Alegato contra la innovación
No os pienso llevar la contraria en esto. En una semana posterior a los lanzamientos de Horizon Forbidden West y de Dying Light 2 Stay Human, y a tan solo 24 horas del debut del ansiado Elden Ring —cuya salida se ha convertido a lo largo de los últimos días en todo un fenómeno mediático, equiparable al estreno en salas de un nuevo capítulo de Star Wars—, cualquier título debería de temer por su recepción; por lo eclipsada de su puesta en escena, o por un pobre recibimiento comercial por parte de un público incapaz de satisfacer, por mera falta de tiempo, tanto las demandas del mercado como probablemente sus propios deseos. Más aún, si el título en cuestión se corresponde con un perfil de RPG japonés. No obstante, si hay una saga de rol que ha vivido prácticamente desde su invención al margen de cualquier estreno o tendencia, y que de hecho se ha hecho fuerte en su nicho a base de proteger a capa y bastón la visión más tradicional de su género, esa es la franquicia Atelier. Consecuentemente, si había algún título que podía permitirse salir bajo las condiciones anteriormente detalladas, ese era Atelier Sophie 2: The Alchemist of the Mysterious Dream.
La continuación directa de The Alchemist of the Mysterious Book, nuevamente nacida de la colaboración entre los especialistas de Gust Studios y Koei Tecmo, supone una nueva iteración sin grandes alteraciones a la misma fórmula de alquimia, combate y exploración de siempre; la misma que lleva acompañándonos ya 25 años, y que ha dejado más que patente su buen funcionamiento a lo largo de casi una veintena de entregas. No obstante, pese a su naturaleza como secuela de la entrega coprotagonizada por Sophie y Plachta, The Alchemist of the Mysterious Dream encuentra su mayor virtud en la herencia recibida por Atelier Ryza 2: Lost Legends & the Secret Fairy, obra que sin lugar a dudas abrió paso a muchas de las ideas que brillan con fuerza en Atelier Sophie 2, y de la que en muchos aspectos casi parece sucesora. Desde luego, no puede decirse que el parecido sea casual, pues incluso a través de numerosas campañas de marketing previas al lanzamiento pudimos descubrir cómo el título decididamente pensaba combinar el arte de la subsaga Mysterious con los progresos realizados en cuanto a animaciones en Ryza 2.
Esta decisión, tremendamente acertada, no se antoja como un mero capricho técnico, sino que verdaderamente ha servido para edificar un universo bañado en cel shading más rico en sus localizaciones y personajes, habiendo permeado incluso en la construcción de estos últimos, mucho más humanos de lo que recordábamos. Son ellos, de hecho, los que explicitan otra de las bondades cedidas por la subsaga Ryza, que no es otra que la de haber incorporado en la historia con mayor tino y profundidad a sus héroes secundarios, sin por ello dejar en un segundo plano misterios de importante calado como el del pasado de Plachta, la evolución de Sophie o el que rodea a su abuela Ramizel. El enfoque es algo más amplio, si bien el espacio para explorar y cultivar cada una de nuestras relaciones es el mismo, mas donde podría haber un apresuramiento de la experiencia, únicamente se encuentra una mayor intensidad de la misma.
De semejante forma, su mayor presencia no solo se encuentra limitada al plano narrativo, sino que también se extiende a lo jugable. No hablo de unos sistemas de amistad que se han mantenido y que exhiben, aquí, en mejor forma que nunca, sino de un sistema de combate que recoge todo lo bueno que podríamos haber esperado de un Ryza 3. No me malinterpretéis: como Atelier, y especialmente como secuela directa de una obra especialmente centrada en la alquimia y en la exploración, Sophie 2 sigue empeñado por empujar sus enfrentamientos hacia un plano muy secundario, sigue sin querer darles el peso que tienen en la gran mayoría de JRPGs, pero no por ello estas inclusiones resultan menos agradecidas. Especialmente si tenemos en cuenta que todo lo demás, dentro del esquema jugable que propone y persigue, y pese a las sutilísimas mejoras introducidas, funciona como un reloj. Y uno bueno.
