Qué, cómo, dónde, cuánto... y por qué
Toda mi vida he jugado en tostadoras. He tenido que “disfrutar” de más noches jugando al Counter Strike: Global Offensive a 20 imágenes por segundo de las que me gustaría admitir [más de “ninguna”], he tenido que retrasar auténticos juegarrales de mi backlog por ser exclusivos de PC, y, con una asiduidad prácticamente diaria, he puesto el ordenador a encender mientras me daba una ducha, para posteriormente encontrarme con la misma pantalla de carga de Windows a mi vuelta. En ese sentido, nunca he tenido la oportunidad de estar a la última, y aunque las cosas no han cambiado en todo este tiempo, sí que lo han hecho mis prioridades y necesidades, no solo como periodista y editor de vídeo sino también como desarrollador, cargo que desempeño actualmente fuera de HyperHype como parte del equipo de Pendulo Studios. En este marco, en una era donde los semiconductores brillan por su ausencia, donde al fin Nacho y yo hemos podido alquilar una suerte de salón en el que meter nuestros trastos para así poder para llamarlo ‘oficina’, y donde parece que todos mis dispositivos hayan confabulado para aislarme de cualquier atisbo de conexión, un servidor ha tenido que dar el paso decidiéndose a montar un nuevo PC, y sirva el presente escrito para dejar patente todas las conclusiones que, desde una total inexperiencia, ha sacado durante el proceso.
Cabe destacar, antes de meternos en el ajo, que el término “trabajar en videojuegos” es, como bien sabéis, obscenamente amplio, por lo que en este artículo no solo daré recomendaciones enfocadas al desarrollo de los mismos (aunque, por cuestiones lógicas, la gran mayoría sí que irán dirigidas a satisfacer dichas necesidades), sino que también daré opciones perfectamente válidas para trabajar en otros sectores cercanos, como son el de la comunicación, el del diseño gráfico o el de la creación de contenidos. No porque corran a la perfección muchos juegos contemporáneos las futuribles configuraciones de PC que pueden llegar a brotar de este artículo serán, sin embargo, configuraciones hechas expresamente para jugar, y es que si ese es vuestro único objetivo en mente no puedo hacer más que redirigiros a la excelente guía que desde AnaitGames publicaron hace tan solo un par de meses.
Periféricos
A falta de unas cuantas horas con nuestros nuevos equipos (los cuales aún tenemos que poner a punto con nuevas gráficas), comienzo “la caja por el tejado” hablando de periféricos, los cuales irónicamente deberían de ser vuestra última prioridad a la hora de distribuir el presupuesto de vuestro nuevo y flamante ordenador (por aquello de que siempre pueden comprarse y renovarse en un futuro), aunque no por ello son menos responsables de la experiencia que vamos a tener con él. Un buen teclado puede ser absolutamente diferenciador para un jugador profesional, mientras que una buena webcam es totalmente imprescindible para alguien que quiera crear contenido con una factura profesional. En este sentido, aunque yo no os voy a poder ayudar mucho, sí que os diré que el bueno de Adrián Suárez preguntó hace poco vía Twitter acerca de la Logitech C920 HD Pro (la cual cuenta actualmente con un precio de 67€ aproximadamente), y la afirmativa fue unánime, así que yo habría ido para allá de cabeza de haber necesitado una.
Entrando en un terreno donde personalmente me siento más cómodo, es buen momento para hablar de monitores; de resoluciones, de tipos de paneles, de tiempos de frecuencia… pero vayamos por orden. Antes de nada, confesaré que si algo he sacado en claro durante estos meses de verme muchos vídeos de Nate Gentile de investigación es que el 4K es un mito. Bueno, no es que sea un mito, pero sí que puede ser innecesario hasta cierto punto si no apostamos por resoluciones excesivas. Con esto quiero decir que el 4K puede ser una resolución a tener en cuenta en monitores de más de 30 pulgadas y, por supuesto, en televisiones, pero para resoluciones medianamente contenidas (27 pulgadas, 24 o incluso menos), tan solo un ojo biónico será capaz de apreciar la diferencia en el día a día, así que apostar por un 2K o incluso por un Full HD debería de ser una opción muy a tener en cuenta si no contamos con un presupuesto exagerado. Y si hablo así de algo tan extendido como el 4K, probablemente podáis entrever mi opinión sobre los monitores curvos, buenos para reforzar la sensación de inmersión pero muy poco prácticos para trabajar, especialmente en ámbitos relacionados con game design o diseño gráfico, donde las distancias pueden bailar con cierto margen. Pese a que las curvaturas de la gran mayoría de ellos no suelen ser muy pronunciadas —lo que hace de este cambio algo poco perceptible una vez se ha superado la primera barrera de adaptación—, los precios sí que suelen dispararse de manera poco proporcional, por lo que yo priorizaría (y prioricé) otros elementos antes de apostar por un monitor de estas características.
