Alcanzar la iluminación entre llantas y grava

Los caminos de la vida son inescrutables. Podemos planear y trabajar en esta carrera con meta final, pero jamás seremos capaces de controlar y planificar absolutamente todo, al menos no teniendo en cuenta factores externos que intercedan con nuestros objetivos. La vida es una carrera, con sus desniveles, con sus curvas, con los baches del camino y el peligro del clima, pero también lo es por sus vistas, por los vítores cuando se llega la meta, cuando logramos cumplir las finalidades que nos proponemos y, tras ello, sabemos que aguarda un descanso merecido. No voy a dar más la taba hablando de la vida, pues precisamente lo que nos ocupa tiene más de motores y ruedas, ya que hoy os vengo a hablar de art of rally, y cómo lo que de primeras podemos entender como un simple juego de carreras, detrás esconde una filosofía que bebe directamente del budismo y sus cuatro nobles verdades, recogidas en coches vintage.

art of rally llega de la mano de un estudio conocedor de la materia, pues su anterior título, Absolute Drift, sirvió para asentar las bases de lo que nos atañe hoy. Cuando hablamos de juegos de coches tendemos a imaginarnos otros conceptos, o ese era por lo menos mi caso. Imaginaba coches de alta gama, con detalles perfilados al máximo, poseedores de velocidades estratosféricas que permitían alcanzar los tres dígitos como el que bebe agua, todo sin tener miedo a absolutamente nada, ni a las curvas, ni a las rectas ni a los obstáculos. Cuando hablamos de juegos de coches, yo terminaba pensando en Need for Speed, Dirt, Forza Horizon.. Sin embargo, y desde que me enteré y seguí el desarrollo de art of rally, empecé a comprender que este tipo de juegos pueden poseer un enfoque completamente distinto, dejar a un lado el sufrimiento y aburrimiento de las rectas a 200 kilómetros por hora, carentes de algún tipo de emoción más allá de la adrenalina barata, y obsequiarnos a cambio con una ambición, con un objetivo que alcanzar y cumplir, dominar los derrapes.

Puede sonar hasta irreverente lo que he dicho, como si dominar las curvas fuera moco de pavo, o una parte más de las carreras que disputamos y a la que no prestar especial interés. Funselektor no piensa así. El estudio de desarrollo ya apuntaba maneras con el anterior juego que mencioné antes, donde los derrapes y curvas comprendían el núcleo principal del juego. Y aunque actualmente esta no es la característica principal, perfectamente podemos hablar de ello como uno de los principales pilares de la experiencia. Hay dificultad en hacer bien las cosas, no podemos bordar todo a la primera, solo la suerte nos lo podría permitir. Es la repetición, el ensayo, la crítica y autocrítica lo que nos hace mejorar poco a poco, la comprensión de lo que hacemos bien y lo que hacemos mal, conocernos a nosotros y nuestros errores. Y así es como nos debemos de tomar estas carreras, una comprensión del terreno, del clima, crear una conexión con nuestro vehículo, todo juega un papel fundamental en el espectáculo de las llantas y el humo. Antes de lanzarnos al modo carrera, donde comenzaremos desde la historia de los rallys tal y como los conocemos hoy, haciendo un recorrido por los diferentes años, grupos y vehículos, considero de vital importancia hablar de otro modo de juego que considero vital para alcanzar verdaderamente el nirvana que nos ofrece este juego, su modo de conducción libre.

Art of rally

A pesar del nombre, sí que peca de, aún ofreciendo un mundo abierto que explorar, ocuparlo con coleccionables, que aunque no impliquen un objetivo como tal, sí que serán los que nos obliguen a coleccionar para así desbloquear nuevos mapas para este modo. ¿Y cuál es el problema? Bueno, en parte es de agradecer cierta interactividad en un mundo abierto donde de primeras solo podemos disfrutar con nuestro vehículo, pero que en un modo donde de primeras se nos ofrece cierta libertad para disfrutar de la conducción, se nos marquen las tareas que hacer, resta parte del disfrute de querer perdernos en un bosque en pos de marcar en nuestra cabeza los caminos recorridos y así no volver a repetirlos para buscar todos los secretos. Y, sin embargo, sigue siendo uno de los platos principales de Art of rally. Esto es debido al contraste que supone con su modo principal, donde el tiempo es nuestro juez y verdugo, el que marca nuestro ritmo y nos obliga a modificar nuestra experiencia del juego para ceder ante sus designios. Esto no es ni positivo ni negativo, pues es algo innato y necesario, que forma parte del género y que es disfrutable de igual manera, y es más, podría considerarlo la prueba de fuego final, aunque de eso hablaré un poquito más adelante.