En este sentido, quizás la gran virtud de la que The Alchemist of the Mysterious Dream puede presumir junto con sus predecesores es que la franquicia jamás ha necesitado apoyarse en sistemas complejos o perfectamente pulidos, ni en gráficos especialmente punteros (aunque quizás esta sea la iteración más cercana a esos fines) para transmitir la alegría y la tranquilidad con la que siempre ha querido cautivar al jugador. Y aunque no puede decirse que se haya desaprovechado la oportunidad para introducir nuevas posibilidades —ahí está, al margen de lo previamente comentado, esa mecánica que nos permite cambiar el tiempo meteorológico y que, con aroma a puzle, altera positivamente la exploración de entornos tal y como la conocíamos—, Sophie 2, con sus problemáticas caseras e intrascendentales y con las llanas pero correctas melodías que componen su banda sonora, se yergue como un capítulo más en una saga inmovilista, pero que halla en dicho desperfecto una oportunidad nueva para complacer a un público fan terriblemente malacostumbrado a recorrer los mismos caminos una y otra vez.
En una reciente conversación, Pilu, community manager de Atelier Saga Spain, me contó su perspectiva acerca de esta falta de innovación que, lejos de agradecerse, suele rehusarse por parte de la comunidad, que encuentra en Atelier uno de los pocos resquicios del JRPG wholesome más clásico que quedan a día de hoy: “llevo desde 2010 jugando a la saga, y creo que todos los juegos introducen cambios, pero también creo que si hicieran cambios demasiado arriesgados acabaría por ser una saga distinta. Al fin y al cabo, Atelier tiene su sello, y es difícil innovar dentro de su esquema sin cambiar su esencia. Cuando en Ryza metieron nuevas mecánicas, ya hubo fans que se quejaron, así que imagina lo que tiene que ser lanzar una entrega (mínimo) por año y que llueva al gusto de todos. Atelier evoluciona mejorando sus mecánicas y gráficos, pero siempre lo hace poco a poco“. Sería obstinado por nuestra parte, entonces, esperar de una secuela como Sophie 2 un capítulo rupturista, en lugar de la aventura simpática, liviana, cercana y dedicada al fan a la que apunta —y que efectivamente consigue— ser. Si en algún momento la franquicia debería de revelarse contra su propio público en lugar de complacerlo con tal de evolucionar, es otro tema. Pero deberíamos de suponer, en ese hipotético caso, que para muchos Atelier perdería toda su personalidad.
Inmovilista, y a mucha honra
Sin romper moldes ni expectativas, Atelier Sophie 2: The Alchemist of the Mysterious Dream se antoja como un caramelito para el fan que, a buen seguro, sabrá dar a su público todo lo que este pueda esperar de él. La nueva entrega de Gust Studios, que hereda el legado narrativo, gráfico y jugable de la subsaga Atelier Ryza, nos deja amparados en un universo simpático, repleto de personajes memorables, pero donde los auténticos protagonistas tienen los nombres de alquimia y exploración, pasando el combate a un plano más secundario y logrando coronarse el conjunto jugable, pese a su irónico inmovilismo, como algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados a jugar habitualmente (al menos, en el caso de aquel que escribe estas líneas).
Tal y como ocurrió con Paper Mario: The Origami King, y como probablemente me toque repetir en unos meses con el estreno de obras como Mario Strikers: Battle League Football, hay juegos que simplemente hayan el porqué de su existencia en una naturaleza oasística, que no son menos válidos por no dejar un poso en el jugador, y que, sin necesariamente reinventar nada ni apuntar más alto de lo que quizás se puedan permitir, se bastan con poder aportar un lugar tranquilo y sosegado donde descansar de dramas, polémicas y actos de violencia. Ahora mismo, pocos lugares se me antojan mejores para dicha labor que Erde Wiege.
Esta crítica ha sido realizada con una copia física del juego para PS4 cedida por Koch Media.