Los elementos de los que hablo tienen nombre y apellidos, y es que tanto para jugar como trabajar, creo que panel, tasa de refresco y tiempo de respuesta deberían de ser absolutamente prioritarios a la hora de tener una buena experiencia. Un LED IPS nos asegurará contar con una buena representación de colores sin inflar demasiado su precio, mientras que una frecuencia de 144Hz (o superior, si os la podéis permitir) y una respuesta de preferiblemente 1ms harán de nuestras partidas, retransmisiones y hasta tareas de ofimática algo fluido y muy disfrutable. Obviamente, extras como el HDR, aunque no los tomaría como imprescindibles, siempre son agradecidos. Haceos un favor y prestadle atención a esas cosillas antes de lanzaros a MediaMarkt, a Worten o a Amazon Reacondicionados, siendo esta última opción (y concretamente las divisiones italiana y francesa) la más recomendable si no os importa tener en vuestro escritorio un equipo previamente catado por otro usuario. Mi elección, por si tenéis interés o curiosidad, fue el Acer Nitro VG270UP.
Pasamos al audio, y aunque en lo referente a micrófonos la opinión generalizada suele apuntar a apenas un par de dispositivos —como el ya clásico Blue Yeti o el micrófono de gama alta Razer Seiren X; nosotros disponemos de ambos y no podríamos estar más contentos con ellos, dentro de sus respectivos rangos de precio—, en lo que respecta a auriculares el abanico es mucho más amplio. Para empezar, porque bucear entre un mar como el de los cascos ya implica haber realizado una decisión inicial de carácter plenamente personal (¿auriculares o barra de sonido?), y porque dentro coexisten una infinidad de categorías entre las que tendremos que priorizar en función de nuestras necesidades. En este sentido, por ejemplo, por usabilidad y presupuesto, un servidor difícilmente apostaría por los auriculares inalámbricos, los cuales siempre tienen a encarecer el producto final y necesitarán ser cargados con asiduidad [teniendo en cuenta nuestro uso, difícilmente durarán más de un par de días sin ser cargados].
Aunque lo cierto, es que, en caso de estar dispuestos a invertir una mayor cuantía, son diversas las opciones dentro de gamas más altas de dispositivos inalámbricos capaces de ofrecer una buena experiencia. Por ejemplo, la última apuesta de Sony por los productos gaming, INZONE, concretamente su modelo H9 (el más alto) es una opción que considerar. Con gran calidad de sonido y un realce de graves que añade chispa al audio, es capaz de mantener el rendimiento (incluso con sonido en 7.1) durante muchas horas, a cambio, eso sí, de contar con un tamaño algo más grande de lo que podría desearse, pero sin llegar a ser incómodos tras sesiones de uso considerables. Donde más fallan estos auriculares es en su micrófono, el cual pese a contar con un certificado de Discord, cuenta con una calidad bastante cuestionable, sobre todo teniendo en cuenta su precio elevado.
Dentro de los dispositivos con cable, existen diversas gamas acordes a todos los bolsillos y oídos, y aunque no creo que ahorrar demasiado en sonido sea buena idea (ya que un buen sonido puede ser absolutamente diferenciador tanto a la hora de jugar como de algo tan banal como escuchar música), si no disponéis de un oído particularmente fino podéis optar por ahorrar algunas decenas de euros aquí. Mis recomendaciones personales en función del presupuesto, según he podido probar de primera mano, son los Razer Kraken X (que rondan los 35€; óptimos para reuniones y uso diario gracias a su micrófono integrado) y los Audio-Technica M50X (125€; orientados a poscasters y oídos muy preciosos), así como los Astro A10 de 2.ª generación, que por 60€ proporcionan un equilibrio entre calidad/precio muy conseguido. Especial mención al diseño de estos últimos, pero también a su micrófono integrado (que se mutea automáticamente al ponerlo en posición vertical) y a su enorme flexibilidad y resistencia, lo que puede convertirlos en una opción excepcional para aquellos que no soléis tener especial cuidado con estos aparatos o que convivís con otras criaturas.
