Un fantasma recorre la industria...


Cuanto más crítico es un conflicto o una polémica, más polarizadas y enfrentadas se encuentras las visiones y opiniones sobre el mismo. En algunos casos demasiado extremos para dejar hueco a la interpretación subjetiva, esos conflictos llegan al terreno de los blancos y negros, de los absolutos en los que no cabe una escala de grises. La guerra puede ser uno de esos conflictos, así como la matanza y el sufrimiento que derivan de ella, y en esos extremos es más fácil ver qué es cada personal realmente. La guerra de Ucrania, que ya ha superado el año de duración, ha vuelto a poner el asunto bélico en el centro del debate y de la opinión pública, y en mitad de esa vorágine llegó Atomic Heart, un título de desarrollo ruso y que se contaba entre los más esperados de 2023. Atomic Heart ha arrastrado el mundo del videojuego al centro del conflicto ruso – ucraniano, y extendido el debate sobre las responsabilidades de consumo ético a este medio. Como ya lo hizo recientemente Hogwarts Legacy.Atomic Heart

Ucronía soviética

Nos encontramos ante un shooter en primera persona salpicado de algunos elementos RPG, y que venía sonando como una suerte de BioShock de ambientación soviética. Concretamente nos transporta a un retro futuro, a una ucronía en la que la URSS se alzó como primera potencia mundial absoluta tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, gracias a una serie de avances científicos abrumadores basados en una tecnología revolucionaria: el polímero. Con este planteamiento nos muestra una Unión Soviética que en 1955 ya ha monopolizado la carrera espacial, ha construido ciudades flotantes e inventado avanzadísimos robots que son capaces de hacer prácticamente todo el trabajo pesado que antes le correspondía a los humanos. Sin embargo, la radiante utopía no tarda en empezar a desmoronarse ante nuestros ojos, dando pie al conflicto que tendremos que solucionar. Muy al estilo (aunque con otros conflictos a tratar) de Rapture en BioShock. Nos muestra un modelo de sociedad rompedor y revolucionario que aparentemente funciona a las mil maravillas, pero que esconde una cara siniestra que lo envenena todo.

Y volviendo a la polémica que rodea a Atomic Heart y a Mundfish, debemos tener en cuenta que el desarrollo y la campaña de promoción del juego fueron contemporáneos al inicio y desarrollo de la guerra de Ucrania, y teniendo en cuenta el origen ruso de Mundfish, eso provocó que muchos ojos empezaron a verlo con sospecha. Tanto es así que el viceprimer ministro y Ministro de Transformación Digital, Mykhailo Fedorov, dirigió una petición pública a Sony, Microsoft y Steam para que no vendieran ni promocionaran Atomic Heart en sus respectivas plataformas de venta digital. En un comunicado a través de Twitter, Fedorov se refiere a las ya mencionadas plataformas digitales, y afirma creer firmemente en que “…ninguno de estos negocios apoya un régimen sangriento, los asesinatos o la idealización del comunismo”. Además, afirma que Atomic Heart es parte de una nueva máquina de propaganda rusa que utiliza el medio del videojuego como canal.

