Una lograda oda a la belleza de lo simple y funcional en los jardines en el fin del mundo
¿Cómo será el mundo una vez nosotros hayamos desaparecido? ¿Y cuál será la marca que dejaremos en él? Mientras poco a poco nos acercamos a ese futuro final, cada vez con pasos más agigantados, se cierne frente a nosotros una sombra de la que no nos podemos deshacer, aquella que cuestiona nuestro poder, pues nuestro legado será efímero, y el tiempo se encargará de confirmarlo. No han sido pocos los artistas que han intentado representar, de distintas maneras, cómo serían los paisajes y recuerdos en un planeta que se ha librado de una vez por todas de nuestra existencia, donde solo queda lo que fuimos. Estas diferentes visiones han tenido enfoques muy curiosos y extravagantes, pues las opciones son casi infinitas. Sin embargo, en el mundo de los videojuegos no es una práctica común. Sí es cierto que hablamos comúnmente de juegos post-apocalípticos, como es el caso de The Last of Us, pero en esas historias la humanidad no se ha extinguido completamente, pues sigue trabajando y deformando el mundo que habita. Para nuestra suerte, ha llegado a nuestras manos uno de los mejores trabajos al respecto, pues ya está aquí Cloud Gardens.
La carrera por la supervivencia ha terminado, pues el mayor enemigo de la naturaleza, la humanidad, ha desaparecido del mapa, dejando un mundo dolido que recuperar con nuestras manos. No manejaremos a una especie animal evolucionada ni a ningún tipo de ser que intenta arreglar el estropicio, pues nos pondremos en la piel de la naturaleza, y nuestra arma serán las plantas. Con lanzamientos precisos, iremos extendiendo poco a poco nuestro dominio, ocupando los espacios que atrás en el tiempo nos fueron arrebatados por las junglas de acero y cemento. De esta manera cada nivel nos dará unas estructuras bases, como postes de la luz, autopistas abandonadas o edificios derruidos, los cuales todavía permanecen vírgenes antes de nuestra llegada, y con los diferentes tipos de herramientas de las que dispondremos iremos colonizándolas. Sin embargo, una vez plantadas no crecerán por arte de magia, pues poseen una motivación, y es reclamar todo lo que es humano. Cuando la semilla se encuentre dispuesta, deberemos utilizar diferentes restos y basura humana que nos irán otorgando para repartirla por el escenario, provocando que las plantas más cercanas se extiendan y, si hay suerte, nos den frutos.
Los frutos son uno de los pilares en Cloud Gardens, pues gracias a ellos podremos crear semillas de las plantas que decidamos una vez llenemos el marcador correspondiente. Nuestra tarea, al final, será la de reclamar los paisajes mediante las plantas que obtendremos de los frutos. Junto a la mecánica de extender la basura para hacer crecer a las plantas, el aspecto jugable, y el correspondiente desafío, están servidos. Si por algún casual, tras lanzar las semillas y utilizar todos los objetos, no llegamos a la puntuación de extensión mínima, deberemos de repetir el nivel. Este reto no va a suponer una gran limitación para aquellos que decidan disfrutar de Cloud Gardens, ya que no posee una gran dificultad, más bien es un palo guía que nos acompaña sobre todo al principio para ayudarnos a entender mejor las mecánicas y funcionamiento del juego. Si por algún casual no nos convenciera este funcionamiento, hay un segundo modo de juego que también merece su atención. El modo sandbox era un apartado cuasi obligatorio, ya que suple la necesidad que el juego base no nos otorga, que es el de preparar nosotros mismos los escenarios, ya que solo los habitaremos. Al principio lo encontraremos bastante capado, con solo unas pocas construcciones e ítems disponibles, los cuales se irán desbloqueando conforme avancemos en la “historia” principal, por lo que si queremos disfrutar de todo el contenido disponible tendremos que completar todos los niveles que se nos plantean.
Cloud Gardens lo podríamos situar en un limbo respecto al tipo de videojuego que es. Cuando hablamos de este entretenimiento multimedia podemos discernir ciertos grados en las creaciones, si estas se acercan más a lo real, imitando las utilidades que prestan algunos artefactos en el mundo real, o aquellas obras que por su mera existencia se limitan solo al plano de los videojuegos. Tal vez la definición no sea la más precisa, pero en el primer ámbito que he mencionado cabría un tipo de juegos cuya existencia se acerca más a la réplica de los juguetes, juegos que transportan al aspecto multimedia mecánicas que podemos encontrar en la realidad. Townscaper creo que es un gran ejemplo, ya que su finalidad se limita al disfrute, cediendo en apartados como la jugabilidad o la historia. Cloud Gardens, sin embargo, parece que se encuentra en ese límite donde coge lo mejor de los dos lados. Primero, es un juego cuyo disfrute es un hecho, mecánicas simples con las que el tiempo pasa volando y gozas cada movimiento, sintiendo en las manos el poder de la creación. Segundo, posee ese reto/motivación para cumplir con la puntuación mínima, ya que otro nivel nos espera más allá si logramos superar esta barrera.
Una oda a aquello que no sobrevivirá.
Un puzle sin puzle.
Un mundo sin humanidad.
Cloud Gardens es una obra que aspira a entrar en mi top para este año por muchas cosas. El anterior, A Short Hike se llevó la palma por una razón muy simple: hacer las cosas bien. El desarrollador debe de conocer lo que hace su trabajo grande y explotarlo a la vez que pulirlo, a la hora de trabajar los mundos abiertos considero imprescindible la tranquilidad y la exploración sin metas que requieran mi atención inmediata, y así fue con la obra de Adamgryu, carente de pretensiones inalcanzables y de mundos desorbitados. Lo mismo ocurre aquí. Habría sido muy sencillo incorporar mapas gigantescos, mecánicas a doquier para la creación y extensión de las plantas, pero en vez de eso nos situamos en un coche que tras unos viajes conocemos a la perfección, cuyos controles parecen extensiones nuestras y en el que sabemos que disfrutaremos el viaje, siendo nosotros la batuta que dirige. Así es la obra de Noio, un puzzle en el que el desafío se esfuma y se convierte en un pincel creador de vida en un mundo post-apocalíptico, abandonando algunos pesos muertos de las producciones más típicas para abrazar la belleza de lo simple, un auténtico paseo por los jardines del fin del mundo.
Este análisis ha sido realizado con un código de descarga para PC cedido por Future Friends Games.