Una penitencia que ahora sí merece la pena recorrer
Casi quince horas después, la típica lista de créditos y varios enfados de por medio, el año pasado Blasphemous caía en el baúl de los recuerdos de esos videojuegos que no iba a volver a tocar ni con un palo. O eso pensaba yo como pobre y débil iluso que soy. Mentiría si dijera que no me ha costado lo suyo volverlo a instalar, pero la excusa de un DLC gratuito con nuevos añadidos y mejoras al juego base ha sido suficiente para volver a esta peculiar penitencia. Con esto parece que Blasphemous no me gustó en absoluto, pero lo curioso es que en realidad sí. La obra de los sevillanos The Game Kitchen tenía todos los ingredientes para colarse en mi preciada lista de videojuegos favoritos de todos los tiempos: ambientado en el folclore andaluz (servidor es también sevillano), metroidvania con ciertos toques de grandes referentes como Dark Souls o Hollow Knight y un pixel art simplemente precioso. Sin embargo, a causa de una experiencia realmente frustrante en ciertos tramos de la aventura acabó cayendo en el saco de grandes decepciones de 2019. No porque fuera un mal juego, todo lo contrario. Blasphemous era un videojuego apabullante en el audiovisual, original, pero que pecaba de falta de trabajo en ciertas zonas, acercándose más a un indie en acceso anticipado que a un producto final (recuerdos de Vietnam cada vez que tenía que saltar encima de esos pinchos).
Es por ello que más que disgusto, lo que sentí al acabarlo fue decepción. Quería que me encantara Blasphemous. O quizás lo necesitaba. Necesitaba que un videojuego español basado en la cultura de mi tierra triunfara y se hiciera un hueco en mi memoria, por muy pequeño que fuera. Por desgracia y como comento, de Blasphemous recuerdo los enfados y frustraciones más que los buenos momentos que contiene -muchos, de hecho-. Y, ahora, como esa última esperanza que llega cuando menos te lo esperas, The Stir of Dawn y la actualización gratuita han conseguido algo realmente increíble: un milagro.
Ahora mismo la obra de The Game Kitchen es todo lo sólida que personalmente esperaba durante su lanzamiento. Se ha mejorado de forma notable la jugabilidad, convirtiéndolo en un juego mucho más divertido que cuando lo terminé hace unos meses. Ir matando enemigos alternando las diferentes habilidades del Penitente y esas gloriosas ejecuciones es en estos momentos un pequeño placer para los sentidos. Al igual que pasa con el plataformeo y la exploración, contando con un rework completo del mapa de Cvstodia, nuevos modos de juego, dificultades, jefes, enemigos y la propia personalización del personaje. Además, y por si no fuera suficiente, se ha añadido por fin un completo y sobresaliente doblaje al español para todo el juego, contando con voces excepcionales del panorama nacional como Alfonso Vallés -conocido por dar vida a Solid Snake en nuestro país-, que llenan de vida y de ambiente andaluz un videojuego que necesitaba como agua de mayo esta característica para potenciar aún más la inmersión del jugador. Esta nueva actualización ha tocado y mejorado tantas cosas tanto en el juego base como en el NG+ que la misma estrena, que la versión anterior de Blasphemous parece de verdad el acceso anticipado que necesitaba el equipo de desarrollo para lanzar ahora de verdad el juego final. Así, con The Stir of Dawn, la obra sevillana ha pasado de ser un juego frustrante en muchas de sus partes a uno de los metroidvanias más satisfactorios a los mandos del mercado
Como, quizás, único punto negativo que le pondría durante estas primeras horas de juego -aún no he podido completar todas las novedades- pondría el simple hecho de que para acceder a la mayoría de ellas tienes que haber completado el juego base con anterioridad. The Stir of Dawn y su nueva quest y jefes finales sólo son accesibles durante el NG+ -llamado aquí True Torment-, así como los nuevos modos de juego -demominadas Penitencias- que cambian casi por completo la experiencia Blasphemous si los activamos, con nuevas dificultades y limitaciones para convertirlo en un videojuego notablemente más exigente. Esto quiere decir que si, por ejemplo, compras ahora Blasphemous por primera vez, y quieres acceder a todos los contenidos, necesitarás finalizar el juego al menos una vez y empezar una nueva partida en True Torment. Una decisión que puede echar para atrás a cualquiera, pero que sinceramente viene de lujo si te apetece darle una nueva vuelta al juego y descubrir los nuevos secretos que esconde Cvstodia.
Con todo ello que comento, lo curioso del tema, y tras estos últimos dos días redescubriendo Blasphemous, es que ahora la experiencia que propone se parece más si cabe a una penitencia, o a una procesión de Semana Santa en Sevilla. Sabes que vas a volver a sufrir, que el camino no va a ser fácil, que será muy exigente, incluso más que la última vez. Estás a punto de echarte para atrás. Pero, por algún motivo, vuelves a tomarlo. Vuelves a pasar por esos mismos pinchos, y esta vez no son para tanto. De hecho disfrutas del paseo. Te diviertes dentro de esa propia exigencia. Llámalo milagro, o llámalo el trabajo que faltaba para ponerle la guinda al pastel, pero Blasphemous es ahora de verdad un videojuego que ha recuperado ese potencial perdido para ser mejor. Uno que ha superado sus propios pecados, obligándonos a perdonarlos a pesar de todo.