Para muchos, finalizar con esta sección conlleva afrontar el mayor dolor de cabeza a la hora de seleccionar periféricos, mientras que otros encontrarán aquí su mayor consuelo a la hora de renovar equipo. Hablo, por supuesto, de los teclados y de los ratones, y aunque no me considero alguien especialmente entendido estos últimos —fuera de que valores como el peso, si es inalámbrico, si es vertical, el número de botones y los DPI suelen ser variables a tener en cuenta, confieso que siempre he escogido mouse en función de su diseño—, sí que a lo largo de estas semanas he podido desarrollar un cierto grado de conocimiento sobre el mundo de los teclados. Nuestra primera decisión a tomar en este subconjunto será, por supuesto, si queremos un teclado mecánico (óptimo para gaming; más caro, pero usualmente con mejores acabados) o de membrana (más silencioso y enfocado, quizás, a la ofimática). Si escogemos la primera opción, como es mi caso, deberemos posteriormente escoger el tipo de teclas que queremos (personalmente pienso que Cherry Blue puede ser una buena opción para recomendar abiertamente), y también el número de teclas que queremos que tenga. Mientras que yo soy muy tradicional en este sentido y me gusta tener un teclado completo, no son pocos los compañeros de profesión que conozco que priorizan la maniobrabilidad y el pequeño tamaño de los tenkeyless, que eliminan de la fórmula el teclado numérico, o hasta de los llamados 40%, que presumen de dejar únicamente lo imprescindible al alcance de nuestros dedos (suprimiendo las teclas superiores ‘F1’, ‘F2’, etcétera, y hasta las flechas de dirección).
Ya habrá tiempo para, después de eso, pararse a pensar en el diseño. Y es que con los teclados (o, al menos, con la amplia mayoría de ellos) contamos con esa virtud: siempre estaremos a tiempo de cambiar su aspecto, ya sea encargando nuevas keycaps en páginas especializadas o incluso pintando las teclas por nosotros mismos. Para la primera opción, por mucho que algunos puedan llevarse las manos a la cabeza, recomiendo Aliexpress como un buen espacio para construir nuestro teclado custom. Desde allí podremos comprar teclados “base” de una calidad espectacular a buen precio, como es el caso del GK61 Optical, pero también las teclas que posteriormente queramos ponerle. La fotografía que encabeza a esta sección, con keycaps de estilo ukiyo-e, se corresponde con un teclado prácticamente idéntico al que utilizo, y quitando la demora en la entrega habitual de esta clase de envíos internacionales, no tuve ningún problema con él hasta ahora.
Existe una alternativa obvia y sencilla a todo este enmarañamiento de switches, pads y porcentajes, y no es otra que apostar directamente por un teclado preconstruido que se adecúe a nuestras necesidades y que presente ciertas garantías para rendir al menos en la mayoría de aspectos tal y como lo haría un teclado custom. No es, en muchas ocasiones, algo tan simple y fácil como podría parecer, y es que en el infinito mar de posibilidades que ofrece internet suele ser muy difícil hallar al teclado de nuestros sueños. Desde HyperHype, sin embargo, os queremos dar una alternativa fiable y considerablemente económica, que podéis encontrar en numerosas tiendas por menos de 50€ y que en la ofi quisimos probar de primera mano al tratarse de un producto relativamente popular entre nuestros redactores.
Os hablamos nada menos y nada menos que del Chronos TKL, una sólida apuesta de Newskill por la gama media-baja que, pese a su competitivo coste, cubre a la perfección todas las necesidades básicas que un jugador o redactor puede llegar a tener, contando con switches seleccionables red, blue o brown anti-ghosting, cable trenzado de casi dos metros, grabación de macros, iluminación RGB configurable y hasta pad numérico, sin por ello dejar de poderse considerar un teclado extremadamente comedido en dimensiones. Por su parte, trae consigo un doble juego de keycaps con disposición española, uno blanco y uno negro, lo que da rienda suelta a la personalización, y su software gratuito resulta extremadamente sencillo de instalar y utilizar. El Chronos TKL se postula, por todo ello, como una opción inferior a muchos otros dispositivos de gama media o alta, pero también como una extremadamente fiable que a buen seguro resultará más que suficiente para casi todos los que vivimos pegados a un PC, obviando posibles preferencias o necesidades especiales.