Art of rally

Lo que nos atañe ahora es la razón por la que el modo libre nos da las pautas para alcanzar la iluminación. De manera más o menos implícita, en lo que llevamos de texto os he hablado sobre cómo se representan dos de las cuatro nobles verdades que cimentan el budismo, el sufrimiento y el anhelo/deseo. Ambas pivotan sobre el mismo eje, el sufrimiento por lo difícil de derrapar bien, y el deseo de mejorar para lograr sobreponernos a todas las curvas, respectivamente. Ambas forman parte de la misma moneda, a pesar de ser caras distintas, pero las dos son nocivas para nosotros. El deseo causa sufrimiento, pues es el ansia por querer ahora en tiempo y forma lograr nuestras metas el que nos dinamita y crea ese malestar, ese dolor por la incapacidad de satisfacernos.

Es ahí donde entra la tercera noble verdad, que no es otro sentimiento que unirse para colapsarnos, sino que más bien es el cese de uno, el cese de nuestra ambición. Cuando logramos entender que son las ansias de nuestro deseo las que nos causan sufrimiento, y logramos que desaparezcan, es cuando verdaderamente logramos el nirvana, el fin del sufrimiento. Cuanto antes comprendamos que las curvas no son nuestro enemigo, que los derrapes son solo una herramienta, no algo que lograr dominar y esclavizar a toda costa, antes seremos verdaderamente libres. Y el mejor camino para alcanzar este estado pasa por el aprendizaje autodidacta que se puede hacer en conducción libre, donde podemos olvidarnos de la necesidad de hacer derrapes perfectos siempre y donde el disfrutar del paisaje y del viaje pasa a un primer plano. Con todos sus pros, también tiene sus contras, y es que la vida no es un patio de juegos aislado de todos los males, y para salir de este cascarón y poner en práctica lo que hemos aprendido, debemos de ir a las carreras.

Art of rally

Nuestro último paso será alcanzar ese método que nos permita acabar con nuestro sufrimiento, que nos ayude a superar las dificultades o lo que nos hace mal. Según el budismo, esto se logra trabajando para seguir el noble camino óctuple, una vía compuesta por ciertas actitudes y aspectos personales que se deben de seguir para ir alcanzando poco a poco ese estado perfecto, alejado de los extremos, tanto de la excesiva búsqueda de satisfacción como el sufrimiento que esta puede causar. Seguir la historia de los rallys nos da la oportunidad de mejorarnos, e ir poco a poco, centrándonos en el camino que debemos de seguir, pues antes que la carrera y los tiempos, está el camino que debemos de disfrutar y labrar para que así sea.

Es el autodescubrimiento nacido entre frenos y volantes, entre el humo de las llantas y el rugido de un motor listo para darlo todo

Esta es la manera en la que he entendido a este peculiar juego de carreras, un título cuya filosofía trasciende a los mejores tiempos y al sonido de motores salvajes. art of rally no solo es un precioso viaje de paisajes coloridos y coches nostálgicos, es una carta de amor al género y a la historia de una competición automovilística que parece menos interesante que las simples carreras entre coches de Ferrari y BMW. También es el autodescubrimiento nacido entre frenos y volantes, entre el humo de las llantas y el rugido de un motor listo para darlo todo. Es el camino a la iluminación personal, la paz interior alcanzada entre derrapes vertiginosos y la comprensión de que nuestros objetivos no pueden ocupar todo nuestro ser, pues tenemos que ser más allá de ellos o el sufrimiento lo ocupará.


Esta crítica se ha realizado en base a un código facilitado por Future Friends Games