Contracorriente, contracultura
Death Stranding es uno de los grandes títulos esperados para finales de este año. Un juego del que nunca supimos mucho a pesar de los trailers, algunas imágenes y minúsculos comentarios. A unos tres meses de su salida, parece que Hideo Kojima presentará nuevo material en la Gamescom de este año, el día 19 de agosto. Es ahora, en la recta final, donde quiere tener cierta presencia y enseñarnos un poco más. Está claro que en el juego se mezclan muchos elementos lo suficientemente dispares entre sí como para que, al menos hasta ahora, creamos que es “una fumada”. Seguramente una vez dentro del juego todo tenga mucho más sentido, pero sin duda se ha querido aprovechar toda esa densidad para darnos las cosas a cuentagotas y que hagamos volar la imaginación. Kojima lo ha hecho así a propósito… y no le importa, de hecho lo disfruta.
No voy a hacerme ninguna pregunta que nadie se haya hecho ya. Más allá de las apuestas personales que tengamos cada uno, seguimos sin saber detalles clave. Nada ni nadie había filtrado nada. Nada ni nadie había dado algún detalle suculento. Kojima y su equipo lo han hecho tan bien que el márketing del juego es que justamente no hay márketing (al menos el habitual). Death Stranding es Death Stranding. No es un shooter, no es una respuesta a otro juego, no es eso o no es lo otro. Es simplemente él mismo. Y eso me gusta, echo de menos cierto secretismo y valor en toda la industria en general. ¿Resulta que a todo el mundo se le escapan filtraciones de todo tipo pero casualmente a Kojima no? Deduzco entonces el hecho de que no es un genio tapando filtraciones: es que sencillamente no las genera él mismo. Dicho de otro modo, las filtraciones consentidas se han vuelto un globo sonda para tener una leve impresión sobre qué piensan tus futuros compradores e ir adaptando el producto a su gusto del momento.
Sí, quizás a estas alturas estaría bien ver algún gameplay más detallado, pero aún sin eso este juego es toda una oportunidad. Una oportunidad para los usuarios, porque no ven los cambios que se han podido hacer por el camino y no pueden prejuzgarlo una vez que salga al mercado. Y una oportunidad para el equipo de desarrollo, porque no tienen la presión social por cumplir unas expectativas creadas y pueden enfocarse en la propuesta, con decisiones de última hora si es preciso. Es casi irónico que en una época obsesionada por el spoiler curiosamente se reclame saber absolutamente todo de un videojuego. Enseñar mucha información antes de tiempo da pie a que los usuarios se quejen sobre si lo que llega finalmente es lo que se mostró en los conceptos del desarrollo. Y a veces llevan parte de razón, pero se antepone todo eso al resultado final en sí mismo. El propio estudio tiene entonces la obligación implícita de contentar al usuario (e incluso retractarse) porque éste le reclama lo “prometido”. El jugador se cree incluso merecedor de algo, se cree que tiene voz y voto en el proyecto, y no es así. Su único voz y voto es comprarlo o no.
Un videojuego puede ser una obra cerrada al gusto total del creador, y Death Stranding tiene pinta de ser una de esas. La obra no busca tanto al consumidor, sino que es el consumidor el que busca a la obra por gustos personales, por pálpitos, por impresiones… Todo queda entonces en una sutil relación donde juegan emociones de todo tipo. Todo se intensifica: acaba siendo una experiencia personal desde que uno abre la caja del juego hasta que lo termina.
Kojima Productions ha hecho todo al revés. En vez de ir a un mercado concreto, parece que ha creado el suyo propio, abriendo un nuevo camino.
¿A quién tiene que gustar ese juego? ¿A los “gamers” contemporáneos o a los jugadores de siempre? ¿A los que buscan historias? ¿Quizás los que quieren acción? ¿O sencillamente los que se contentan con mirar y poco más?
Por muchos memes que haya, por muchas bromas que hagamos y por muchas dudas que tengamos, una cosa está muy clara: Death Stranding tiene valor porque tiene carácter. Otra cosa es si finalmente convence, pero eso tendrá que tratarse en su debido momento. No busca la aprobación de los demás, ni quiere parecerse necesariamente a nada, y tampoco le hace falta enseñar mucho. Va a ser de una manera concreta, va a ofrecer su visión personal, y así será con todas las consecuencias. No le deberá nada a nadie porque no ha enseñado más de la cuenta, y no le preguntará al jugador si le gusta o no porque ya sabe de antemano que no gustará a todos. Se centra en aquellos que pueden verse atraídos por el estilo y parece que cuida eso al detalle.
Brillo propio en medio del hastío
Me gustaría creer que no soy el único que echa de menos eso. Los AAA se han vuelto aburridos en muchos aspectos porque buscan el like fácil. Y no los culpo, las empresas invierten capital para ganar dinero y es lícito. Sin embargo han conseguido volverse bastante insustanciales o genéricos, y la variedad y originalidad brillan por su ausencia. Toman los menores riesgos posibles con el objetivo de contentar a todo bicho viviente, y se encargan de enseñarlo rápido buscando aprobación. Si sale meridianamente bien, explotarán esa fórmula hasta la saciedad, hasta que sean los propios usuarios quienes se den cuenta de lo repetitivo que resulta. Y cuando se dan cuenta se quejan de que la desarrolladora no innova. Creo que he perdido la cuenta de las sagas que se han matado por este método, o siguen bailando en el filo de la navaja en el mejor de los casos.
Hay una delgada línea que separa el mostrar tu producto y hacer una bajada de pantalones. Las veces que se han tenido que echar atrás no han sido pocas, y la gente (sobre todo en internet) es implacable porque no perdonan ni un solo fallo. En esos casos parece que es el producto quien intenta comprar a los usuarios y no al contrario. No hay nada más de valor que el hecho de apelar a algo que saben que quieren. Y como ya he dicho, Death Stranding vuelve a la sana costumbre de tener un poco de carácter y creer en su propuesta, llevándola hasta el final. Tengo muchas ganas de jugarlo, y no sé si finalmente me gustará o no. Pero tengo claro que me atrae esa discreción, me atrae lo poco que se sabe y aplaudo su decisión de ir contracorriente a pesar de ser una gran producción. Un AAA que hasta que se demuestre lo contrario merece el beneficio de la duda para tener esas siglas tatuadas en la frente. Semejante personalidad en algo que se juega el cuello no se ve todos los días.