Naranja mecánica
Cuando una propuesta de conducción arcade – de esas que están repletas de power-ups, que usualmente hacen apología de la accesibilidad más extrema – llega a cualquiera de nuestras plataformas, resulta muy sencillo realizar comparaciones, mayormente deshonrosas. Dicha comparación se vuelve prácticamente inevitable a la hora de tratar de cerca el subgénero de los karts, donde el más que obvio monopolio creado por la Gran N rara vez ha dado pie a la idealización, construcción y desarrollo de otras obras. Es en estas circunstancias cuando se vuelve una completa necesidad el hecho de destacar por méritos propios, conociendo a tus rivales más directos, mejorando conceptos ya asentados en la comunidad y ofreciendo ideas nuevas que atraigan al público general.
En este sentido, el nombre de 3DClouds no os sonará. Y es normal. Con unos muy humildes orígenes, esta desarrolladora independiente italiana, afincada anteriormente en el sector del diseño gráfico, optó recientemente por debutar en la industria con All-Star Fruit Racing, un título fresco, aparentemente divertido y especialmente directo que hoy, tras arduos meses de trabajo, al fin tenemos entre nosotros. Ha debido de ser un camino muy largo, repleto, como cualquier desarrollo, de baches y dificultades de todo tipo, aunque siempre cargado de ilusión. Y el resultado, en consonancia, es un fiel reflejo de dicho peregrinaje, dando lugar a una entrega cargada de carisma, de buen hacer, aunque para nada exenta de fallos.
Culpa de dicha personalidad recae, directamente, en su apartado artístico. Nunca empiezo un análisis hablando de esta clase de atributos, pero cuando nos encontramos ante una entrega de estas características, que entra tantísimo por los ojos, es inevitable entrar en materia sin comenzar hablando de ellas. La ambientación, considerablemente original, nos lleva a un reino de frutas realmente logrado, que alza en todo momento a dicho postre como un elemento inspirador para sus escenarios, habitantes y, por supuesto, vehículos. Por extravangante que parezca, estas se encuentran presentes hasta en las pantallas de carga, donde se nos dan algunos facts y datos curiosos sobre la naturaleza de las mismas. Así, ante todo pronóstico, y lejos de tratarse de una mera premisa, estamos ante uno de los puntos fuertes de todo el conjunto, que realmente divierte y permite al título desmarcarse del enfoque más convencional.
Es por ello que no sabeis cuánto me entristece que, a la hora de tratar aspectos más técnicos, no pueda decir lo mismo. Con una mano en el pecho, siento que el paso 3D, quizás innecesario, ha acabado haciéndole al título más mal que bien, dotándole de un acabado general algo cutre, con todo lo que eso conlleva (modelados de baja calidad, físicas excesivamente pobres, efectos visuales muy básicos, e incluso incomprensibles bajadas de frames, que no hacen más que dejar en evidencia una y otra vez la optimización del juego). Esta línea, que presume de bajo presupuesto, acaba siendo, desgraciadamente, un factor común dentro de toda la ecuación, y acaba afectando a otros parámetros como a la jugabilidad, a la localización (de esto último os vais a reír luego) y, desgraciadamente, al apartado sonoro, que presenta efectos muy pobres y composiciones que caerán en el olvido apenas dejemos de jugar al título. Por poneros un ejemplo, os diré que todas las voces de todas las pilotos son exactamente iguales. Ahí está el nivel.
Dicho esto, resulta sencillo imaginarse el resto del conjunto. Sin ir más lejos, en el apartado jugable nos encontramos otra de cal, con su respectiva porción de arena. El manejo de los coches, por ejemplo, es correcto; resulta completo, accesible y divertido por momentos, pero nunca llega a ser demasiado satisfactorio. Los derrapes se sienten lentos, farragosos, ortopédicos, y la conducción, si bien es fluida, no se siente del todo orgánica, pues deja ciertos factores al azar y dificulta, a través de un sistema de power-ups algo enrevesado, que realmente se cambien las tornas de la partida en el último instante, siendo esta clase de momentos lo que realmente se busca en un proyecto tan arcade. Es el precio a pagar por unas habilidades que, en las modalidades principales, en lugar de desbloquearse aleatoriamente, se crean sobre la marcha a través de un sistema de recolección de orbes. Como pilotos, poseemos un total de cuatro tanques de reserva correspondientes a los tipos de orbes que podremos recoger, y a través de los cuales podremos manufacturar sobre la marcha hasta 15 aptitudes diferentes. Es, efectivamente, una mecánica interesante, que implementada de otra forma podría haber tenido mucho futuro. No obstante, es un sistema que, a efectos prácticos, nunca acaba de cuajar dado lo innecesarios que parecen ser ciertos power-ups, favoreciendo, así, que al final acabemos utilizando los tres o cuatro de toda la vida, y poco más.