La torre
Con todo nuestro equipo listo, llega el momento de entrar en materia, de encarar a la bestia; de ir al turrón. De construir, pieza a pieza, a nuestr@ niñ@, un momento usualmente memorable para primerizos, y siempre ilusionante para todos aquellos a los que nos gusta cacharrear. Si pertenecéis al primer grupo, desde HyperHype os recomendamos seriamente contar con ayuda especializada para realizar el montaje, ya sea en forma de tienda de hardware que pueda hacerse cargo del montaje o, en el caso de que prefiráis edificarlo con vuestras propias manos, mediante cualquier amigo o familiar con experiencia previa que pueda indicaros y supervisaros durante todo el proceso —un proceso que, ya os adelanto, a buen seguro os tomará más de un par de horas—. Sea como fuere, siempre tendréis a vuestra disposición decenas de tutoriales y vídeos de YouTube que os pueden servir de guía y que siguen siendo una opción perfectamente válida, por más que personalmente os recomiende otras vías más personalizadas que puedan resolveros cualquier tipo de duda que os pueda seguir como parte del ensamblaje.
Pese a mis advertencias, me parece interesante señalaros que los componentes que bajo estas líneas os recomendaré no presentan un montaje especialmente complejo, pudiéndose montar por completo el equipo que os indico con un único destornillador y habiéndose prescendido de dispositivos como la refrigeración líquida, una opción interesante especialmente para aquellos espacios con escasa ventilación pero que sin lugar a dudas encarece el precio notablemente, y que complica la edificación del PC proporcionalmente. La mejor prueba de esta sencillez se puede encontrar, probablemente, en la caja que hemos utilizado: una H7 blanca mate cedida por NZXT, tan elegante, fresca y minimalista como fácil de abrir y cerrar gracias al sistema de encaje de las láminas de acero que configuran sus laterales. Aunque no os voy a aburrir con sus específicaciones técnicas (para eso tenéis el hipervínculo al producto, al fin y al cabo), se trata —pese a estar catalogada como “mediana”— de una caja bastante grandota, que no solo permite el distendido almacenaje de todos los componentes sino también diferentes configuraciones de los mismos (en función de si preferís un flujo de aire en concreto, por ejemplo). Por todo ello, pese a contar con un precio algo elevado con respecto a muchos de sus competidores (139,99€), pienso en esta torre como una apuesta segura, y una opción totalmente recomendada si queréis daros un capricho y contar con una máquina no solo potente, sino también agradecida a la vista.
Escojáis o no esta H7, os recomiendo aseguraros de que vuestra caja cuenta con un buen flujo de aire, con una cantidad aceptable de puertos frontales y de, por supuesto, espacio para vuestra placa base (algo que puede ser lógico, pero que puede daros un calentamiento de cabeza importante si no lo tenéis en cuenta). En este sentido, y a sabiendas de que una buena caja Mini ATX es lo más cuqui del mundo, necesitaréis adecuar vuestro espacio hábil a las conexiones y dispositivos que allí vayáis a meter, o viceversa. Por suerte para nosotros, y tal como se podría esperar, la H7 no nos dió ni el más nimio problema durante la instalación de nuestra placa, la N5 Z690, la cual honestamente pienso que tiene un precio muy competitivo dadas sus especificaciones, entre las que destacan conectividad WiFi 6E integrada, panel E/S trasero y control digital tanto de la iluminación RGB como de los ventiladores. El software, un intuitivísimo CAM en el caso de la marca californiana, es también un factor a tener en cuenta. Suele ser una gran idea comprar caja y placa base de la misma marca o gama para ahorrarse incompatibilidades como las citadas.
Pero si empezamos a hablar de software, tenemos que empezar a hablar del cerebro de nuestro ordenador: el procesador, la CPU. Uno de los componentes más importantes de todo el sistema, cuya elección, justamente en este momento, pienso que es relativamente sencilla —al menos, para un equipo de gama media como el que por aquí hemos montado—. Esta es quizás la recomendación más directa que os haré a lo largo de todo el artículo (Intel, ya podríais enrollaros por esto), pero creo que, salvo determinadas excepciones, todo aquel con la idea de montarse un PC en 2022 debería de considerar seriamente hacerse con un buen procesador i5 de duodécima generación (es decir, el 12600, que en lenguaje AMD se correspondería con el Ryzen 5 5600X). Con un rendimiento de 4.9GHz, la potencia del modelo superior de la última gama i5 que ha llegado a nuestros mercados es tal que difumina notablemente la línea con sus hermanos mayores, y hace que el salto entre las diferentes gamas ya no presente una relación calidad/precio proporcional. Por supuesto que un i7 o un i9 siguen siendo opciones altamente recomendables (si contáis con los fondos suficientes para haceros con ellos y pensáis que sois capaces de darle buen uso a esos núcleos adicionales), pero para la gran mayoría de casos estoy convencido de que este i5 es una opción ideal.