El mensaje no es precisamente glorificador…

Llegados a este punto, y sin creerme en posesión de la verdad o los datos suficientes como para hacer afirmaciones categóricas, me saltan las primeras alarmas de sinsentidos más fruto de la polémica y de los esfuerzos (comprensibles) para deslegitimar y atacar a Rusia en todos los frentes posibles. Y es que, el propio Fedorov, así como muchos miembros de la comunidad, han cargado contra este título esgrimiendo como uno de sus argumentos una supuesta glorificación del antiguo régimen soviético de la URSS y del comunismo. Este argumento (ya hablaremos de los demás) me resulta terriblemente desacertado, y creo que basta con avanzar mínimamente en el juego para descubrir por qué. Sí, es cierto que inicialmente se nos muestra una URSS idealizada, idílica y convertida en un paraíso en La Tierra. Un reinado utópico del comunismo como fórmula maestra para acabar con los males de la sociedad, y una supremacía total rusa: moral, tecnológica y de calidad de vida, en general. Sin embargo, como ya comenté, esto se derrumba por completo ante los ojos del jugador, y se dejan entrever explícitamente unos cimientos podridos y siniestros que no hacen más que retratar a la potencia soviética como un régimen corrupto, tiránico, abusivo con su pueblo y movido por siniestras intenciones para con el resto del mundo. ¡Si es que incluso se desvela la intención rusa de invadir Estados Unidos mediante un ataque a traición! Creo que es muy difícil explorar esta obra y encontrar un mensaje pro soviético, pro ruso o pro comunista en sus argumentos. Es mucho más una sátira sobre la glorificación de la URSS que una glorificación en sí misma. Se podría decir que, al menos en términos de intención, Atomic Heart es a la romantización de la URSS lo que El Gran Dictador es a la figura de Hitler.Atomic Heart

Yevgeniy Golovchenko, especialista en cuestiones de propaganda y desinformación online de la Universidad de Copenhague, señala que “ […] cuando se sabe que, desde 2014, Vladimir Putin viene construyendo una retórica anti ucraniana en base a la nostalgia de la era soviética, se puede entender que la simple ambientación resulte inquientante”. Y el punto de Golovchenko podría resultarme acertado y válido de no ser porque la versión de la URSS mostrada en el juego no es para nada de “nostalgia de la era soviética”, como decía antes, es una sátira y crítica a la URSS, de hecho. Por otro lado, el experto afirma que “el juego es ante todo una víctima de la guerra de información entre Rusia y Ucrania. En realidad no importa si Atomic Heart es prorruso o no, mientras este producto parezca estar vinculado a Rusia, si se convierte en un éxito, reforzará el poder blando ruso. Y eso es lo que Kiev trata de impedir”. Este segundo punto del experto si resulta mucho más acertado y coherente, desde mi punto de vista.

El mapeado: claros y oscuros

El mundo que Mundfish ha construido para darle forma a esta utopía fallida soviética es sin duda uno de los aspectos más destacables del juego, y en los que se puede apreciar un elaborado trabajo de documentación y recreación de paisajes, edificios, modelos de vida, propaganda u otros rasgos de la URSS de la posguerra. Eso sí, aderezados con la fantasía y la ciencia-ficción, claro. Desde la ciudad donde se inicia el juego, la urbe flotante de Chielomey, hasta los escenarios abiertos salpicados de pequeñas ciudades y mega complejos científicos, se nos muestra todo un compendio de estilos arquitectónicos inspirados en la URSS. Un abanico de estilos, a veces de manera explícita y otras fusionado y reimaginado con cierta libertad, pero en el que se pueden apreciar con facilidad formas arquitectónicas tan características del mundo soviético como el brutalismo, la arquitectura estalinista o el estilo Luzhkov, entre otros. Ocurre lo mismo con los monumentos, siendo el caso más notorio y evidente una gran estatua de una mujer sosteniendo una espada en una mano y una partícula atómica en la otra, y que está claramente inspirada en la escultura real La Llamada de la Patria, erigida para conmemorar la victoria de la URSS en la Segunda Guerra Mundial. No obstante, a pesar de esa cuidada representación de edificios y monumentos apegada a la realidad soviética de la segunda mitad del Siglo XX, los escenarios exteriores y de mundo abierto se sienten como un añadido que no termina de aportar gran cosa al juego, e incluso añadidos con calzador para ampliar el tamaño bruto del juego. Se sienten como áreas de transición sin demasiado interés más allá de alojar esas magníficas construcciones científico-técnicas que conforman los niveles principales del juego, y que sí pueden presumir de un diseño de niveles espectacular.

