La guerra no cambia nunca, Fallout sí
Durante la extensa cuarentena que estamos viviendo me he refugiado básicamente en Fallout 4 para matar mi tiempo. Un título muy bueno y divertido, suficientemente complejo como para ser un mundo abierto lleno de virtudes. Sin embargo lo mío con Fallout viene ya de lejos, como en su momento escribí en Medium. Soy de esas personas que tuvo el lujo de descubrirlo antes de que Bethesda lo resucitara, adentrándome en un mundo realmente especial que pocos conocían. De hecho los primeros lanzamientos de la franquicia no se vieron mucho por estas tierras, así que había que apañárselas para conseguir una copia sin censurar y una traducción decente (cosa nada fácil).
Por eso durante esta temporada volvió a mi mente la eterna sombra de Fallout y Fallout 2, dos auténticas obras maestras a las que retorno de vez en cuando. Los que venimos de esa vieja escuela creo que coincidimos en lo esencial: son amor por el rol más crudo, con un ambiente irrepetible que se ha perdido en los juegos posteriores. He llegado al punto de experimentar por mi cuenta y jugar Fallout 4 con una lista de reproducción de Spotify inspirada en los antiguos, intentando recuperar esa esencia oscura y desoladora. Y aunque se consigue una atmósfera más auténtica, no hay lista musical que pueda parchear el camino que ha tomado Bethesda con la franquicia, quedando patente más que nunca en ese desastroso Fallout 76. Porque sí, me parece desastroso.
No estoy en contra del color de Fallout 4, el cual me parece relativamente aceptable y mejor que esos horrorosos filtros verdes y marrones del 3 y New Vegas. En el apartado artístico casi no tengo quejas teniendo en cuenta el contexto geográfico, pero sí critico todo lo demás. Lo rolero quedó a un lado, la asignación de características y perks es bastante desastrosa y las penalizaciones son mínimas. Definitivamente la base actual es un shooter para gente con poca tolerancia a la frustración, con un camino bien guiado. Atrás quedan las dudas de si estás haciendo lo correcto, de saber que un mal paso implica consecuencias gordas, de que la ética es difusa o de que la violencia es realmente brutal. Antes no eras un héroe, sino un antihéroe vagando por la desolación humana. Se ha perdido el tener que apechugar con el camino que has tomado y las características que has querido. Se ha perdido un modelo de juego en el que no hay vuelta atrás y donde la moralidad es dudosa. Donde los yonkis no son simpáticos, la prostitución es evidente y la enfermedad ahoga. Donde existe la sensación de que todo pende de un hilo y hay que ser ingenioso… o prepararse para la sangre y la crueldad.
Con Fallout 76 se consolida no sólo el nuevo camino jugable, sino estilístico. Mucho más colorido sin una justificación clara, más alegre y con mentalidad de macarrilla adolescente de poca monta. Fallout se ha convertido en una caricatura de sí mismo, explotando su imagen de marca y sus detalles concretos hasta la náusea con el objetivo de crear una diferencia. Si no fuera por la Nuka Cola o el Vault Boy sería un primo de The Outer Worlds. Se cambió la suciedad, el cine de serie B y lo grotesco por los tiros a todo color bailando al ritmo de música de los 50.
Tras la aniquilación atómica total…
Resulta casi imposible que Bethesda recule en su nuevo camino. Algunos desearíamos ver de vuelta los Fallout crudos y oscuros donde nunca sabes si lo que haces es correcto. Donde uno tiene que adaptarse a las situaciones, donde el mundo tras una guerra nuclear es peligroso. Donde si no te mata un esclavista o un cuerpo paramilitar lo hace ese enemigo invisible llamado radiación. No creo que la calificación PEGI 18 haga volver todo eso. Si por mi fuera incluso podrían darle el PEGI 16. Un nuevo producto para pegar tiros sin plantearse nada, sin crítica ni acidez, sin varias capas de lectura, sin situaciones o preguntas incómodas. Todo apunta a que el mundo post nuclear de Bethesda es más bien un parque temático inofensivo, listo para sesiones de juego ligeras y sin complicaciones. Ahora cualquier excusa es buena para salir de un búnker y engrosar artificialmente una lista.
Atrás quedó la guerra y sus porqués, su reflexión y su misantropía. Ya parece muy lejos cuando la aventura se centraba en el refugio número 13 y donde el tiempo jugaba literalmente en tu contra. Todo apunta a que Fallout será irremediablemente como una pintura de Banksy: teóricamente profunda y antisistema, pero mainstream y naif en la práctica. Y eso no excluye el hecho de que pueda gustar en sí mismo: repito que Fallout 4 me parece un buen juego de manera individual. Pero ya no son Fallout. Fallout como tal, me temo mucho, ya no volverá a ser como se planteó: parece que ha sufrido su propia aniquilación atómica total.