Llega el turno de hablar de uno de esos dispositivos que personalmente me fascinan por su tamaño y rapidez: es momento de hablar sobre almacenamiento. Y aunque la formación usualmente es clara (un disco duro sólido para almacenar el sistema operativo y la información importante, y un amplio disco duro mecánico para guardar todo lo demás), hay ciertos aspectos que pueden no ser del conocimiento de todos. ¿Sabíais que los SSD pueden ir conectados a la placa base mediante SATA o vía PCI Express, siendo este último mucho más rápido? ¿Y que existen acordemente varios tipos de SSD, contando los discos SATA con una velocidad de escritura de 300-500 MB/s frente a los 2600-3200 MB/s a los que pueden llegar los NVMe? Si bien estas pequeñas diferencias no modificarán drásticamente la potencia de vuestro ordenador, muchas de ellas pueden mejorar notablemente la experiencia de usuario (sobre todo si trabajáis con archivos grandes, realizando con asiduidad labores como el movimiento de assets en un motor gráfico o accediendo a clips 4K en un programa de edición de vídeo), por lo que es importante apuntar a un buen SSD (preferiblemente, NVMe de tipo M2) si queremos explotar al máximo la potencia de nuestra máquina.
Como parte de nuestra experiencia personal, puedo comentar que yo siempre prefiero apostar por un SSD de mayor calidad frente a uno de mayor capacidad, aunque eso implique poder alojar menos archivos o tener menos problemas instalados de manera simultánea en mi equipo (siendo esta una preferencia totalmente personal). Consecuentemente, durante la planificación me hice por aproximadamente 65€ con un disco duro Samsung 980 de 500 GB del que a día de hoy no me puedo quejar lo más mínimo, si bien recientemente pude catar un potente WD Black SN 750NVMe SSD que definitivamente robó mi corazón, y que se encuentra especialmente orientado a gamers como parte de la gama Black de Western Digital. Con un coste similar al citado, esta última me parece una elección especialmente recomendable para los indecisos del espacio, pues presenta opciones que van desde los 250 GB hasta los 4 TB, pudiendo incluir o no disipador térmico cada una de ellas. Si hablamos de HDD, cuyas especificaciones no me parecen tan importantes como para debatirlas en este artículo, Western Digital, Samsung y SanDisk suelen ser sinónimos de calidad.
Hablar de cosas minúsculas pero rápidas, más allá de los juegos perversos a los que pueda dar pie, conlleva inevitablemente realizar un acercamiento a las RAM, ese universo de memorias baratísimas donde resulta extremadamente tentador pasarse de la cantidad que realmente necesitamos; un universo donde más siempre es mejor. Si no hacéis un uso excesivo de ella (por ejemplo, si vais a usar el PC exclusivamente para jugar), 16 GB pueden ser más que suficientes, aunque yo no seré quien os juzgue si decidís apostar por los 32 GB. Independientemente de vuestra elección, es extremadamente importante que atendáis a vuestra CPU para ver si soporta su velocidad, así como que contempléis el DDR4 como un formato fiable y relativamente económico a tener en cuenta. Más allá de eso, si hasta este momento os he recomendado marcas y modelos completos, aquí dejaré trabajar a vuestra intuición y a vuestra capacidad para buscar reviews positivas, ya que realmente encontraréis muy pocas diferencias entre modelos o marcas. (Aun así, si queréis que me moje, tanto Kingston como Crucial me gustan mucho; para este PC, me hice con estas Ballistix 3200). Al montarlas, recordad ponerlas en slots alternos y no contiguos si queréis conseguir un funcionamiento eficiente.
Eficiencia, velocidad… Está claro que me estoy dejando algo. Pero, ¿por qué estoy demorando lo inevitable? ¿Por qué no estoy dedicando gran parte de estas líneas a hablar del músculo de nuestra nueva bestia? ¿Por qué no estoy hablando de la tarjeta gráfica? Pues porque a día de hoy estemos trabajando desde un PC que monta una AMD Radeon RX 6600 8 GB GDDR6 (la cual os recomendamos pese a las incompatibilidades iniciales con las que tuvimos que lidiar), creemos que no es el momento idóneo para hacerse con una de ellas, si bien nos estamos acercando a él. La inflación de las tarjetas que llevamos experimentando años, fruto del auge de las criptomonedas, se está reduciendo en los últimos meses, y las tarjetas están alcanzando al fin sus PVP. A esto hemos de sumar que a lo largo de la próxima temporada de otoño las nuevas gamas de tarjetas saldrán al mercado, lo que previsiblemente reducirá el precio de la gama anterior y las convertirá en componentes muy jugosos con los que actualizar nuestro ordenador. Por tanto, aunque ya pueden encontrarse buenas ofertas tanto por parte de Nvidia como de AMD, mi consejo es claro: esperad a octubre/noviembre si podéis. Con algo de suerte, la espera merecerá le pena.