Se podría decir que el mundo abierto hace de conector entre áreas principales en las que se desarrollan los capítulos principales de la trama, y me atrevería a decir que es este en el aspecto en el que Atomic Heart guarda más parecidos con BioShock, en el diseño de sus niveles interiores. Desde laboratorios de alta tecnología hasta sanatorios en los que se practican experimentos surrealistas, las “mazmorras” de Atomic Heart son una exhibición de amplios espacios cerrados, divididos en distintos niveles y secciones, perfectamente interconectadas para ofrecer al jugador una exploración circular y satisfactoria. De esas en las que visualizas un lugar al que quieres llegar mucho antes de hacerlo y luego toca encontrar el camino correcto. Además, por el camino encontraremos multitud de habitaciones y zonas opcionales que requerirán más observación e ingenio para ser desbloqueadas, y que nos recompensarán con grandes cantidades de recursos. Y es que ese es otro aspecto que Atomic Heart logra transmitir con éxito: crear la necesidad en el jugador de explorar un poco más para encontrar una mayor cantidad de recursos con los que mejorar armamento y habilidades especiales. Siempre querremos más, nunca habrá de sobra, pues el equilibrio entre recursos necesarios y disponibles en el escenario está realmente logrado. Por desgracia, no ocurre lo mismo con la munición, que es escasa y condicionante durante los primeros compases, aportando a la experiencia cierto toque survival y de gestión, pero que se vuelve más irrelevante al avanzar un par de horas en el juego.

Mick Gordon siendo Mick Gordon

Si el apartado gráfico detallista y de texturas logradas, unido al impactante estilo artístico, son para quitar el hipo, lo referente al sonido no se queda atrás. La música en Atomic Heart es un componente clave de la experiencia, especialmente durante combates importantes contra hordas de enemigos o contra jefes de nivel. El juego hace uso de una curiosa mezcla de música popular rusa, obras clásicas de ballet, música electrónica y metal, resultando en un acompañamiento apabullante para la acción, lo que no es de extrañar teniendo a Mick Gordon trabajando en el juego. Destaca un nivel que se desarrolla en un teatro (que recuerda enormemente al nivel de Cohen en BioShock, hasta el punto de lucir como un auténtico homenaje al mismo), en el que se escucha una pieza clásica de ballet mientras observamos el espectáculo de una bailarina robótica. No tardará en aparecer una horda de enemigos, y al tiempo que el combate se encrudece, la pieza de música clásica se entremezcla con guitarras estridentes y sonidos electrónicos, creando uno de los combates y niveles más memorables del juego. Y antes de saltar a otro tema, cabe mencionar que Mick Gordon, implicado en la creación del apartado musical del juego, declaró que todos los honorarios recibidos por su trabajo en Atomic Heart serían donados a la Cruz Roja para contribuir a la ayuda humanitaria en Ucrania. Tal vez sea un intento del artista de desmarcarse de las polémicas que rodean al título y al estudio, y de mostrar que, de ser ciertos los rumores sobre Mundfish, su postura personal se desliga de ellos.Atomic Heart

She blinded me with science

Volviendo a los aspectos argumentales de Atomic Heart, a primera vista todo gira en torno a la tecnología y los avances científicos. La URSS se impone al régimen nazi y prospera como una potencia eminentemente tecnológica, llena de avanzados robots, ciudades flotantes, productos sanitarios milagrosos y Kollectiv 2.0. Alrededor de esta tecnología orbitarán el mundo que se nos presenta y el argumento del juego, y la idea encierra muchos significados más allá de los aparentes. Por eso decía que, a primera vista, todo va sobre ciencia y tecnología, pero las ideas que subyacen detrás son de otra índole. Kollectiv se presenta como una especie de mente colmena para toda la sociedad de la URSS en la que todos los ciudadanos, sin importar su clase social, estarán interconectados en una red neuronal. Nada se podrá ocultar, no se podrá mentir, y así, supuestamente, las élites no podrán manipular al pueblo. De hecho, se supone que se busca un sistema sin élites gobernantes, en el que todos son conscientes de todo y pueden influir por igual. Sin embargo, y sin entrar en detalles que conlleven demasiados spoilers, la idea no es tan sencilla, y la intención real de los creadores de Kollectiv es una muy distinta a la que “oficial”. De esta forma, el núcleo argumental e ideológico de Atomic Heart es un dilema poítico y social, disfrazado de ciencia y tecnología. Este es otro motivo por el que me cuesta creer que las acusaciones que sostienen que el juego es propaganda pro rusa tengan base alguna, ya que más se nos muestra como la grandiosidad de la URSS es una fachada falsa, tras la que se esconden élites corruptas y tiránicas.Atomic Heart

