Pinball y frenetismo
Hay videojuegos que, por desgracia, pasan desapercibidos o, al menos, no reciben la atención que merecen. En el caso del indie, esto es aún más común y, sin que nos demos cuenta, cientos de pequeños títulos pasan por las tiendas sin pena ni gloria, ya sea por una mala elección de fechas, porque otros más notorios copan el interés, o simplemente porque gran parte de la comunidad centra su acercamiento al videojuego en el formato triple A. Este fue el caso de Creature in the Well, uno de esos títulos que, mea culpa, conocía pero había ignorado sin pensarlo demasiado. Por suerte, su aparición como gratuito semanal en la Epic Games Store y su relanzamiento en formato físico de la mano de Tesura Games han servido a muchos, a buen seguro, para tantear con una experiencia que fue mucho más sorprendente de lo imaginado.
¿Todos hemos jugado a pinball alguna vez no? Si no es en físico, en algún momento nos hemos cruzado con un videojuego como el mítico Pokémon Pinball o simplemente el clásico minijuego de Windows. Bueno, ahora imaginemos mezclar las premisas básicas de este tipo de juegos con un estilo hack and slash frenético. El resultado es Creature in the Well, una pequeña aventura pensada para ser tan divertida como desafiante.
Una tormenta incesante, una máquina en la montaña y un pequeño robot ingeniero que pretende solucionarlo todo poniéndola en marcha. ¿En nuestra contra? La criatura que mora en las profundidades, que hará todo lo posible por frenarnos mientras nos observa desde las sombras. Por suerte, conforme avancemos, algunos habitantes del pequeño y aislado poblado harán acto de presencia para ayudarnos en nuestra gesta. Con ello, aunque todo el peso recaiga sobre los hombros de nuestro pequeño robot, no nos sentiremos tan abandonados a nuestra suerte.
El mecanismo de la montaña plantea la energía como moneda de cambio. Acumularla es la base de todo el proceso, pudiendo gastarla para abrir puertas y, con ello, seguir avanzando. Algunas cuestan mucha energía, pero posiblemente podamos desenvolvernos sin problemas y andar siempre con suficiente acumulado Pero ¿cómo obtenemos la energía? Aquí entra la parte divertida: hay que golpear una serie de bumpers, clásicos del pinball, con esferas flotantes. Exacto, generamos energía a base de golpes, pura cinética y movimiento.
Cuanto más rápido, mejor. Como si de béisbol se tratase, usaremos nuestras herramientas de golpeo para lanzar las bolas a toda velocidad, no sin antes cargarlas con algún acumulador de energía. Con ello, tenemos dos tipos de “armas” que iremos encontrando a base de explorar todo lo que podamos, siendo esto uno de los elementos clave, pues cada uno de los cargadores o golpeadores tiene sus particularidades y serán de gran ayuda para las diferentes zonas, como por ejemplo una herramienta de carga que nos permite absorber energía del impacto ajeno, recargando nuestra vitalidad.
Creature in the Well es una oda a la cinética. No hay un solo instante de frenado en la aventura y el movimiento, principal productor de energía, se convierte en la base de todo
Como es costumbre, tenemos un área central donde podremos elegir el sector de la máquina al que queremos dirigirnos, cada uno con sus características y estética concretas. Hay zonas donde los obstáculos nos obligan a esquivar constantemente, mientras que otras parecen sacadas de un bullet hell al que tenemos que hacer frente lanzando el mayor número de esferas posible. Cuanta más energía posean las esferas que cargamos y golpeamos, más rápido activaremos los interruptores, algo crucial en algunas situaciones. Además, determinadas salas poseen un minijuego secreto opcional que, si lo completamos, nos abre un camino hacia una nueva herramienta. También puede que encontremos capas que, si bien son elementos estéticos, están acompañadas de un núcleo de robot que podemos utilizar para mejorar el nuestro propio (aumentando la capacidad de carga de esferas, que serán más potentes).
Las sensaciones obtenidas del título recuerdan, en gran medida, a la experiencia con Hob. Arreglar lo que está roto y solventar la decadencia, comprobando cómo nuestra acción hace pequeños progresos, proporciona una satisfacción automática y un enfoque del éxito tremendamente gratificante. Lo pasaremos muy mal con algunas salas, pero completarlas pese a su dificultad hace que nos sintamos unos genios. Y no solo por nuestra habilidad, sino por el pequeño desafío mental que exige razonar alguna sala-puzle, teniendo que decidir qué herramientas pueden ser más provechosas y cómo optimizamos la trayectoria de las esferas.
Para completar cada sección de la máquina debemos progresar poco a poco haciéndonos mejores jugadores, pero el uso de los secretos son algo enormemente relevante, lo que nos obliga a fijarnos más en los puzles que no pudimos completar a la primera, pues la recompensa implica, como decíamos anteriormente, una nueva herramienta de carga o un arma, que nos ayudará en circunstancias concretas. Esto le dará un toque dungeon crawler, teniendo que avanzar hasta el final de la mazmorra poco a poco mientras el propio juego nos indica si hemos completado las salas por las que pasamos. Por suerte, antes del enfrentamiento final de cada zona, tenemos un checkpoint. Y digo “por suerte” porque, aunque en líneas generales no se trata de un título difícil, sufriremos horrores con algunas salas.
Que se te descontrolen las bolas siempre va a ser un problema. Chistes a un lado, esta afirmación es completamente cierta. En las primeras salas, más siempre es mejor. Pero esta es una dinámica que cambiará conforme avancemos, dando pie a una mayor relevancia del control, pues no queremos golpear según qué estructuras si queremos mantenernos con vida. Sobre todo porque lo rojo, como ya acostumbra en el medio, explota. Por su parte, alguna sala se repetirá un poco cuanto más juguemos, pero golpear todo es lo suficientemente divertido como para que no se haga pesado en absoluto. Además, nuestra experiencia hará que nos vaya siendo más sencillo lidiar con algunos bumpers que ya conocemos, jugando con la simetría de la sala y los rebotes a nuestro favor.
Si hubiera que reclamarle algo a Creature in the Well, sería algo más de trasfondo sobre los personajes secundarios. El pasado se cuenta a través de los textos que encontramos al final de cada zona, más alguna idea suelta que nos transmite la criatura y los personajes, pero sería interesantísimo conocer más sobre las familias que habitan el poblado y todo lo que llevó a la construcción del asentamiento, la máquina y el desencadenante de la tormenta que, años después, nos ha tocado solucionar. Completar el 100% es suficientemente trabajoso para ser un reto, pero equilibradamente simple como para intentarlo, aun no siendo jugadores completistas. De ahí que un añadido en la trama por el esfuerzo extra sea más que conveniente.
Una fantástica incursión en la industria
Creature in the Well es toda una sorpresa que no puedo no recomendar, siempre teniendo en mente que se trata de un juego pequeño, que no nos ocupará demasiado y que puede no ser un espectáculo de diez, pero que sin duda merece la pena por su originalidad y la potencia de su premisa. No es nada fácil apostar por una dinámica como la elegida: ese concepto extraído del pinball. Pero siempre hay estudios dispuestos a sacar lo mejor de cada idea, como es el caso de Flight School Studio, un equipo al que, sin duda, no nos queda otra que seguirle la pista en cada proyecto.