilo RPG vendrá aderezado con una libertad aceptable gracias a su mundo semi abierto, decidiendo hacia dónde nos dirigimos o cómo afrontamos las misiones. Podremos optar por el camino violento o el “amistoso”, siendo el primero obviamente enfocado al combate, y el segundo a la conversación y parámetros peculiares como el sex appeal o el vómito (sí, habéis leído bien). Pero ahí no acaba todo, ya que deberemos gestionar el inventario, hacer uso de habilidades sociales, craftear todo tipo de objetos e incluso podremos optar por tener un compañero gracias a un cooperativo local.
El sistema de combate es en tiempo real, otorgando dinamismo y poniendo a nuestra disposición armas cuerpo a cuerpo, todo tipo de pistolas y poderes psíquicos. Esta combinación podría recordar a Shadowrun, especialmente en sus lanzamientos para SNES y MegaDrive. Aquí las similitudes también son palpables, y una vez más no lo digo como un aspecto negativo sino todo lo contrario. Los Shadowrun también poseen un estilo cyberpunk muy particular que hacen las delicias de los amantes del género, y el título de SuperNintendo es una de esas joyas ocultas que fácilmente alcanzan el estatus de culto.
“¿Fallout 4? Voy a construir mi propio Fallout. Con blackjack. Y putas.” – Stephan Hövelbrinks
Death Trash tiene cartas para ser un buen indie. Mezcla un excelente puñado de cosas y cualquiera diría que ha aprendido de los mejores juegos de ese estilo. Cuando podemos compararlo con los clásicos Fallout o Shadowrun es que algo está haciendo bien; y si revuelve algo positivo dentro de los jugadores que han disfrutado de éstos, entonces definitivamente ha tocado alguna fibra. También aplaudo la valentía de ir directo con un juego no apto para todas las edades: se ha declarado como un título con contenido sexual, violencia/gore y lenguaje soez para que no pille a nadie por sorpresa. Con ese tipo de detalles tengo que volver a compararlo con Fallout 1 y 2, los cuales fueron censurados y tienen un corte muchísimo más adulto que sus sucesores. Este punto aumenta su atractivo, ya que pone de manifiesto un ambiente anárquico, amoral y cínico que encaja a la perfección con el post-apocalipsis y el cyberpunk. Y es que, ¿alguien imagina dichos géneros sin esos componentes, cuando son un pilar fundamental?
Por desgracia el juego está un poco lejos de terminarse, aunque la fecha prevista es 2020 y la idea es que se publique en PC y consolas. El autor deseó tener en todo momento el control total de la obra y su distribución, optando por no pedir ningún tipo de financiación o crowfunding. Una propuesta tan valiente como arriesgada que depende del boca a boca y de apoyos tan sencillos como estar en la lista de deseados de Steam. Esperemos que algo tan apetecible como esto dé en el clavo con la fecha de lanzamiento.