Los mechas también pueden estar chiquitos
El género mecha es fascinante en varios sentidos. Sus premisas, que podrían parecer simplonas y reducirse a “robot pega a kaiju, robot feliz”, suelen ir mucho más allá de tan sencilla simplificación. Aunque, todo sea dicho, de vez en cuando sienta genial presenciar unos cuantos guantazos colosales por puro disfrute sensorial. La cuestión es que este género tan querido dentro de la cultura del manganime es extremadamente versátil a la hora de tratar temas como la guerra y el uso de ciertos tipos de armamento, la privatización del entorno militar con la excusa del avance científico y, por supuesto, las responsabilidades de los agentes participantes, así como las repercusiones sociales, entre otros.
Si bien este verano vamos a tener una fuerte apuesta por el género por parte de FromSoftware con Armored Core VI, volver a juegos antiguos aprovechando la desconexión que ofrece el verano siempre es bienvenido. Así que, en un alarde de aprovechar las insufribles tandas de calor que se ofrecen durante todo el día en el sur de España, aprovecho para coger una DS y empezar a rejugar títulos que también servían de desconexión veraniega 16 años atrás. Entre otros muchos, el verano de 2007 vino acompañado de Custom Robo Arena, un título de la saga Custom Robo, poco conocida fuera del mercado nipón. Esta entrega sí llegó a Europa, aprovechando la conexión Wi-Fi de la portátil de Nintendo para competir contra otros jugadores en combates robot a escala reducida.
Encarnamos a un joven que acaba de mudarse con su familia a una ciudad donde prácticamente todo el mundo comparte la misma afición: Los Custom Robo (vamos a abreviar con CR). Estos robots de bolsillo se utilizan para competir en entornos controlados donde librar batallas altamente destructivas 1 vs 1, con un usuario que ejerce el control sobre la máquina. Nuestro protagonista, como suele ser común en el género shonen, posee un don innato para dominar a su CR y ganar combates impresionando a sus nuevos compañeros de instituto, que poseen un equipo de CR para competir en torneos entre los institutos de la ciudad y aspirar así a ligas mayores.
El padre y la hermana del protagonista trabajan, además, en la principal empresa de desarrollo de esta tecnología, cuya diatriba es también interesante porque, supuestamente, estos robots son muy potentes y podrían llegar a hacer daño a personas o usarse con fines militares, por lo que el uso de entornos controlados para competir es extremadamente necesario. Todo esto genera una narrativa que pasa por torneos de instituto y competiciones amateur hasta afiliaciones policiales contra la delicuencia, pero no desvelaré más para que podáis disfrutarlo si en algún momento conseguís haceros con un cartucho para DS o si, por el contrario, alguien decide rescatar esta saga del olvido.
Podéis imaginar los combates de CR como los de la conocida franquicia de Beyblade, pero en lugar de peonzas en un estadio circular, los robots luchan con todo el arsenal a su alcance. Además, los escenarios son variados y cada uno tiene ciertos elementos móviles o una distribución específica que podemos aprovechar a nuestro favor si lo conocemos bien. Pero lo que hace especial a Custom Robo Arena es su carácter de coleccionista, permitiéndonos conseguir una infinidad de piezas diferentes para nuestro CR, llegando incluso a cambiar la propia estructura del estándar MkII con el que empezamos la aventura. Todo esto lo haremos en nuestro taller portátil, que podemos también personalizar con dioramas donde colocar a nuestro robot en diferentes posturas para fardar frente a los contrincantes (aunque esto, hoy, pierde un poco la gracia al no tener con quien jugar de forma inalámbrica). Las numerosas familias de piezas aportan un buen número de combinaciones diferentes, ensalzando el “custom” que predica el título del juego. Esto nos permite utilizar un robot rápido y evasivo, o bien uno lento pero enormemente destructivo, según prefiramos un estilo de juego u otro.
Combatir es algo que hacemos por necesidades de la trama, pero también hay otros muchos individuos dispersos por el mapa con los que podemos luchar para conseguir más dinero y poder comprar nuevas piezas para el CR. Este mapa divide la ciudad en varias zonas, como el puerto, el barrio central y demás, cada uno con unas viviendas concretas y edificios únicos a los que iremos para comprar, combatir e interactuar. Es un mapa tipo maqueta, donde los personajes se ven bastante deformados en escala, aunque dentro de los edificios todo vuelve un poco a la normalidad. Los combates, eso sí, aprovechan toda la potencia de la portátil para renderizar escenarios 3D donde los robots se mueven de forma bastante espectacular.
Quizás, la mayor pega de un título como este es que no explore mucho en su narrativa algo cercano y casi intrínseco del género mecha como puede ser la responsabilidad del usuario. Es probablemente uno de los temas más interesantes a tratar, pues este género lleva jugando en la liga del shonen desde hace muchos años y, como tal, suele colocar a jóvenes en la escena protagonista (aunque a veces diluya las implicaciones de esto para centrarse en los tortazos). Se plantean situaciones entonces que, aunque estén camufladas con estéticas llamativas y una serie de tropos de la animación, no dejan de estar relacionadas con el uso de menores en el campo de batalla. Si tenemos esto en cuenta no es tan difícil entender que Shinji no quisiera subirse al EVA, pues las obligaciones impuestas sobre sus hombros distan mucho de lo que un adolescente debería soportar.
Custom Robo Arena es un juego sencillo en líneas generales. A nada que le pillemos el truco al control, será difícil que perdamos los combates salvo alguna excepción cuando se tuerce algo o nos pilla un ataque por sorpresa, algo más común de lo que parece teniendo en cuenta la cantidad de armas diferentes que pueden llevar los enemigos, que pueden sorprendernos con un tipo de misil que esquiva muros y que no esperábamos en absoluto. Por otro lado, la trama es bastante básica y no presenta tampoco nada excesivamente espectacular, pero cumple más que de sobra para justificar estas batallas tan curiosas y divertidas, dando como resultado un título más que entretenido. Es una lástima que esta clase de juegos, muchos de los cuales intentamos traer aquí en HyperHype para recordarlos con añoranza, vayan camino de perderse en los anales del videojuego. Pero quién sabe, quizás algún día veamos el resurgir de los mechas de bolsillo.