Que nuestros sueños naveguen por el tiempo
En este momento de la historia en el cual vivimos, las tecnologías, más allá de encontrar un muro como los que antaño se alzasen, han evolucionado inconmensurablemente, dando pie a una sociedad increíblemente avanzada, por lo menos en este aspecto. La digitalización, para bien y sobre todo para mal, se está haciendo hueco en una sociedad que antes o después deberá de adaptarse a los nuevos estándares, diversas generaciones que se dividen entre aquellos que nacieron algo más alejados de esta época, provocando ciertas dificultades a la hora de comprender estos avances, otra que sufrió el proceso, dotándola de ciertas habilidades y comprensión de la cual la anterior generación carecía, y una última cuyo crecimiento ha estado marcado por estas tecnologías, dando lugar a un conocimiento avanzado sobre su funcionamiento, pero una mayor dificultad para adaptarse a las tecnologías anteriores, siendo uno de los puntos de inflexión las pantallas táctiles. Este es el camino de la historia, un progreso imparable en el cual nos vemos arrastrados, obligándonos a formar parte del mismo si queremos participar de manera activa en la sociedad.
Algo similar pasa en los videojuegos, y precisamente son las tres generaciones mencionadas las más características aquí también. Mientras que las generaciones más jóvenes se adaptan de manera más sencilla a los nuevos juegos que salen al mercado, tenemos a una generación media cuya infancia estuvo marcada por el boom de una industria joven, la cual los ha acompañado desde que eran bien pequeños, madurando juntos paso a paso. Sin embargo, también tenemos a una generación que le pilla más lejos, y a la cual le cuesta adaptarse a los estándares actuales. Sé perfectamente que los títulos que verdaderamente podrán disfrutar mis padres serán relativamente pocos, pues su conocimiento se pierde más allá de los arcades. ¿Hay sitio para esta generación de mayor edad en la industria del videojuego? Esta podría ser la pregunta que nos hacemos e intentamos responder en este artículo, pero la razón por la que estoy aquí es una algo distinta, y es precisamente lo opuesto. ¿Hay sitio para los títulos retro en la industria actual? Específicamente ¿lo hay para Chrono Cross: The Radical Dreamers?
No son pocos los debates surgidos en torno a la cuestión de los remakes, remasters y demás formas de recoger títulos relativamente antiguos e intentar adaptarlos de una manera u otra a los estándares y consolas actuales. Esta “moda” lleva mucho tiempo con nosotros, y aunque anteriormente no estaba tan marcada, o por lo menos no se utilizaban estas etiquetas tan frecuentemente, sí que es cierto que a día de hoy hay una buena cantidad de empresas de desarrollo cuyo trabajo principal consiste en lanzar esta suerte de ports a través del tiempo. Es en estas aguas donde navega Chrono Cross: The Radical Dreamers, la remasterización del juego Chrono Cross, cuyo origen se remonta a aquella PlayStation 1 y que, aunque nos parezca cercana pues más de una infancia (entre las que incluyo la mía) se vio marcada por esta consola, hace nada más ni nada menos que más de 20 años desde su lanzamiento. Aparte, en esta versión moderna se ha incluido un juego que originalmente no estaba incluido en Chrono Cross, Radical Dreamers, pues su lanzamiento fue anterior y enfocado en complementar al predecesor de este título, el mítico Chrono Trigger. No es hasta 2022 que volvemos a tener noticias gracias al lanzamiento de esta remasterización en HD tanto en consolas como en PC, y tras haberlo jugado por primera vez, pues no he tenido la oportunidad de hacerlo, consideré oportuno leer los comentarios de algunos seguidores que al contrario que yo disfrutaron de la experiencia primaria, dando lugar a un debate dentro de mí, pues viendo lo visto uno no sabe si hay hueco para estos juegos a día de hoy, o si por el contrario no es país para viejos.
Mi compañero Juan Pablo ya habló sobre la importancia de preservar las experiencias originales, y sobre qué tipos de trabajos se realizan normalmente en estas producciones, subordinadas a unos intereses que obedecen a los estándares actuales del momento, y si por algún casual no entrando dentro de dichos intereses, se descartan o abandonan completamente, dejando inmensas lagunas en la historia del medio. Yo me sumo a la opinión de mi querido compañero, pues no solo son necesarios los ejercicios que se realizan de preservación por parte de las empresas poseedoras de los derechos, sino que el esfuerzo y fondos destinados deberían de ser infinitamente mayores hasta que se pueda mantener eficientemente todos estos retazos de historia que, de no ser de otra manera, podrían desaparecer. Sin embargo esta no es la norma que impera, se siguen poniendo trabas a la preservación, aunque sean instituciones públicas o educativas las que se ofrezcan a mantener dignamente dichas producciones, se sigue dificultando un camino que se debería de seguir fervientemente, y en su lugar crecen como las amapolas los trabajos enfocados en “revitalizar” producciones que pueden ser factibles económicamente hablando. Pero esto no queda así, pues aunque este esfuerzo podría considerarse loable, en más de un caso no se considera así por parte de los fans. Me faltan dedos de las manos para contar las veces que encuentro comentarios recubiertos de decepción ante el lanzamiento del undécimo remaster del mes, achacando diversos errores o cambios que no se encontraban en la experiencia original.