Acabamos nuestro ordenador con dos componentes que suelen dejarse en un segundo plano, pero que no por ello dejan de ser absolutamente indispensables —son, de hecho, los principales responsables de que nuestra máquina no explote y de que no salgamos ardiendo con ella—. Por un lado, la alimentación, quizás el componente en el que menos debamos escatimar de todos, pudiendo llegar a destrozar internamente alguno de nuestros componentes si no presenta la potencia suficiente (en este caso, opté por ir totalmente sobrado con una Cooler Master MWE Gold 750 V2 como la que precede a estas líneas). Por el otro, la refrigeración, que puede variar en mayor o menor medida en función del tamaño y ventilación de nuestra caja, del uso que le demos e incluso de las circunstancias térmicas de nuestro lugar de trabajo, siendo todas ellas variables que nos pueden permitir inclinarnos hacia una opción relativamente económica pero recomendadísima como nuestro Noctua NH-U12S o hacia algo más premium como un Noctua NH-D15 chromax.black o incluso un sistema de refrigeración líquida. Pese a esta agradecida flexibilidad, el objetivo, que debería de ser mantener la temperatura interna del ordenador por debajo de los 80-90ºC el mayor tiempo posible, debe de cumplimentarse. Aseguraos de que así sea.
Resultados
Espera… ¿y la mesa?
He dejado para el final deliberadamente un componente más del setup con el que seguro que muchos no contabais, pero que desde mi percepción configura un pilar importantísimo si se prevén largas jornadas de trabajo o juego. Y es que ya sea para picar código, para diseñar mecánicas, para escribir artículos o para caer en Pisos Picados, resulta imprescindible contar con un buen escritorio capaz de alojar todos los dispositivos citados hasta el momento, así como de permitirnos disfrutar de todos ellos sin provocarnos problemas de visión o dolores de cuello, hombros o espalda. Para una misión como esta, cualquier mesa es buena, y es que hasta una puerta vieja depositada encima de dos borriquetas puede hacernos el favor si la economía no acompaña, pero incluso en dichos casos es de vital importancia que la superficie de la mesa quede a la altura de los codos, los cuales deben de formar un ángulo de 90º, pudiendo quedar los antebrazos en reposo al apoyarlos sobre la mesa. Por su parte, el monitor debe quedar a la altura de los ojos, sin que la posición o rotación fuerce nuestro cuello, y debe posicionarse a una distancia de entre 50 y 75 centímetros, en pro de que tampoco se fuerce la vista.
Despojados de estos consejos generales, y como al fin y al cabo la cosa va de recomendaciones, creo necesario comentaros que el escritorio con el que estoy trabajando estos meses me tiene contentísimo, por lo que lo recomiendo abiertamente siempre y cuando dispongáis del presupuesto necesario. Se trata del ED5, una mesa elevable cedida por FlexiSpot de fácil montaje (podéis tenerla lista en 30-45 minutos) que permite al poseedor de la misma disfrutar de una experiencia híbrida, pudiendo subir y bajar al gusto para así poder trabajar tanto sentado como de pie. Esta acción se realiza mediante su panel de control, el cual dispone de siete botones con los que ajustar la altura de la mesa manualmente, grabar ciertas posiciones en la memoria del sistema y acceder a dichas configuraciones, contando con unas alturas mínima y máxima de 62cm y 127cm respectivamente y soportando un peso de 100kg. Aunque pueda parecer una pijada, lo cierto es que trabajar con un dispositivo así y cambiar de postura cada 30 o 40 minutos me impide adoptar muchas malas posturas y manías que me surgían de manera natural al estar sentado, haciéndome sentir más activo y eliminando muchas de mis molestias de espalda, cuello y piernas. Una compra más recomendada, y casi obligatoria para aquellos que pasáis más de cinco o seis horas en la misma postura si queréis huir cuanto antes de los peligros del sedentarismo. Que no se ven, pero ahí están.