Smells like team spirit
Con una copa de vino en la mano, el pasado año 2017 celebrábamos el 25º aniversario de Kirby, la carismática y esférica mascota de HAL Laboratory que, aún a día de hoy, es considerada como una de las grandes figuras de Nintendo. Con motivo de ello, la compañía japonesa anunció en el pasado E3 una nueva entrega de la franquicia creada por Masahiro Sakurai, la cual acabaría llegando a nuestras Switch hace un par de semanas; el pasado 16 de marzo, para ser más exactos. Una nueva aventura con un enfoque claramente cooperativo; que resulta francamente divertida por momentos, y que ha vendido maravillosamente bien en todo el mundo, pero que, no obstante, continúa la tendencia decadente que la saga lleva cargando a sus espaldas desde hace ya un par de generaciones.
Desde 1992, Kirby ha sido el responsable directo de que hayamos vivido auténticas aventuras, de esas que transcienden de la pantalla para quedarse grabadas en nuestra memoria. Sin embargo, durante estos últimos años la saga ha experimentado ciertos cambios que no han sido del gusto de todos, y que han acabado disminuyendo exponencialmente la fama del producto – para los más jóvenes, Kirby ya no significa lo mismo que podía significar para muchos a principios de la década de los 2000. En esta ocasión, Star Allies también se toma sus propios riesgos, introduciendo determinadas mecánicas que carecen de sentido completo cuando se juega solo. Igualmente, ha volatilizado hasta el desafío más nimio, volviéndose exageradamente accesible, y permitiendo a los niños más pequeños disfrutar del producto desde el minuto cero. Eso sí, no durante mucho tiempo, pues el juego apenas dura más de seis horas.
No quiero pecar de crítico en exceso, pero efectivamente nos hallamos ante un Kirby que está a años luz de los mejores capítulos de la franquicia, y que, por tanto, ha sido tratado como un producto potable, de notable bajo en su defecto, por la mayoría de medios del sector. No obstante, y de una forma muy irónica, se trata de uno de los episodios que mejor ha vendido durante los últimos años, superando con creces al magistral Planet Robobot para Nintendo 3DS, que sí contaba con un acabado mucho más pulido y cercano al sobresaliente. En Japón, el juego ha arrasado, vendiendo cerca de 230.000 copias en su primera semana, y encontrándose ya de camino al millón de unidades. En España, por su parte, ha llegado a coronarse como el tercer juego mejor vendido de las últimas semanas, a falta de datos numéricos.
Cabe suponer que una gran parte de la culpa de este incremento en ventas se deba a la propia consola, Switch, que cuenta con una tasa de usuarios potenciales mucho más elevada que Wii U o que 3DS en su momento. Igualmente, la fecha de lanzamiento ha tenido mucho que ver, pues esta primera mitad del año está siendo muy tranquila para los usuarios de Nintendo, que, hambrientos de novedades, probablemente se hayan tirado de cabeza a por este Star Allies. Sin embargo, no me deja de parecer curioso el comportamiento del público, que no ha tardado en lanzarse a las tiendas a pesar de las mejorables críticas que lleva recibiendo el producto desde su estreno oficial.
A Nintendo, igualmente, estas reviews le importan más bien poco. Desde un punto de vista empresarial, los análisis no dejan de ser publicidad indirecta; una herramienta de promoción, independiente de las calificaciones recibidas, que permite a millones de personas conocer tu producto. Por ello, este batacazo a nivel ‘académico’ difícilmente supondrá un impacto reseñable en el expediente de la saga, que seguirá su camino con nuevos contenidos descargables y propuestas cada pocos años.
El poder, una vez más, reside en el público jugón. En el votar con la cartera, en el apoyo que se le da a cada estudio, y, sobre todo, en el hecho de, si los fans así lo quieren, saber enfocar la franquicia hacia sus raíces; hacia donde siempre debió de permanecer.