Polémicas sobre polémicas

Dejando clara mi postura respecto a esas suposiciones, en mi opinión, sin fundamento, podemos pasar a una visión mucho más debatible y controvertida que envuelve a Atomic Heart. Fedorov también manifestó el temor del Ejecutivo ucraniano a que el dinero obtenido por Mundfish a raíz de las compras del juego acabara destinado a impulsar la ofensiva rusa en Ucrania. ¿Por qué? Pues por algunas supuestas conexiones turbias entre el estudio y algunas entidades rusas manchadas por la influencia de Putin y el Kremlin. Uno de los puntos en tela de juicio que rodean al estudio es el origen de sus inversiones. Según un artículo de AIN.Capital, uno de los inversores principales de Mundfish en el proyecto, Gem Capital, está financiado por inversores rusos entre los que se cuentan Anatoly Pali, un exdirectivo de gigante energético ruso Gazprom. Según la información del medio, Pali tiene lazos cercanos con el oligarca Oleg Deripaska y con el banco sancionado VTB. Para añadir más leña al fuego, AIN.Capital también señala que en la versión rusa de web del estudio podía leerse una declaración de política de privacidad en la que se informaba de que los datos podían ser recopilados y compartidos con las autoridades rusas, en concreto con la Agencia Tributaria y el Servicio Federal de Seguridad. Desde Mundfish alegaron que se trataba de una versión anticuada y negaron la acusación. “Nuestro juego y nuestra página web no recopilan ninguna información o dato. La declaración de privacidad […] está obsoleta y equivocada, y debería haber sido eliminada hace años”, declaró un representante de Mundfish en un comunicado para GamesRadar. En este caso, se trata de una excusa y una explicación bastante peregrina del asunto y que no termina de convencer ni ofrecer ninguna seguridad.

No obstante, Yevgeniy Golovchenko, el experto previamente citado, sostiene al final de sus declaraciones al respecto que “las acusaciones contra Atomic Heart y Mundfish se basan más en indicios que en pruebas definitivas”, refiriéndose, entre otras cosas, al beneficio económico que recibiría Gazprom derivado de las ventas, ni tampoco de que ese beneficio se emplee en alimentar el esfuerzo bélico.

Manos manchadas

Creo que, sobre todo, Atomic Heart es un título manchado por el contexto histórico y social que lo ha visto nacer, sea real o no ese reverso turbio que lo rodea. Es un tema complicado de afirmar o negar con seguridad, y le ha tocado estar en el punto de mira. Hay acusaciones peregrinas, pero también hay hechos inquietantes, como lo referente las políticas de privacidad. También creo que, con polémicas como la de que los miembros del estudio se negaran a hacer declaraciones sobre la guerra nos movemos en terreno pantanoso. Hay que tener en cuenta los miedos y presiones que puede sufrir la gente, con familiares y amigos en Rusia. Es sin duda un asunto complicado y espinoso sobre el que merece la pena informarse con cuidado, y tener todas las precauciones morales que cada uno estime necesarias.

Como videojuego en sí, a pesar de no haberlo desgranado en detalle en estas líneas (ya lo han hecho cientos de medios), nos encontramos ante una opera prima más que prometedora para el estudio. Un shooter con destellos RPG que combina disparos con poderes y que claramente bebe de BioShock. Destacan su apartado artístico, su ambientación y su uso del imaginario soviético en diferentes facetas, como la arquitectura o la propaganda. Y que nos ofrece un ritmo de exploración-combate perfectamente medido. Un acierto casi garantizado para cualquier fan del género.


Este análisis ha sido realizado mediante una clave digital para PlayStation facilitada por PLAION España.