Que si con estos nuevos modos u opciones el juego es infinitamente más fácil, que si los gráficos son horrendos para la generación en la que nos encontramos, que si han cambiado los gráficos y ahora se ven fatal porque no son los original, que si ha perdido el carisma original. Estos son solo algunos ejemplos de críticas que pululan por internet no de Chrono Cross: The Radical Dreamers en específico, pero sí que los podemos encontrar en más de un foro enfocado a algún que otro remake/remaster. Es importante tener en cuenta que, a la hora de relanzar algún título antiguo, en el desarrollo se pueden enfocar en dos posibles públicos objetivos, compuesto uno por los seguidores, fans que disfrutaron de la experiencia original y donde el factor nostalgia adquiere una importancia base, y otro por una parte del público que, por una razón u otra, no se han acercado a dicho juego. Dependiendo de por qué lado se decante, detectaremos unas características específicas u otras, dotando al juego de unos cambios para adaptarse ya sea a la nostalgia con la que se recuerda dicho juego o a facilitar al público ajeno un acercamiento más sencillo a un juego que no es de esta época. Un ejemplo bastante sencillo que se encuentra en más de un lanzamiento es el modo fácil o las diversas opciones que hacen de esta travesía algo mucho más sencillo, y que normalmente no encontramos en la experiencia original.
Esto puede ser debido a un enfoque más centrado en jugadores casuals que no se acercaron al juego, y que este tipo de adiciones hacen algo más fácil y permiten al jugador adaptarse a una experiencia que, de otra manera, podría ser frustrante y dando lugar al abandono o la crítica negativa. Chrono Cross: The Radical Dreamers incluye un par de estas opciones, como el aumentar o reducir la velocidad, el evitar los combates o el convertirnos en invulnerables, facilitando de esta manera la buena cantidad de combates que deberemos de hacer frente, pues a pesar de no contar con encuentros aleatorios, más de una vez nos encontraremos en escenarios pasilleros donde, queramos o no, deberemos de combatir por muy por encima que estemos del nivel del enemigo. Estos añadidos no son para nada algo malo, pues son perfectamente opcionales y podemos completar el título sin hacer uso de ellos, de hecho se han incluido ajustes entre los que se encuentran poner el juego con los gráficos originales, permitiéndonos alternar entre la remasterización y lo visto en el original de PlayStation.
No todo es bonito cuando hablamos del trabajo realizado en Chrono Cross: The Radical Dreamers, pues un punto bastante flojo, y algo por lo que normalmente no suelo ser tan crítico, es en el funcionamiento del título. Hay muchos factores a tener en cuenta: el código, creado para funcionar en un entorno en concreto, los cambios añadidos, el funcionamiento en las nuevas consolas. Todo esto pueden ser diferentes razones por las que no solo no funcione como debería, sino que las ralentizaciones que se viven en los combates pueden llegar a ser, en cierto momento, frustrantes. El rendimiento en general no suele ser el gran problema, pues nos movemos relativamente bien por los escenarios y las conversaciones, con caídas de frames salvables de por medio, pero cuando entramos en batalla se nota la inestabilidad y caídas constantes en cuanto los ataques entran en la fórmula, ralentizando de manera accidental un proceso que en algunos momentos se puede llegar a sentir tedioso, emborronando aún más la situación. Aún así el verdadero valor de esta remasterización no recae ni en sus pequeños añadidos ni le restan estos fallos considerables, pues lo que prima no es ni más ni menos que el lanzamiento en sí, pues no debemos de olvidar que este juego no llegó a salir en nuestras tierras, siendo solo mediante métodos ajenos que se podía llegar a disfrutar, pero lo que es más remarcable si cabe es que los dos juegos que componen esta edición vienen en completo castellano, un movimiento que debemos de tener muy presente, pues que un lanzamiento de esta magnitud se haya decantado por esto puede abrir la puerta a que se siga haciendo de cara a traer títulos que no fueron lanzados a Europa en múltiples idiomas donde contar con el castellano.
Traer un título que no llegó a salir en Europa siempre es motivo de celebración, y The Radical Dreamers no es la excepción
Chrono Cross: The Radical Dreamers es algo a celebrar, pero que no por ello debemos de dejar de señalar sus errores. La manera en la que entendemos las remasterizaciones puede estar equivocada, o es el propio sistema de producción el que erra al traer solo una selección de obrar de un amplio abanico, dejando en el olvido las que no consideran rentables. Pero esta vez no es así, pues el hecho de traer un título que no llegó a salir en Europa junto a otro mucho menos popular como Radical Dreamers, ambos traducidos y localizados de manera soberbia al castellano, es razón de alegría, y esta no se ve empañada por caídas gráficas ni nada similar. Solo queda desear que este sea el camino a seguir de aquí en adelante, tanto rescatando obras del olvido como llevando a todos los lugares posibles trabajos que, por unas razones u otras, quedaron relegados a consolas o regiones específicas.
Esta crítica se ha realizado con un código de descarga para PlayStation 4 cedido por Koch Media.