Abraza tus sueños
Hace ya mucho tiempo, le regalé a un amigo una copia digital de Final Fantasy VII por su cumpleaños. La versión de PS3 concretamente. Por esas fechas, al menos 15 años nos separaban de su lanzamiento original, pero llevábamos mucho tiempo hablando acerca de lo buen juego que era. Que si el mejor RPG de su tiempo, que si la mejor historia de ciencia ficción, o que un tal Sepiroth era el villano más interesante de la saga. Todas nuestras ideas se consolidaban en base de conceptos vagos y menos información de la que ya era relativamente accesible, gracias a internet. No por nada estábamos en la época dorada del gameplay en YouTube. Aproveché la oportunidad para jugar yo también desde mi consola. Así pues, esperé pacientemente las cerca de diez horas que mi conexión de baja velocidad requería para descargar un mísero gigabyte, y me dispuse a comenzar mi viaje por Midgar. No sé qué esperaba exactamente encontrar, creo que algo así como una experiencia sensorial inolvidable de grandes revelaciones morales y recuerdos imborrables, pero la realidad fue otra muy distinta.
Tenía la edad suficiente para no dejarme llevar por cualquier historia, pero no la necesaria para valorar una obra del pasado con la mirada pertinente. De esta manera, lo que me crucé fue una gran barrera de entrada, principalmente por su apartado técnico, que me impidió disfrutar de su narrativa e implicarme en la trama. Mis inocentes ilusiones, destruidas. Podría haber comenzado un periodo de crisis existencial, tratando de comprender como la vida seguía girando pese a que la luz con la que se te iluminaba el camino se atenuaba cada vez más rápido. Pero era un niño, sólo quería jugar, y eso es lo que hice. Pronto, otros juegos suplieron ese vacío, otras historias llenaron mi mente y otras sagas se apoderaron de mi interés. Final Fantasy VII quedó relegado a un rincón de mi mente, uno oscuro, lleno de cosas olvidadas. Ni siquiera volví a intentarlo con la llegada del remake, me dije: “bueno, ya lo jugaré en algún momento”, sumando en uno la interminable lista de tareas pendientes, y ahí se quedó.
Pero este verano, el primer tráiler de Crisis Core- Final Fantasy VII- Reunion despertó algo en mí que llevaba largo tiempo dormido. De repente, volvió ese interés por la entrega, con un nuevo y poderoso motivo para bucear en ella: empezarla por este spin-off. Así que esperé, con la suerte de ser yo finalmente el responsable de este texto, casualidades de la vida. Un intento más, otra oportunidad para cargar con tan pesada espada y ver si en esta ocasión tenía las ganas y la fuerza para abrazar mis sueños, o me iba a quedar otra vez a medio arco. Ahorrándote el resto de líneas de este artículo, puedo adelantar que Crisis Core me ha sorprendido para bien, ofreciéndome un antiguo frescor, propio de otros tiempos, en los que la portátil de Sony vino para romper todos los esquemas que tenía montados sobre jugar lejos de un televisor.
En esta precuela de Final Fantasy VII, tomamos el papel de Zack Fair, personaje ya conocido en Final Fantasy VII, todavía más importante en su remake. Para el momento en el que el título veía la luz, una década después del lanzamiento de la historia de Cloud, Final Fantasy VII ya era todo un fenómeno. El aprecio del público hacia el juego era enorme. Las recopilaciones de lore, teorías y pensamientos acerca de su trama se podían contar por cientos. Bien sabido por Tanto Square Enix como Nomura, se dispusieron a ofrecer en esta ocasión una carta de aprecio a los fans, con una nueva historia que añadiese trasfondo al mundo de FF VII. En un viaje más pequeño que el de la entrega principal, podíamos aprovechar para conocer el pasado de Sepiroth, entender el motivo de su ira, así como adentrarse en la historia de la Espada Mortal, el famoso espadón de Cloud. Además, el juego también regalaba momentos inolvidables, como la pelea entre Sepiroth, Genesis y Angel. Oh boy, esa escena tiene que tocarte la patata de joven, no tengo dudas.
