Nadie vendrá a ayudarte
En el año 2008 Electronic Arts sacó al mercado Dead Space. Fue todo un golpe sobre la mesa. Y aquel año, la verdad, fue un año bastante bueno para la empresa norteamericana. Un lavado de cara más amable que trajo consigo grandes apuestas. Para el recuerdo quedan títulos como la primera entrega de Battlefield: Bad Company, Crysis, Burnout Paradise, o los revolucionarios Skate y Mirror’s Edge.
Sin embargo, de entre aquella lista de notables juegos, mi favorito siempre ha sido y será Dead Space. Todo un espectáculo de terror, misterio y acción. Una nueva propiedad intelectual que salió de la nada para proclamarse por méritos propios como uno de los videojuegos más interesantes de aquel 2008. Sorprendió tanto a crítica como público e incluso a día de hoy, una década después, sigue siendo muy sólido. Para mí, es todo un clásico moderno, y además es el juego de terror que más he disfrutado —y rejugado— nunca.
¿Qué hizo tan especial a esta aventura espacial? Veámoslo…
¡Ya vienen los necromorfos!
Dead Space es un shooter survival horror en tercera persona para PC, PlayStation 3 y Xbox360 que fue desarrollado por Visceral Games —anteriormente llamados EA Redwood Shores, quienes habían creado juegos como El padrino o Los Simpson, y que por desgracia cerraron sus puertas el año pasado—. En el juego tomamos el papel de Isaac Clarke —que recibe este nombre en honor a dos escritores clásicos de ciencia ficción; Isaac Asimov y Arthur C. Clarke—, un ingeniero técnico que acude con una pequeña tripulación a la llamada de emergencia del USG Ishimura, una enorme nave extractora que ha quedado a la deriva por el espacio y necesita reparar sus sistemas dañados. No obstante, esto es una historia de supervivencia, y las cosas se van de madre muy pronto para Isaac y sus compañeros.
En el interior del Ishimura hay una clase de criaturas terroríficas apodadas como necromorfos, unos seres que no dudarán en matar todo lo que se topen en su camino. Y la única manera viable de sobrevivir a esta amenaza es cortarle las extremidades a estas cosas. Una idea muy ingeniosa desde el punto de vista jugable que nos hace afrontar la acción desde un prisma algo más estratégico.
En este sentido, los necromorfos y la ambientación del juego, que se sucede al completo en el interior del siniestro Ishimura, dan el toque distintivo a este título y hacen que tenga un atractivo irresistible para todos los amantes de la ciencia ficción y el terror. Por otro lado, que el protagonista sea un simple ingeniero, pone el asunto todavía más interesante, ya que la mayoría de armas que Isaac usa ni siquiera podrían catalogarse como tal. Algunas de ellas son solo herramientas de trabajo —como la cortadora de plasma—, que en un caso como este de extrema necesidad se convierten en nuestro más fiel aliado y, de paso, en un elemento perfecto para cercenar extremidades.
Si por algo brilla Dead Space es por esto mismo. La jugabilidad es su apartado más refinado. Es todo un goce. Está lo suficientemente perfilada para que nos sintamos inseguros durante toda la experiencia, pero lo justamente equilibrada para que también le echemos narices al asunto y podamos siempre seguir un paso más adelante. Además, el juego rebosa todo un aura de misterio y suspense digna de las mejores obras de ciencia ficción clásicas, de las que el equipo de Visceral Games tomó una fuerte influencia. Estamos hablando de películas como Alien, La cosa, Horizonte final, 2001: Una odisea en el espacio y Solaris.
Por si fuera poco, Dead Space también supo fijarse en su propio medio y tomar el testigo muy sabiamente de obras como Resident Evil 4, Half-Life 2, o BioShock. Recorrer todas las estancias del Ishimura es escalofriantemente satisfactorio. El juego nos tiene reservados continuamente momentos especiales y sorpresas que mantienen el ritmo para que no decaiga. El abanico de necromorfos es magnífico, sus diseños y sus sonidos, cada uno con sus propias cualidades y formas distintas de abordarlos en combate. Las rendijas de ventilación nos darán más de un susto inesperado. Algunas secciones en gravedad cero crearán instantes únicos y asfixiantes. Los sonidos y el juego de luces y sombras pondrán nuestra piel de gallina a cada segundo. Se trata de uno de esos videojuegos que nos hace vibrar y nos tiene en tensión todo el rato, metidos de lleno en su mundo, y eso es una delicia.
El inicio de la locura…
Dead Space constituyó el arranque de lo que más tarde se convertiría en una trilogía. Quizá por las erróneas expectativas de EA, quizá por una mala gestión de su ambición, lo cierto es que la saga terminó derivando, como suele ocurrir, en una loca y frenética aventura de acción con bastantes momentos delirantes. Si bien, la segunda entrega fue una combinación muy buena entre la acción y el terror, el tercer juego destiló demasiado la faceta shooter y muy poco la del survival horror. Una cosa que, a mi parecer, hacía perder la esencia de lo que de verdad significa Dead Space y que, precisamente, este primer juego ofrece de forma excelente.
La historia del original no es revolucionaria ni desarrolla demasiado el trasfondo y la personalidad de sus personajes, pero tiene sus puntos interesantes y cumple su función de sobra. Además, tiene lógica, porque como ingeniero prácticamente el juego consiste en hacer de recadero yendo de un lado para otro arreglando la nave mientras intentamos que no nos maten —a pesar de como suena no se hace aburrido—. Y crea muy bien su universo dotando al jugador más curioso de notas y registros de los tripulantes del Ishimura que cuentan lo que pasó antes de nuestra llegada al lugar, para que nosotros unamos los puntos.
Por el camino, solo podemos guardar en zonas específicas, y Isaac tiene la suerte de poder mejorar su equipo a medida que avanza, tanto su traje como sus armas. Esto da un pequeño toque de personalización para que decidamos qué preferimos mejorar y también para organizar nuestro inventario, ya que solo podemos llevar cuatro armas al mismo tiempo y tenemos un límite de carga.
La interfaz es otro de los aspectos genuinos del juego, puesto que todo está hecho para darnos mayor inmersión. La salud está representada como una barra en la espalda del traje de Isaac. El inventario se consulta en tiempo real emitiendo un panel tecnológico desde su casco, lo que significa que la acción nunca se detiene. Si queremos consultar el mapa, ver nuestros objetivos, oír o leer alguna nota… no hay menús de pausa, todo sigue en marcha a nuestro alrededor. Además en todo su conjunto es bastante bonito de verse, sus gráficos no se han resentido demasiado con el paso de los años y tiene un sistema de iluminación y físicas notable.
Una masterclass de cómo hacer un survival horror
La verdad es que es triste pensar que quizá ya nunca más veremos un juego de esta saga en el futuro. Claro que con estas cosas nunca se sabe, pero ahora mismo la cosa está bastante negra para Dead Space. Aunque… quizá sea mejor así, porque de haber seguido dudo bastante que EA hubiese dejado volar en libertad la magia de esta saga. Y por eso me sorprende mucho que un título como el que nos ocupa tuviese su hueco hace diez años. Es una obra fascinante, oscura, gore, madura, que supo tomar grandes inspiraciones y poner de su parte para avanzar un poquito en el medio. Me atrevo a decir que es una de las últimas grandes aventuras survival horror dignas de jugarse, un género este que cada día que pasa va muriendo un poco más. Dead Space tuvo la valentía y la fuerza suficiente para dejar su huella en la historia, y estoy seguro de que muchos, como yo, nunca lo olvidaremos.