Expandiéndose a otros medios
Nunca he jugado a un Castlevania. Me atraen sus mecánicas y su ambientación, pero siempre dejo pasar la posibilidad de ponerme con alguna de sus entregas. Es uno de esos títulos que dejamos en la lista de pendientes, sea porque hay lanzamientos nuevos que nos atraen más o porque, mierda, otra vez estamos dando vueltas por Hyrule o combatiendo en Super Smash Bros. Hasta hace unas escasas horas lo único que había degustado de la saga de Konami había sido una melodía. El Simon’s Theme de Super Castlevania 4 de Super Nintendo. Una pieza que me encanta y que encontré en esas travesías sin rumbo por YouTube. Un tema que, pese no haber jugado a la obra, me transmite su esencia: la de un personaje que lucha contra una horda de monstruos mandada por Drácula. Viendo un par de capítulos de la serie de Netflix mi conocimiento de la saga ya es más que una pieza musical. Y oye, la verdad es que es un mundo muy interesante.
La cadena estadounidense ha confirmado que el producto contará con una cuarta temporada en los próximos meses. La serie ha gustado a la comunidad, según lo escuchado por el boca a boca y lo dicho en portales de reseñas como IMDb o Rotten Tomatoes. Supongo que le ha sido rentable a Netflix. Intuyo, ya que la firma nunca ofrece datos de audiencias de sus obras. Sorprende la renovación del anime teniendo en cuenta la política de cancelaciones de la empresa. Aunque eso quiere decir que los fans de los videojuegos han migrado hacia la serie y que, además, se ha atraído a nuevos consumidores gracias a la calidad del producto. He visto poco, pero me ha encantado el diseño artístico, la animación y los personajes. Quién nos diría que veríamos Castlevania en Netflix. O una película de Sonic. O Detective Pikachu. Los videojuegos se están expandiendo y Konami lo ha entendido. Al fin ha acertado después de tantos despropósitos.
La industria ya no es un nicho.
Lo demuestran los clásicos datos en los que vemos una facturación equiparable al cine o la música. Cada vez hay más jugadores y una mayor variedad de productos entre los cuales se encuentran las adaptaciones a otros medios. Una dinámica natural desde el punto de vista creativo. Nos guste o no, el videojuego incorpora lenguajes de otras disciplinas, véase el cinematográfico. Su adaptación no resulta tan complicada al contar con una amplia guía visual. También es un hecho lógico desde la perspectiva comercial, ya que solemos tener otros hobbies. En concreto, un 62% de los usuarios confiesa ver series o películas, de acuerdo a un estudio sobre el perfil del jugador realizado por Intel y GfK. Es una estrategia ganadora. Fidelizas a tu audiencia al mismo tiempo que atraes a un sector ajeno que después puede animarse a probar tus títulos.
Sin embargo, el ocio interactivo no solo se expande hacia otros medios, sino que recibe influencias de estos últimos. Spiderman en PlayStation 4 y The Walking Dead como representantes de los cómics. Metro de Dimitri Glujovski y The Witcher de Andrzej Sapkowski, ambos llegados desde la literatura. Star Wars o Alien Isolation por parte del cine. Estamos ante una relación recíproca en la que el videojuego expande su base de seguidores y selecciona licencias interesantes para crear nuevos títulos. Salimos ganando en ambos casos. Por un lado, podemos aparcar el mando y disfrutar de una animación impecable o de un desarrollo de personajes profundo gracias al formato episódico. Por el otro, sustituir a los creadores de libros o películas y ser los directores de aventuras ambientadas en mundos muy ricos. Es una relación perfecta, salimos ganando todos.
Los videojuegos son globales. La serie de Castlevania es un ejemplo más de ello. Ocupan espacio en otras industrias culturales y recogen elementos de estas. Muchas veces no lo hacen bien. Ahí están las adaptaciones al séptimo arte de Super Mario o Street Fighter o los juegos como Alien Colonial Marines. Por suerte, parece ser que los últimos lanzamientos están siendo positivos. Ya hemos visto el éxito en taquilla de la película de Sonic y ahora nos encontramos con esta serie de animación. Este es el camino. Se puede tratar de hacer una copia exacta de la obra original o innovar dentro la propiedad intelectual. En cualquier caso, lo importante es respetar el medio de origen y aprovechar las características del nuevo formato. Eso es todo. Me piro a ver los capítulos que me faltan de Castlevania, es decir, casi todo el metraje. Os animo a que la veáis si no la habéis hecho. Merece la pena, os lo dice alguien hasta ahora ajeno a la historia de los Belmont y Drácula.