La inteligencia artificial tampoco ayuda. Lejos de buscar una IA semejante a la de la franquicia Crysis, capaz de tramar sus propios planes de ataque y estrategias, sí que esperaba plantarle cara a un apartado sólido, en lugar de a un amasijo de conexiones que acaban resumiendo la dificultad de cada etapa en función de la velocidad con la que cuentan los coches de los rivales. Lo peor de todo esto es que, por desgracia, esta clase de competencia os va a hacer mucha falta, pues el modo online del título, pese a ser amplio en opciones y posibilidades, está absolutamente desierto, siendo muy difícil encontrar un partida en su matchmaking, y casi aún más complicado jugarla sin tirones y otros problemas de conexión.
Nos queda como única opción, eso sí, afrontar la enorme variedad de modos de juego offline con los que cuenta el título, los cuales, si somos capaces de perdonar sus principales fallos, nos permitirán estar pegados a la pantalla durante decenas de horas. El pilar principal sobre el que se yergue el título no es otro que el modo Carrera, una modalidad de corte clásico en la cual podemos plantar cara a un total de 9 enemigos con el objetivo de hacernos con el oro en cada una de las diferentes copas disponibles. Ganar dichas competiciones nos permitirán hacernos con nuevos corredores, cada uno con su propio kart y habilidad especial, así como con todo tipo de accesorios y diseños que podremos aplicar a nuestro vehículo particular a través de un completo garaje.
All-Star Fruit Racing está cargado de buenas intenciones, pero de poco más.
Por otra parte, también se nos permite disfrutar, desde un primer momento, de multitud de torneos, carreras contrarreloj, pruebas personalizadas y hasta de un modo por eliminación, el cual basa su funcionamiento en ir dejando fuera al último corredor cada cierto intervalo de tiempo. La carencia destacable en este sentido recae sobre los modos de batalla, claramente ausentes, que dejan sin exprimir el sistema de power-ups del que os hablaba antes. Si buscáis daros de toñas con vuestros colegas a pantalla partida, tendréis que crear una carrera específica para eso, o, en el peor de los casos, iros a Rocket League.
Sin embargo, si estáis especialmente interesados en probar la primera opción, creo que antes deberíais de conocer el diseño de los circuitos – que, por supuesto, no están pensados para ello -. He de decir que todos presentan un acabado visual notable, con atajos y elementos que los hacen dinámicos y variados; al César lo que es del César. No obstante, ninguno de ellos me ha parecido especialmente inspirado. Todos los trazados se hacen bastante predecibles, y aquellos circuitos que forman parte de una misma isla dan la impresión de lucir demasiado semejantes entre sí. Al menos este hecho favorece el factor de que cuando viene alguien a casa, este nunca toma demasiado tiempo en aprender los controles o los escenarios, pues se encuentran plenamente basados en un mismo patrón; cortados por la misma tijera.
He querido dejar para el final, quizás, el aspecto que, desgraciadamente, más me ha divertido de todo el conjunto. La guinda del pastel. Y lo califico como algo negativo porque la culpa de ello no recae en su apartado jugable, narrativo o meramente argumental, sino en su localización española. Siendo la aventura de procedencia italiana, resulta especialmente llamativo comprobar cómo las traducciones rozan un nivel digno de la alpha del Google Translator, llamándonos de usted constantemente, animándonos cada dos por tres a “prensar” un botón y retándonos a echar unas cuantas “corridas” (en lugar de carreras) con nuestros amigos. Más allá de las interpretaciones tan irrisorias que le podamos dar, lo cierto es que nos encontramos ante un tratamiento pobre del producto; una muestra más de que con este All-Star Fruit Racing se ha apuntado, tal vez, demasiado alto. Para esto, casi mejor haberlo dejado en inglés.
Macedonia con complejo de Ícaro
All-Star Fruit Racing es jugable, y divertido por momentos. Estoy completamente seguro de que los más aficionados a los juegos de karts no le harán asco alguno, pues se trata de un sucedáneo entretenido capaz de mantenernos enganchados durante muchas horas. Diversión pura y arcade, casi recomendable para partidas cortas o para jugar con los amiguetes en pantalla partida, pero cuya naturaleza independiente, en colaboración con sus grandes aspiraciones, le ha acabado jugando algunas malas pasadas.
Dicen que las comparaciones son odiosas, pero, en muchas ocasiones, son justas. El novato equipo de 3DClouds está, con este divertido racer, muy lejos del acabado profesional que cualquier usuario tiene el derecho a esperar por un precio recomendado de 39,99€. Es por este factor que criticarlo puede llegar a ser muy fácil, pues sus aspiraciones han sido siempre dignas de un triple A, y no del estudio humilde que realmente es. Quizás, viendo los medios que tenían a su disposición, los chicos del equipo tendrían que haber probado con otro enfoque. Algo más sencillito, más elegante y más barato, pero que les sirviera para hacerse un hueco en una industria tan competitiva como la nuestra, y que no acabara siendo una cena de un solterón. Un postre pasado de fecha, comestible al fin y al cabo, pero que desgraciadamente ha perdido ya todo el sabor.
Este análisis se ha realizado con una copia para PS4 facilitada por los chicos de Meridiem Games.