Nacimiento, muerte y consecuencias
Un día cualquiera puede pasar y pasará, nuestro juego online favorito, aquel en el que invertíamos nuestro tiempo libre ya fuera solos o acompañados anuncia su cierre. Esta historia es la de cualquier título que se aloja en servers, pero hoy especialmente es la de Battleborn. El título de 2K y Gearbox Software publicó en el día de ayer que su juego iba a desaparecer de las tiendas digitales, donde se encontraba para poder descargarlo gratuitamente, y que en enero de 2021 cerrará oficialmente sus servidores para siempre. Para entender todo lo que rodea a esta obra conviene remontarnos a su descalabrado lanzamiento allá por mayo de 2016.
Bajo la premisa de tener a los creadores de Borderlands detrás este juego multijugador, en el que podíamos elegir entre un amplio abanico de campeones con diferentes habilidades, nos permitía disfrutar de una campaña en solitario o colaborativa a la par con enfrentamientos con otras personas al más puro estilo Overwatch, y es ahí donde comenzaron los problemas. A pesar de tener la fórmula completa para poder triunfar (fanbase, un producto innovador para su época, llamativo), tras la salida del título de Blizzard las comparaciones fueron dichosas, dejando al nuevo Battleborn en la estacada por su interfaz, duración de las partidas y demás factores que en un principio no parecían decisivos pero tras la aparición de una competencia directa fueron más claves de lo que cabría esperar. En los últimos meses de 2017 la gente de Gearbox anunció que tras la última actualización se iba a cesar el trabajo en el título pero no iba a desaparecer. Parece que ya llegó ese momento.
Dejando a un lado la siempre triste noticia del cierre (en este caso forzado) de un juego, tenemos que tratar otro asunto que suele pasar más desapercibido en estos casos, y se trata de la conservación y salvación de los títulos. No solo se ha anunciado el cierre de servidores, sino que la campaña tampoco será jugable. Esta decisión sin duda ha creado cierto revuelo que se puede ver sobre todo en los comentarios de los posts puestos en Twitter. No estamos hablando solo de que un juego vaya a perder su multijugador, sino que el título entero desaparecerá completamente y será imposible de jugar, no quedando rastro de él más allá de las copias físicas que queden. La resolución de 2K no parece la más acertada tomando como ejemplo lo sucedido con el precursor de la saga souls, Demon’s Souls, el cual cerró sus servidores el año 2018, sigue permitiendo a los jugadores disfrutar de su contenido en solitario, con la dificultad que ello conlleva.
De todas maneras, el anuncio del cierre del título de Hidetaka Miyazaki no pasó desapercibido, y como en este artículo se narra, una entidad como el MADE (Museum of Art and Digital Entertainment) solicitó que se pudiera recrear mediante servidores locales el multijugador de Demon’s Souls, recibiendo la negativa por parte de la ESA (Entertainment Software Association). Una vez más el desinterés por parte de las empresas provocó la pérdida de un legado como fue este, y del mismo camino que lleva Battleborn. Otro de los ejemplos más polémicos, el cual muestra la extrema necesidad de la conservación de los juegos en museos o instituciones que vigilen por su preservación es el caso de Final Fantasy VIII, del cual se perdió definitivamente su código original. Una de las entregas más famosas de Square Enix no pudo sobrevivir al paso del tiempo más allá de los corazones de la gente debido a la mala práctica en cuanto a conservación se refiere.
Esta preocupación cada día está más en boca de la gente, y esto es fácilmente comprobable viendo los maravillosos ejemplos que tenemos aquí en España, donde algunas asociaciones preocupadas en estos temas se dedican a rescatar de los garajes olvidados aquellas recreativas, juegos y consolas de las que nadie se acordaba, y que aun así forman parte del legado de los videojuegos. Asociaciones como el Museo Arcade Vintage, donde encontraremos un grandioso catálogo Arcade, con máquinas de los 80/90, cuyo objetivo es dar a conocer la cultura que se formó entorno a estos juegos, a la par de divulgar sobre el tema y la importancia de la preservación, algo que también quiere tratar el documental ARCADEOLOGIA, un proyecto de Mario-Paul Martínez, donde recoge la historia de las máquinas recreativas y la labor de preservación que se lleva a cabo en nuestro país.
Depender de asociaciones o personas a título individual no debe de ser nunca la opción. Debe de ser trabajo de las distribuidoras y desarrolladoras el mantener a buen recaudo sus trabajos y obras, o en cualquier caso ayudar a este tipo de proyectos en vez de poner traba tras traba, pues así no habrá manera alguna de saber de donde venimos.