Aficiones que se convierten en trabajos
Las eternas jornadas laborales que se extienden inevitables, pues la necesidad no deja otra salida que encontrar una opción que nos permita sobrevivir en vez de vivir. Día tras día, mes tras mes se repite constantemente la jornada laboral que nos ata a una silla, a un puesto de trabajo donde pasar buena parte de nuestro día, todo para poder llevarnos algo a la boca, quien nos diría que fuese tan difícil tener las cosas más básicas. Pero por suerte esta acaba terminando, la jornada que tan pesada se nos estaba haciendo finaliza y se nos libera, antes o después, pero logramos salir aunque sea temporalmente de este estado. Sin embargo, ya una vez liberados hay quienes decidimos seguir dedicando nuestro tiempo libre a labores que, en muchas ocasiones, son bastante similares a las que encontramos en algunos trabajos, aunque lo consideremos un hobby, en realidad no lo sentimos como tal aunque en algún momento ese fuese nuestro pensamiento, y lo digo de forma tan directa porque he estado ahí, pero sobre todo porque sigo ahí. Obviamente no estoy hablando de un hobby que sea nuestro trabajo soñado, con el que podamos conseguir una forma de ingreso o de plenitud personal, suelen ser aficiones que tiran más del descubrimiento, de la sensación de que hemos descubierto un pequeño tesoro en tierras inexploradas, y aunque la recompensa pueda merecer la pena, más de una vez me he visto atrapado en estos telares durante horas, sin ningún tipo de control sobre mis acciones más allá de buscar y rebuscar, en este caso, juegos independientes, una relación de amor llevada a un extremo tóxico, la incansable labor de buscar juegos independientes nuevos a los que seguir la pista, un trabajo no pagado.
Obviamente lo que estoy contando es un problema del primer mundo y es bastante minúsculo no solo en lo que representa el problema si no en las personas a las que nos puede afectar, un grupo en el que sitúo a muchos de mis mutuals. No es un problema inmenso, pero sí que puede llegar a suponer un desgaste psicológico importante, pues aunque no nos lo pueda parecer a primeras, sí que se dedica una buena parte de nuestro tiempo a navegar por todos los recónditos espacios de internet para intentar descubrir los nuevos juegos independientes a los que no se les está dando la cobertura que merecen. Hay muchos factores por los cuales acabamos descendiendo a estos lugares para realizar las tareas voluntarias que menciono, desde motivos más personales, como el mencionado anteriormente, encontrar un juego nuevo para nuestro disfrute que no haya llegado a la esfera de lo mainstream, hasta algunos más altruistas, que sería el caso de compartir el estudio que desarrolla el título o el juego en cuestión para aportar nuestro granito de arena en la escasa cobertura que sufren los juegos independientes, y aunque esto no lo pueda parecer de primeras, pues lo hacemos por voluntad propia, al final se siente como un trabajo más.
Hace apenas dos años pude comprarme un iPhone de segunda mano, y aunque este dato no tiene mucho más que aportar, sí que hay un ajuste que me ha permitido darme cuenta del problema que llevo sufriendo desde hace bastante, y es el contador del tiempo que paso delante de la pantalla. Aquí no puedo facilitaros toda la información pues carezco de ella, ya que aunque sí que puedo decir las horas dedicadas al móvil, no es igual en lo que respecta al tiempo indagando en las tiendas digitales de las consolas o incluso en el ordenador haciendo la misma labor, acciones que suman más y más al pozo de horas que esto implicaba en mi vida. Una buena parte de este tiempo pasado, desde la adquisición del móvil hasta ahora, mi media semanal en el móvil era, ni más ni menos, que de 8 horas con algo, 8 horas de las cuales una gran parte eran dedicadas a una aplicación en concreto y la cual es mi principal punto de conexión con la industria, Twitter, una red social donde la gran mayoría de estudios apuestan para promocionar su juego independientemente del tamaño del mismo, pues desde los más grandes hasta los más pequeños se dan cita en la aplicación del pájaro azul. ¿Y qué ocurría durante esas 8 horas?
Antes de empezar a interesarme por el mundo de los juegos independientes mi cuenta era una personal sin mayor contenido interesante más allá de los memes y el joseo, pero mi primer paso en la industria y objetivo pasó por intentar descubrir nuevas experiencias, alejadas de una vida donde las grandes producciones era lo único que conocí, un ansia por ver qué había más allá. Poco a poco fui adentrándome y descubriendo nuevos juegos, y por lo tanto nuevos estudios y equipos que seguía para estar al tanto y aprender de ellos, aumentando así la cifra de seguidos en dicha red social. Con el tiempo he acumulado más de 4.000 cuentas seguidas, un número inmensamente alto pero que me permitía estar al día con todo lo que pasaba en la industria, pero sobre todo qué ocurría con los desarrollos que más me interesaban.
Y es en eso donde dedicaba buena parte de mi tiempo libre, pues el resto del día consistía en estudiar, y cuando se acabó el estudio, trabajar. Horas y horas de descubrir juegos independientes, estudios con ideas innovadoras y demás alicientes que me invitaban a quedarme más y más, solo un poco más y tal vez encontraba algo que compartir con mis seguidores para, con la reducida visibilidad que tengo, ayudar a estos desarrolladores. Tardes enteras mirando el móvil para no perderme absolutamente nada, no dejar pasar ningún juego ni ningún estudio o desarrollador que me llamase la atención, y esto nunca fue sano. Conforme ha pasado el tiempo y me he ido dado cuenta de que mi vida no podía seguir ese camino, el tiempo que paso frente a la pantalla del móvil en esta búsqueda infinita se ha reducido, quedando entre las 4 y 5 horas, pero ya no tan enfocadas solo en Twitter, un largo camino que todavía no he recorrido en su plenitud. Puede haber gente que piense que esto no es algo tan malo, hay gente que dedica más horas de su día a día en ver series, películas, leer o incluso jugar. Pero el problema no reside en el qué inviertes esas horas, sino en cómo lo haces y hasta qué punto merece la pena invertir en vez de disfrutar.
Descansad, tomaos vuestro tiempo y debatid con vosotros mismos si esto es lo que de verdad queréis
Mis incursiones por las tiendas digitales en búsqueda de títulos independientes se han visto reducidas, pero no extintas, pues ayer mismo estuve revisando algunos de mis juegos en la lista de deseados. Las ferias de demos ya no forman parte de mi día a día cuando se anuncian, pero sí que intento estar al tanto de los juegos presentados. Las ingentes cantidades de lanzamientos diarios ya no me pasan por encima como antes, pues he decidido, o por lo menos intentarlo, echarme a un lado. No logro desconectar de lo que durante años fue mi segundo trabajo, uno enfocado en el descubrimiento y compartirlo con mis seguidores, aunque nadie lo pidiese, y aunque hasta cierto punto me siento mal, pues al final era un trabajo por una buena causa, me estaba consumiendo y absorbía otros aspectos e intereses a los que no podía dedicar todo el tiempo que hubiese querida. Desconozco si tú, lector, te encuentres en una situación similar a la mía, pues no suele ser lo más común, pero sé que hay un grupo de gente muy buena haciendo “trabajos” similares al mío, y es a vosotros a quienes va dirigido mi artículo. Descansad, tomaos vuestro tiempo y debatid con vosotros mismos si esto es lo que de verdad queréis, y hasta qué punto una segunda jornada laboral os ayudará de alguna manera cuando habéis dejado de disfrutarla.