A camino entre dos mundos
Creo que tengo bastantes dudas a la hora de clasificar esta nueva versión. No se trata de un remake como podría serlo el de Final Fantasy VII, pero tampoco entraría como remaster. A parte de cambios en texturas y motor gráfico, destacan pequeñas modificaciones jugables que dotan al título de un mayor dinamismo, mucho más propio de los tiempos que corren y que asegura un disfrute mucho mayor. Pero la esencia se mantiene, como los residuos de mako en el cuerpo de los agentes de SOLDADO. No cabe duda de que estamos delante de un juego de PSP. Esto se experimenta en dos niveles, uno primero jugable, ya que el título se sirve de un progreso muy lineal, con un sistema de misiones secundarias extremadamente simple pero casi infinito. Son los combates el punto más alterado en esta versión que, además de resolverse más rápidamente, se adaptan mejor a las concepciones actuales del RPG de acción. Todas las nuevas mecánicas introducidas en PSP, como el sistema de ruleta para los límites y ataques definitivos se reajustan para ser menos intrusivos y no pausar drásticamente el combate, cosa que también sirve para reducir casi a la mitad su duración.
La historia y su narrativa conformarían el segundo nivel. Empecé este viaje mentalizado con encontrarme con “una de las mejores historias vistas en un Final FantasyTM”. Y me gustó, la verdad, pero no esperaba que fuera como es. A la hora de elaborar el guión de Crisis Core, no se debía olvidar el contexto temporal. El mundo había cambiado desde el lanzamiento de Final Fantasy VII. La tecnología avanzaba a paso de vértigo, la banda sonora de la vida utilizaba como percusión el sonido de la tapa de miles de Nokias al cerrarse. Una importante porción del público había madurado en este periodo. Pero toda una nueva remesa de jóvenes jugadores se sumaba a la acción. Ignorar a cualquiera de estos dos colectivos sería como poco, una locura. Por ello Nomura se propuso ser fresco, manteniendo a la vez la tradición. Se propuso ofrecer un relato lo suficientemente serio para el disfrute de la audiencia de huesos amarillos, pero con la suficiente distensión para que tu primillo chico pudiera divertirse también. Por ello me sorprendí en multitud de momentos con los comentarios de Zack, o sus actuaciones en momentos de crisis, o justo después de ellos. Al principio no me cuadraba nada, pero vaya, se le coge cariño al chaval.
Esta dicotomía puede ser peligrosa, ofreciendo muchos momentos que no han terminado de cuadrar en mi esquema mental, pero consigue mantenerse fresca y dinámica, cosa que agradecer. Otro choque similar ocurre con las cinemáticas. Mientras que en unas tan sólo se modifica la resolución original, otras utilizan el engine del juego, dando lugar a escenas que perfectamente podrían formar parte de Final Fantasy VII Remake en lo que a apartado técnico se refiere. No es un gran problema, pero no puedo evitar pensar que habría sido mejor apostar por el todo o nada. Independientemente de esto, el disfrute suele ser muy grande, cuando se le suma la excelente banda sonora del título, que no duda en versionar pistas de la entrega base, como el tema de Sephiroth, que me ha puesto los pelos de punta sólo de pensar en él mientras escribía esto.
“Abraza tus sueños y pase lo que pase, protege tu honor como SOLDADO”
Creo que es el mejor momento para entrar a Crisis Core. Esta nueva versión puede ser la puerta de entrada perfecta para la séptima entrega de la franquicia, cuya siguiente parte del remake debería llegar a nuestras estanterías a finales de 2023. Tiene que ser una experiencia maravillosa el haber disfrutado de la versión original en su momento, y volver a hacerlo ahora, por lo que una vez más, envidio a todos los que pudieron degustar las mieles de Midgar en aquel entonces, eterno objetivo incumplido en mi la checklist de mi vida. Pero no son los errores de tu pasado lo que debe dirigir tu camino, sino que ha de estar asfaltado por tus sueños, con el honor siempre al lado como fiel compañero, al que siempre debes proteger, pase lo que pase.
Esta crítica se ha realizado con un código de descarga para PlayStation 4 cedido por PLAION