El modo sería reemplazado por un modo Randomizer
Recientemente Koji Igarashi, el creador de Bloodstained: Ritual of the Night -y también del aclamado Castlevania Symphony of the Night-, anunció que el modo roguelike que se prometió durante su campaña a través de Kickstarter no estaría presente en el juego, pese a haber alcanzado la meta monetaria correspondiente a dicha recompensa. Según él, esta decisión se debe a que “su código no es compatible con ese tipo de gameplay“.
El juego salió en junio del año pasado tras pasar como campaña en Kickstarter alrededor de unos cuatro años. Dicha campaña logró un éxito rotundo, consiguiendo un total de USD 5.545.991 de recaudación, siendo la base mínima para sacar el proyecto de tan solo 500 mil dolares. El modo roguelike, el cual ha entrado en polémica recientemente, pedía un total de 5 millones de dólares, una suma alta, sí, pero superada por los fondos finales de la campaña.
Aun con todo esto, la campaña de Bloodstained: Ritual of the Night podría considerarse bastante exitosa, la base de jugadores está en general contenta con el resultado a pesar de ésta y otras polémicas, como el pobre rendimiento que tenía el juego en Nintendo Switch en su lanzamiento, con constantes caídas de fotogramas por segundo, bugs e incluso crasheos de la aplicación.
Kickstarter: Lleno de grandes ideas con irregulares ejecuciones
Con todo esto, ¿por qué se considera a Bloodstained como uno de los buenos ejemplos de una campaña de Kickstarter? Volvamos un poco atrás en el tiempo, veamos un caso parecido. Una de las razones por las cuales Bloodstained tuvo una campaña tan exitosa fue porque el creador no solo tenía cierto renombre al haber sido el responsable de Castlevania Symphony of the Night -juego que, de una forma u otra- ayudó a cimentar el género de los metroidvania, sino que además la saga de estos juegos no gozaba de buena salud cuando anunció su proyecto propio. El “volver a los orígenes” era una de las promesas y el factor que más llamó a los fans a la hora de apoyar su proyecto.
Por otro lado, Keiji Inafune, el creador de Megaman -una saga que estaba pasando por un momento parecido-, anunció que realizaría una especie de “secuela espiritual” a la famosa franquicia en la forma de Mighty No. 9 y que se financiaría a través de Kickstarter. La campaña, naturalmente, gozó de un gran éxito, recibiendo un total de 3.845.170 dólares de una meta inicial de tan solo 900 mil. Este juego, sin embargo, no fue recibido con la misma alegría por los fans del juego original como sí lo fue Bloodstained. Mighty No. 9 actualmente en Metacritic cuenta con un puntaje de parte de los fans de 3.6 sobre 10. Siendo ésta solo una de las múltiples reacciones negativas de parte de estos frente a la creación del mítico creador de Megaman, quien incluso en un streaming en vivo previo al lanzamiento del juego mencionó, aparte de que solo habría un DLC y que el juego no contaría con microtransacciones, que “era mejor que nada”.
Mighty No. 9 no ha sido el único caso, claramente. Yooka-Laylee fue recibido con reacciones mixtas por los fans de Banjo-Kazooie, también Shenmue III, entre otros muchos casos.
Kickstarter solo es un reflejo de la industria
Si bien con el artículo hasta ahora he hecho sonar a Kickstarter como poco menos que una estafa, mi manera de pensar no puede estar más alejada de esto. Pues si bien el sitio ha sido nido de variadas polémicas para la industria del videojuego, también ha dado oportunidad a títulos del grosor de Shovel Knight y Hollow Knight (y un favorito personal mío: A Hat in Time). Al final, lo que podemos sacar en limpio de todo esto es que las campañas de videojuegos a través de Kickstarter no son más que el reflejo de la industria, donde por un lado podemos ver como nombres reconocidos y con trayectoria pueden sacar títulos decepcionantes mientras que de la nada aparezcan juegos increíbles o viceversa. Al final del día, hay que estar consciente de los riesgos que se corren al financiar un juego que está en etapa del desarrollo, al igual que el comprar un juego el día uno. Siempre estará el factor de riesgo.